No hay paz para el norte de Mozambique. Después de meses de ataques contra aldeas con docenas de muertos y heridos, la violencia ahora bloquea las principales comunicaciones haciendo imposible la vida social y económica de toda la región.
“El viaje desde el aeropuerto de Pemba al distrito de Mocimboa da Praia es un trayecto angustiante. A la destrucción del ciclón Iday, se suma la destrucción de los violentos. Hay pueblos enteros donde la gente, por miedo, no se atreve a regresar “, explica a Fides la hermana Mariaelena Aceti, Consejera General de las Hermanas de San José de Chambéry, que acababa de regresar a Italia de una visita a las comunidades locales de su propia congregación.
Los milicianos son particularmente violentos. No solo aterrorizan a los campesinos, los matan a sangre fría, sin piedad. Incluso ametrallan los vehículos por las carreteras, pero, ¿quiénes son estos milicianos?, se pregunta la religiosa. “Nadie sabe exactamente. Se dice que son jóvenes locales. Se habla de yihadistas. También hay extranjeros en sus filas, tanzanos o mozambiqueños que han estado en Tanzania y han regresado. Por eso, las fuerzas del orden han fortalecido los controles fronterizos”.
En julio, monseñor Luiz Fernando Lisboa, obispo de la diócesis de Pemba, escribió una “Carta abierta al pueblo del Cabo Delgado”, hablando de esta situación olvidada por el mundo. El prelado hizo un llamamiento a la gente: “No nos resignemos a la violencia y no nos cansemos de pedir justicia y paz”. El obispo observa: “Al igual que los fantasmas, los rebeldes aparecen y desaparecen sin ser vistos, dejando solo los restos del desastre. Pero sabemos que los fantasmas no existen. Es un pedazo de sábana que oculta algo o alguien. Tenemos que rasgar esta tela para desenmascarar a los que se esconden detrás”.
“La sospecha es que, detrás de estos ataques, se ocultan intereses económicos para la explotación de los recursos naturales. Esta región es rica en piedras preciosas (rubíes), maderas y especialmente petróleo”. Se teme también que pueda tratarse de tráfico de órganos y sustancias ilícitas por lo que el obispo Luiz pide una investigación clara.
La policía solo se ha desplegado en la zona antes de las elecciones del 15 de octubre, pero no ha podido detener los ataques. Muchos han definido las palabras de monseñor Luiz como “derrotistas”, especialmente los partidarios y la prensa afín al presidente Filipe Nyussi.
“La situación es muy triste y preocupante. Las entradas y salidas de Mocimboa da Praia están permitidas solo a convoyes escoltados por soldados. La circulación es limitada. La gente tiene miedo. Los religiosos también. Y esto sucede con el silencio de los grandes medios de comunicación”.
(EC) (Agencia Fides 15/11/2019)