Las potencias volvieron a Africa con una actitud depredadora

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La imposición de las políticas neoliberales sólo provocan sufrimiento en África. Porque la pobreza y la inmigración no son más que consecuencia de esa globalización neoliberal.

Aminata Traoré. Ex ministra de Cultura de Malí y Premio Derechos Humanos 2006 DE LA APDHA

Entrevista de Juan José Marqués – Diario de Cádiz

 PERFIL.

Aminta Traoré es diplomada en Psicología y licenciada en Psicopatología, ministra de Cultura (1997-2000) y candidata a la presidencia de Malí. Fundadora del Foro Social para otro Malí, fue promotora del Foro Social Africano en Bamako, de la Caravana Africana por la Dignidad y organizó las Jornadas conmemorativas de los Acontecimientos de Ceuta y Melilla. Es autora de “La violación del imaginario” (Ed. Sirius) y “L’Etau” (París, 1999).

Le he leído que el poder de Occidente es tal, que hasta los Derechos Humanos son un invento del Norte ¿Qué valores aporta África a la lucha por la dignidad?

Ninguna cultura tiene el monopolio de los Derechos Humanos. Todas reconocen que el ser humano, intrínsecamente, tiene derecho a una vida digna. Si Occidente es quien les ha puesto letra, es pura coincidencia. Pero es el primero que los viola de forma flagrante en África.

Es muy combativa contra la influencia occidental.

No se trata de una influencia sino de una dominación perpetua. Porque cuando a África llega la independencia tras la colonización, las potencias se fueron por la puerta pero volvieron por la ventana, de manera más sutil, pero con la misma ambición, actitud depredadora, negación de la cultura autóctona y actitud despectiva.

Sin embargo, hoy es la hipocresía del sistema la que maquilla esa actuación en África. Ceuta y Melilla son todo un símbolo de este sistema en el que se dice que se puede circular libremente. Pero en realidad, son los blancos y sus productos los únicos que pueden hacerlo, los únicos que pueden entrar en África con acuerdos comerciales que sancionan a los países africanos que se niegan a que las empresas extranjeras entren. Al mismo tiempo, se cierran las puertas a la inmigración, e incluso se selecciona a las personas, como se seleccionan las materias primas, como hace Sarkozy en Francia. Esta es la gran paradoja. Europa coge todo lo que quiere de África pero luego hace una barricada que se cierra a los seres humanos.

Tuvo que vivir con mucha indignación los sucesos de Ceuta y Melilla. Reaccionó con la Caravana por la Dignidad Africana.

Aquello me produjo un gran choque, quedé impresionada. Sabía lo que pasaba, que había muchos jóvenes que salen diariamente de sus países. Pero no era consciente del bloqueo ni de las condiciones en que mueren. La causa de aquello fue una actuación de la Unión Europea, aunque quienes dieron la cara fueron la Guardia Civil española y la Gendarmería marroquí.

Desde Bruselas se recita un discurso alienante que intenta dormir a las personas: Ante la globalización, todos somos iguales. Pero parece que no quieren que el África Negra forme parte de ella. Que hay unas personas más iguales que otras. Hay inmigrantes latinoamericanos que también son clandestinos y su situación no es igual que la de los africanos.

El Gobierno español ha concedido un crédito de 20 millones de euros a Senegal ¿Qué opina del Plan África que impulsa Rodríguez Zapatero?

Es un dinero maldito, porque va a dirigentes políticos que no han reflexionado sobre las verdaderas causas estructurales que obligan a todas estas personas a salir de su país. Al final, para lo que sirve, es para la subcontratación de las políticas migratorias. Es un dinero maldito porque ha habido gente que ha muerto, más de 4.000, una cifra superior que en las Torres Gemelas. Con ellas hubo mucha compasión, pero los negros parece que son víctimas de su propio destino. La UE invita a los países que padecen un éxodo masivo, como Malí, a cerrar las fronteras dentro de su propio territorio. Y paga, utilizando el dinero de los contribuyentes europeos, para sabotear la democracia de África.  Y con él llegan instrucciones y helicópteros. No es democrático imponer con dinero una política de inmigración que no sea discutida en los países interesados. Nosotros, la sociedad civil, no disponemos de 20 millones de euros para contrarrestar estas malas políticas.

Ha dicho que la diplomacia de la UE sostiene una política que viola los Derechos Humanos.

Si los dirigentes europeos respetasen a los dirigentes y al pueblo africanos comprenderían que la imposición de las políticas neoliberales sólo provocan sufrimiento en África. Porque la pobreza y la inmigración no son más que consecuencia de esa globalización neoliberal. Si este diagnóstico lo hiciesen los dirigentes europeos, dejarían de dar dinero a políticos que no se plantean las causas de los problemas y se cambiaría la política. Los políticos africanos, al recibir el dinero de las instituciones internacionales o de la UE, no tienen que justificar sus acciones ante el pueblo africano, sino ante quien se lo da. Es una traición clara al pueblo. Son las oligarquías europeas y africanas que han adquirido el modelo neoliberal las que obligan a la gente a irse de sus países. La causa es el sistema. África no es el problema, sino un sistema que no puede garantizar los derechos básicos de todos los seres humanos. Al mismo tiempo, la UE dice: ahí abajo están los bárbaros, que no han sabido adaptarse al mercado. Un mercado cuyos precios deciden los ricos, que quieren vender sus productos y obtener a bajo precio o gratis los de los países pobres.

Respeto a Rodríguez Zapatero, porque ha tenido acciones positivas, desmarcándose claramente de las ideas de la inmigración que tiene Sarkozy en Francia, pero me gustaría que se pusiese en la piel de un dirigente africano. Preguntarle si entonces aceptaría la dictadura de la Unión Europea y el dirigismo de los países africanos. Hay un doble lenguaje. Sarkozy propone un pacto europeo contra inocentes, una coalición que plantea una política que en realidad es una guerra contra los componentes más vulnerables de la sociedad africana: jóvenes y  parados, en su mayoría. Es sorprendente cómo Europa plantea una solución aquí y otra en África. Es como si estuviese condenada para siempre.

La dominación actual de la UE se basa en la lógica de que los países y las empresas deben crecer y ser más competitivos. Por eso no puede devolver a África los beneficios que obtiene de sus materias primas, porque le hacen falta para competir frente a China. La inmigración es sólo una parte más del problema. La UE impone unas reglas que sólo la benefician a ella. Un ejemplo claro es el del Congo: La UE no está interesada en que haya democracia allí sino en sus recursos naturales.

¿Cómo regresan los miles de malienses repatriados de Marruecos?

Desgraciadamente no puedo acogerlos a todos. Son más de 2.000.Pero mi asociación, Vuelta, trabajo y dignidad, que de hecho es mi casa, acoge a más de 400 desde hace dos años. Lo más importante es escucharles, que analicen su propia situación y emprendan otro camino. Vamos a publicar un libro con sus testimonios. Además tenemos un proyecto de taller (tapices, bolsos). Ya han tenido un pedido de Japón. Estos trabajos manuales entroncan con la idea de reconstrucción de estos seres humanos. También han colaborado en arreglar calles y jardines en el barrio.

Extraña que no haya un levantamiento social panafricano.

Si no se han dado rebeliones es a causa del lavado de cerebro al que se ha sometido a la gente. El pueblo se rebela cuando conoce las causas del problema. En África hay un discurso de fatalidad y culpabilidad. Ha habido guerras interminables en demanda de soluciones. Las revueltas que trajeron la democracia a Malí dejaron más de 300 muertos. ¿Todo tiene que ser a ese precio?

Me refería a una respuesta pacífica, pero contundente.

La inmigración es esa respuesta, la respuesta a la necesidad no satisfecha de saber por qué ocurren las cosas.

Del documento Derechos humanos en la frontera sur 2006

 Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía