Hay que dejar de robar a los países empobrecidos y hay que restituir lo robado. La sociedad española también tiene gran responsabilidad en esto. No basta la denuncia al Ministro del Interior de turno, a la Guardia Civil en la frontera o a la policía por sus abusos: los españoles somos cómplices de un sistema económico y político basado en el expolio de materias primas y en la explotación de personas a través del crimen de la esclavitud a los pueblos empobrecidos. Por lo tanto, la única solución es una revolución desde los cimientos hacia un sistema económico que ponga la dignidad y el respeto de todas las personas y sus necesidades vitales en el centro de la economía.