Jamshed Safdar es un católico paquistaní que tuvo que huir de su país por promover el amor al prójimo y los derechos humanos.
Él y su esposa, Marina, ayudaban
a los jóvenes —tanto cristianos como musulmanes— a conocer valores humanos
comunes en todas las religiones y los derechos de la mujer. También motivaban a
los padres para que enviasen a sus hijos a la escuela –especialmente a las
niñas–, El objetivo era formar grupos interreligiosos de jóvenes para formar una
sociedad tolerante y en paz.
En el año 2007, durante una
reunión habitual, como tantas cada semana, «un grupo de personas nos atacaron a
mi esposa y a mí, golpeándonos con dureza. Nos acusaban de tratar de convertir a
los jóvenes musulmanes al cristianismo, de guiar mal a las mujeres musulmanas e
incitarlas a luchar contra la ley islámica del matrimonio, además de enseñarles
valores occidentales en contra del Islam y el Corán. Y nos amenazaron de muerte
acusados de haber hablado en contra del profeta Mahoma.
«Sólo nos perdonarían si nos
convertíamos y nos uníamos a su grupo fundamentalista», cuenta Jamshed; su
mujer, y él pagaron una gran cantidad de dinero para salir de su país y
refugiarse donde su vida no corriese peligro.
Ellos son
sólo un ejemplo de cómo viven allí los cristianos: «Somos discriminados en el
trabajo; y nuestros hijos, en la escuela. Ahora también es una práctica común
que las mujeres cristianas contraigan matrimonio forzado con hombres
musulmanes», explica Jamshed. Todo bajo la amenaza de la acusación por
blasfemia, que conlleva la pena de muerte.
Tras la muerte
de Ben Laden
La preocupación por las
represalias tras la muerte del líder de Al Qaeda es grande entre la comunidad
cristiana paquistaní. De hecho, monseñor Saldanha, arzobispo emérito de Lahore,
ha pedido a las autoridades que refuercen la seguridad de los cristianos. Por
ejemplo, en Abbottabad, la ciudad donde se escondía Ben Laden, han estado muchos
días encerrados en casa por miedo a las revueltas. Pilar Vila-San Juan,
directora del colegio Jesús y María de Lahore, afirma que, la pasada semana,
tuvieron que cerrar la escuela: «Tengo que proteger a mis niños». La oración de
los viernes propaga especialmente la tensión, porque «se inflama la pasión de la
gente sencilla y se puede manipular fácilmente una masa social», señala el padre
Miguel Ángel Ruiz, misionero salesiano en Lahore.
La radio
fomenta la división
La sociedad paquistaní está
dividida, alimentada, en gran parte, por los medios de comunicación: algunos
creen que Ben Laden es un mártir o un héroe, y hay otros que apuestan por el
bien común. Éstos últimos, han puesto en marcha la Radio Partnership for Peace,
que pretende difundir valores como la paz y la armonía entre los jóvenes,
grandes aficionados a la radio, en contraposición a las estaciones radiofónicas
acaparadas por los grupos talibanes, que proclaman el odio religioso y la
propaganda terrorista, como la Radio Mullah.
El padre Miguel Ángel dice: la
catedral de Lahore parece un búnker; para llegar a la zona del obispo hay que
conducir como en una carrera de obstáculos, para pasar todos los sistemas de
seguridad… No es el único templo que tiene detector de metales para evitar
posibles ataques terroristas. Aunque, según afirma Jamshed, ni con la policía se
sienten seguros, «ya que las redes extremistas también funcionan dentro del
cuerpo». Sólo hay que recordar que al ministro Bhatti le mató su propio guardia.
Ahora, su hermano Paul Bhatti es el
Consejero Especial del Primer Ministro, en el nuevo Ministerio para la Armonía
Interreligiosa y las Minorías, renombrado recientemente – antes se
llamaba Ministerio para las Minorías Religiosas–. El ministro de Estado es el
abogado Akram Masih Gill, que ha declarado que su trabajo «será mantener la
atención del Gobierno sobre la necesidad de proteger y promover los derechos de
las minorías». Según ha señalado, el nombre se ha cambiado porque «el Estado
debe promover el respeto y la igualdad de todas las religiones».