Este sistema de esclavitud infantil se abolió en el año 2000, pero aún sigue existiendo. «Las niñas se suben a taburetes para poder limpiar».

Bihsnu Chaudary es ahora una joven de veinte años con una historia con la que trata de concienciar a otras que todavía viven presas de un calvario de esclavitud. Bihsnu fue víctima del sistema de “kamalaris” de Nepal.

Cuando tenía nueve años su padre adquirió una deuda que no pudo pagar, y a cambio tuvo que enviarla a casa de una familia adinerada de la capital nepalí, Katmandú. Allí trabajaba todo el día en las labores de la casa y el campo, dormía pocas horas, casi no comía, y no tenía descanso, salud, ni educación.

En Nepal, 10.000 niñas son aún kamalaris, a pesar de que el Gobierno lo prohibió hace ya catorce años.

Son niñas que acaban siendo entregadas por sus padres para que sean empleadas del hogar en familias adineradas. En esa transacción lo que se promete es que la niña tendrá oportunidad de ir al colegio, que recibirá una mensualidad.