El sistema alimentario industrial, que dictamina la forma en la que cultivamos, distribuimos y consumimos alimentos alrededor del mundo, es controlado por grandes empresas transnacionales del sector alimentario y financiero. Se enfoca en la producción de “agrocommodities», cultivos como la palma aceitera, la soja, el maíz y la carne, para comerciar en el mercado internacional. Su objetivo principal es extraer el mayor lucro posible.
Las empresas de agrocommodities se manejan como si estuvieran por encima de la ley. Las políticas y prácticas siempre las favorecen y es la población local la que más sufre.
En 2004 se escogió el 21 de septiembre como fecha para conmemorar el Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles. El día nació tras una iniciativa de comunidades rurales de Brasil para denunciar y arrojar luz sobre los impactos de las plantaciones de monocultivos de árboles en sus territorios, reafirmar su resistencia contra ese modelo y recuperar sus territorios de las manos de las grandes empresas.
En África, la expansión de las plantaciones de monocultivos y el modelo de agrocommodities tiene impactos devastadores para los pueblos, el medioambiente, y particularmente las familias. Las empresas de agrocommodities llegan al continente con la promesa de desarrollo, pero la mayoría de las veces, lo que traen consigo es un manejo indebido de los recursos y deforestación como resultado de la expansión en las distintas comunidades.
Esto tiene como consecuencia, entre otras cosas, la migración forzada de personas, ya que las comunidades son desplazadas de sus tierras para dar lugar a las plantaciones de monocultivos. A su vez, se dan conflictos y enfrentamientos por la escasez de tierras y recursos. Las comunidades deben dejar sus tierras ancestrales comunitarias y asentarse en nuevos territorios y esto provoca mucha fricción y conflictos dentro de esas comunidades.
La principal consecuencia que tiene la expansión de las empresas en los agricultores y las personas que viven en las tierras es que la gente padece hambre. Hay mucha pobreza en el territorio porque estas empresas no enriquecen a las comunidades. También se ve afectada la salud y nutrición de esas poblaciones, que dependen de sus tierras y bosques para obtener alimentos y medicinas. Incluso cuando no se talan los bosques, las empresas los delimitan e impiden el acceso de las personas a sus propios territorios. Hambre, desnutrición, enfermedades y también violencia son las consecuencias más prominentes cuando las empresas de agrocommodities se instalan en una zona.
Los monocultivos de grandes extensiones de terreno pueden favorecer los rendimientos de producción y el uso de nuevas tecnologías; pero, necesitan más inversión, son más contaminantes, empobrecen más las tierras y generan más dependencias de todo orden. Se han de promover comunidades que solidariamente puedan salvar estas ataduras generadas por las transnacionales… Este tipo de agricultura extensiva y altamente automatizada solo está al alcance de unos pocos.
Fuente Umoya y FOEI.ORG