«La belleza salvará al mundo». Esta frase de F. Dostoievski la hemos experimentado en nuestras vidas. La sentimos cuando leemos poemas que nos llegan al alma, como el que nos ha dejado Facundo Cabral.
Facundo se describía a sí mismo como un juglar, es decir, un artista callejero que presentaba historias y poesías a través de canciones. «Nunca paré. Nunca viví en una casa. Siempre estuve de paso. Nada para cuidar, para ser libre y seguir caminando”.
Durante su infancia se convirtió en un marginal al punto de ser encerrado en un reformatorio pues se había convertido en alcohólico desde los nueve años de edad. Escapó y luego cayó preso a los 14 años por su carácter violento. En la cárcel, un sacerdote jesuita de nombre Simón le enseñó a leer y escribir, lo puso en contacto con la literatura universal y lo impulsó a realizar sus estudios de educación primaria y secundaria, los cuales llevó a cabo en tres años, en lugar de los doce que era el período normal en Argentina. Un año antes de cumplir su condena, Cabral escapó de la prisión, aunque recibió aún ayuda del sacerdote. Gracias a un vagabundo, Cabral conoció a Dios.
Visitó y actuó en 165 países. Dio conciertos en lugares como el Lincoln Center de Nueva York, la Catedral de Toledo o el Palacio de Bellas Artes de en la Ciudad de México.
El 9 de Julio del 2011 fue asesinado en Guatemala.
Te invitamos a que compartas estas bellas reflexiones sobre la vida. A quién tú quieras. Si puedes, léela junto a otros.
La vida no te quita cosas, te libera de cosas. Te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie, quien murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él o ella, es el amor que sigue en tu corazón.
No hay muerte, hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuelo y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el pisco peruano, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileros, las mil y una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman; la música de Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven; las pinturas de Caravaggio, Rembrandt, Velázquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban tres o cuatro meses de vida.
Recuerda: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición.
Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas: Si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas) y si le ganas, serás más humilde, más agradecido, por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño que será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar de la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el mismísimo Amor.
El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso.Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. Vale la pena, ¿verdad?. Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír.
Facundo Cabral (+)