Los herederos del gran poder

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Juan Luis Galiacho, cofundador y columnista de E-Defensor, acaba de sacar al mercado un nuevo libro bajo el título 'Los herederos del gran poder', realiza un repaso de las figuras que de verdad mandan en España: los hijos y herederos del Gran Poder, facilitamos el prólogo

Los herederos del gran poder»,


 


Juan Luis Galiacho, cofundador y columnista de E-Defensor, acaba de sacar al mercado un nuevo libro bajo el título «Los herederos del gran poder», editado por La Esfera de los Libros. Tras publicar también recientemente «Miguel Durán: del cielo al abismo», Galiacho muestra un buen ritmo en su carrera de escritor, pudiendo contar en su trayectoria con otros libros de gran éxito como «La rosa y el bastón», «Jesús Gil y Gil, el gran comediante», «Filesa, las tramas del dinero negro en la pollitica», «Gil, la farsa continúa» y «El oligopolio catalán en los medios de comunicación». En esta nueva obra, que ahora presentamos, Juan Luis, junto con el también periodista Julián Pérez Olmos, realiza un repaso de las figuras que de verdad mandan en España: los hijos y herederos del Gran Poder. Facilitamos el prólogo:


  


PRÓLOGO


 


En España no sólo manda un ciudadano de León apellidado Zapatero. Ni mucho menos. En este país quienes mandan de verdad son los hijos y herederos del «Gran Poder». Casi un centenar de personajes, bien formados por sus progenitores, o al menos eso han intentado, y sobradamente ambiciosos que han tomado el timón de los multimillonarios negocios familiares. Auténticas e históricas fortunas, emporios y negocios que de generación en generación pasan a ser gestionados por un muy reducido grupo de elegidos en el olimpo de los potentados. 


 


Esta obra es una hoja de ruta para introducirse en las entrañas del verdadero poder en España, el poder de los de siempre, el poder de las grandes familias; en definitiva, el poder omnipresente, gobierne quien gobierne. Un poder al que ahora le llega de nuevo el relevo generacional.


 


Sin valoraciones excesivas, con interpretaciones muy medidas y ajustadas, con datos bastante reveladores y de gran sensibilidad, ponemos caras y nombres a estos herederos del influyente imperio económico. Un riguroso trabajo que, gracias a La Esfera de Los Libros y a la paciencia de la editora Ymelda Navajo, hoy se puede conocer. «Los Herederos del Gran Poder» se ha convertido en estos dos últimos años en un apasionante y atrevido reto personal y profesional que colma en cualquier caso una asignatura pendiente de los autores: descubrir a los vástagos que ya mandan en los grandes negocios de España, a esos personajes que no les gusta salir demasiado en las fotos o que sí, pero que realmente son quienes gobiernan nuestros destinos. 


 


Esta obra, ni mucho menos, tiene un carácter histórico, ni tampoco pretende ajustar cuentas con el pasado. Nuestras miras profesionales y periodísticas siempre han estado puestas en el horizonte más cercano, en el presente más inminente, y en cualquier caso en el futuro más inmediato. Ese es el motivo fundamental de que la salida de este libro al mercado no se haya producido de una manera casual en el tiempo, sino todo lo contrario, se ha aguardado a un momento o coyuntura excepcional, como es la presente, en pleno proceso de cambio en el mundo de las finanzas y de la aristocracia española. 


 


Ésta es una obra que rompe el velo informativo de un núcleo tan cerrado y elitista, valiéndonos de una fórmula muy utilizada por los americanos: el periodismo de precisión, que algunos llaman de investigación. Se ha conseguido plasmar blanco sobre negro y unificar criterios e informaciones que circulaban dispersas, pero que todas juntas y correctamente contextualizadas son auténticas revelaciones informativas. Tocaba ahora hacerlo porque es hoy cuando cuartas, quintas y hasta sextas generaciones están tomando el testigo en los saneados y boyantes emporios familiares, que por derechos consanguíneos les corresponden heredar. 


En estos últimos años, hemos podido asistir -tanto desde las páginas salmón de la prensa económica como las del papel couché de la prensa rosa- a los incesantes trasiegos financieros y amorosos de los que se han valido los patriarcas de estas grandes fortunas familiares para dejar bien situados a sus sucesores al frente de los consejos de administración, con el fin de gestionar importantes patrimonios de fincas, palacios, castillos, edificios y obras artísticas. Lo que se traduce en ingentes cantidades de dinero.


 


El círculo se estrecha en torno a una cultura común a todos ellos, los herederos. Comparten amistades, han estudiado en los mismos colegios, tienen los mismos valores, sus ambiciones son parecidas y se casan entre ellos. Es un círculo endogámico. Son los hijos de Cortina, Koplowitz, Domecq, Botín, March, Polanco, Valls Taberner, Abelló, Martínez Bordiú, Ortega, Entrecanales…, que ya dirigen bancos, constructoras, inmobiliarias, emporios editoriales, explotaciones agrícolas, bodegas, ganaderías, etc. Conforman grandes patrimonios que se pierden en una maraña de sociedades interpuestas, en incalculables tesoros artísticos y en fundaciones sin ánimo de lucro que esconden un imperio económico.


 


Pronunciar sus nombres y apellidos es sinónimo de riqueza, de influencia, de abultadas cuentas con tantos ceros que marean, y que año tras año conocemos gracias a la selecta lista de los más ricos del mundo que publica la revista americana «Forbes», donde sus progenitores han abierto brecha y en la que estos jóvenes «cachorros» ya empiezan a competir.


 


El retrato robot de este casi centenar de herederos con pedigrí es bien sencillo de perfilar: tienen entre 25 y 45 años, casi todos son licenciados en Económicas y Empresariales, han estudiado en los mejores colegios, sus padres les han pagado una universidad privada y cuentan con al menos un master en su bagaje. Y, casi siempre, han tenido un rodaje profesional previo en prestigiosas empresas norteamericanas para luego desembarcar en los negocios familiares una vez adquirida presuntamente la experiencia necesaria.


 


Sus gustos también son muy similares: van a los mismos lugares de copas, comen en los mismos restaurantes, compran la ropa en las mismas tiendas, viajan a los mismos destinos turísticos, se construyen sus mansiones en las mismas urbanizaciones, asisten juntos a las mismas concentraciones cinegéticas, pertenecen al mismo círculo de amistades y, en definitiva, configuran un clan impenetrable de ricos por derecho consanguíneo.


 


Este es un universo desconocido para la mayoría de los mortales, pero muy normal para un escogido ramillete de «cachorros» que ahora heredarán inmensas fortunas, hechas muchas de ellas a base de hábiles negocios en los denominados tiempos del pelotazo. Los más poderosos son los de siempre, con la excepción hecha de algún nuevo rico. Sus antepasados levantaron emporios económicos que ahora empiezan a recibir en herencia.


 


Los autores de este libro se han acercado a esos sitios que frecuentan, donde han compartido confesiones con quienes les conocen y presumen de ser sus amigos, para poder corroborar en primera persona que se mueven en círculos cerrados, que habitan como especies protegidas -no se mezclan con nadie que no sea de su condición social- y sobre todo sorprenden sus relaciones endogámicas, que hemos podido comprobar en innumerables ocasiones y de cuya realidad damos cuenta en estas páginas.


 


Todos ellos han tenido la suerte de nacer en familias adineradas o con rancio abolengo, empresarial o nobiliario. El dinero y el poder se unen con la aristocracia, en muchas ocasiones mediante matrimonios. Es la fórmula más sencilla de mantener esta elite económico-social con influencias y además títulos nobiliarios. No obstante, en ocasiones su llegada a la cúspide de las grandes empresas familiares, no está exenta de fraticidas luchas internas, porque son contados los puestos de alta jerarquía a repartir y muchos los candidatos que optan a ellos. Todos están muy bien preparados y sus ambiciones -como las de sus padres- no tienen límite y nunca están colmadas. Son los llamados herederos del «Gran Poder».


 


Se trata de un mero intercambio de papeles entre padres e hijos que poco varía, si acaso el nombre es otro, pero los apellidos siempre son los mismos. Son pocos los elegidos en este olimpo de ricos potentados, aunque a la sombra -porque no les ha quedado otro remedio- permanecen hermanos y sobrinos del patriarca. Por eso hay algunas sagas que han elaborado cuidadosos protocolos familiares y estatutos en sus empresas para evitar espectáculos mediáticos que manchen el buen nombre de sus negocios. En cambio, algunos no han encontrado recambio en sus hijos y deambulan desesperados. Para ellos siempre fueron su esperanza y recambio empresarial. Esta falta de recambio, ha obligado a que otros hayan tomado el relevo sin pertenecer a la misma sangre de estas dinastías de gran tradición en el mundo financiero.


 


Este libro supone un importante avance no sólo porque aporta muchos y valiosos datos sobre los grandes y nuevos representantes de las finanzas y la aristocracia española sino porque, por primera vez, están todos juntos e interconexionados. Es un manual para conocer y comprender cómo funciona este reducido y elitista grupo de potentados y herederos, tanto en los despachos como en la alcoba. Se sorprenderán, siempre son los mismos, con secretos inconfesables que más de uno hubiera querido llevarse a la tumba.


 


Los autores hemos podido constatar mediante documentos que obran en nuestro poder que en este país hay apellidos intocables y que en muchas ocasiones son la mejor tarjeta de presentación para atesorar grandes fortunas. Muchos son los que a la sombra o al amparo del apellido Borbón han conseguido también figurar sin limitación, sin apenas formación y con el único mérito de pertenecer al entorno familiar o de allegados de la Casa Real española. Una etiqueta con la que conseguir pingües beneficios.


 


En este mismo terreno se mueve la saga de los descendientes del general Francisco Franco, los Martínez-Bordiú Franco, que sin estar en primera línea informativa -a excepción de la nietísima, Carmen Martínez Bordiú y de su hijo Luis Alfonso de Borbón- han continuado, sin tregua, añadiendo ceros a su abultado patrimonio.


 


Aunque para fortuna y extensísimo patrimonio figura en primer lugar los herederos de la Casa de Alba -unos integrantes siempre inmersos en la vorágine de la prensa del cuore- que entre tanto devaneo sentimental supieron poner orden en sus negocios. O más bien otros se lo pusieron, porque todos los méritos de su éxito empresarial los tiene su padrastro, el ya desaparecido Jesús Aguirre. Es ahora Carlos Martínez de Irujo, duque de Huéscar y prometido de otra grande como es Alicia Koplowitz, quien gestiona las cuentas familiares. Algún día, cuando Cayetana Fitz James de Stuart muera será el momento de repartir y entonces ya habrá tiempo para las luchas y desavenencias económicas familiares. De momento, los únicos problemas entre los herederos son los de alcoba.


 


También reveladoras de sus ambiciones son las posiciones empresariales que han tomado los seis hijos -tres varones y tres mujeres- que resultaron de los matrimonios de «Los Albertos» con las hermanas Koplowitz. En casa han tenido muy buena escuela: sus deseos de triunfo y de hacer dinero les convierte en auténticos artesanos financieros.


 


Otras dos familias -que parecían haber perdido fuelle económico- pero que vuelven a querer estar en lo más alto son los sucesores del controvertido Jesús Gil y Gil y la numerosísima colección de vástagos de José María Ruiz Mateos, hoy volcados de pleno -aunque desde un plano más discreto- en sus importantes negocios bodegueros, alimenticios e inmobiliarios del nuevo holding de la abeja. El poder familiar andaluz y, sobre todo, jerezano resurge de sus cenizas.


 


Precisamente, este poder es el que ha mantenido unidas a tradicionales sagas, como los Domecq o los González Byas, siempre en torno al toro y al vino. De nuevo, estas dinastías jerezanas vuelven a confiar en sus actuales generaciones para remontar el poder perdido.


 


Otra clásica familia andaluza de empaque y solera es la que conforma la Casa de Medinaceli. Los innumerables problemas judiciales del anterior duque de Feria pusieron en jaque a todos los integrantes de esta dinastía de abolengo aristocrático, que ahora tiene en los hermanos Rafael y Luis Medina Abascal- hijos del desparecido Rafael Medina y Nati Abascal- a sus mayores representantes públicos y referentes de su antecesor, el Gran Capitán. Dos nuevas caras que han dado más frescura a la devaluada Casa de Medinaceli.


 


Quienes están unidos en el triste destino son los Valls Taberner y los descendientes de Juan Abelló. Los primeros han salido del banco sin poder colocar en la cúspide de la entidad a ninguno de los dos descendientes que optaban a tan codiciado puesto. Ni Cristina ni su hermano Javier supieron o pudieron dar el paso definitivo para gobernar la institución bancaria más saneada de Europa. Tampoco a Juan Abelló se lo están poniendo fácil sus vástagos, aunque alguno ya asume poderes en su basto imperio financiero. Pero Juan Abelló sigue confiando en la ruleta de la fortuna que sigue dando vueltas y que para el caso de los poderosos siempre se detiene en el mismo punto.


 


Los March, los Botín y los Polanco, en cambio, sí han sabido con inteligencia y con mano firme formar una cantera importante de sucesores, que ya dirigen los destinos de sus empresas.


 


La parrilla de salida de «Los Herederos del Gran Poder» está ya configurada. Pero sólo se trata de la primera carrera. Después, habrá más. Eso sí, con integrantes diferentes. Serán los herederos de otros potentados. Los hijos de Amancio Ortega, de la baronesa Thyssen, del empresario Abel Matutes, de Jordi Pujol, del editor Antonio Asensio…Todos, o casi todos, algún día serán tan poderosos e influyentes como sus padres, es cuestión de tiempo.