Los países ricos caen en la fiebre agrícola

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La FAO advierte de que el aumento de las adquisiciones de tierras de cultivo extranjeras es 'una forma de neocolonialismo'

Les prometieron puestos de trabajo. Una carretera mejor. Una nueva escuela. Toda la prosperidad anunciada procedería de «una de las mayores plantaciones de jatropa del mundo». Pero el jefe tribal que vendió las 38.000 hectáreas de tierras comunitarias en el norte de Ghana a la compañía noruega Biofuel Africa rubricó el acuerdo con su pulgar porque no sabía leer ni escribir.


Un año más tarde, «el proyecto de Tamale está paralizado porque la compañía se saltó todos los pasos legales, entre ellos un estudio de impacto medioambiental», explica por teléfono el funcionario de la Comisión de propiedad agrícola Bakari Nyari. «Pero miles de hectáreas de bosque ya habían sido arrasadas cuando se descubrió y la población local ha perdido su principal fuente de sustento» critica Nyari «Recuerda a los oscuros tiempos coloniales».


HAY EN MARCHA UNA COMPETICIÓN POR LAS ZONAS MÁS FÉRTILES DE ÁFRICA Y ASIA


La fuerte subida del precio de los alimentos y las grandes expectativas levantadas por los agrocarburantes han lanzado una competición entre los países ricos por las tierras más fértiles del planeta, sobre todo en África y el sur de Asia.


La compra de tierras no es un fenómeno nuevo, pero se ha acelerado tanto en los últimos meses que el director de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un organismo de la ONU, Jacques Diouf, ha alertado que «puede estarse creando una forma de neocolonialismo», es decir los países pobres estarían produciendo comida para los países ricos a expensas de sus propios ciudadanos hambrientos.


EL GIGANTE DAEWOO HA ALQUILADO CAMPOS EN MADAGASCAR


De esta forma, los estados que tienen que importar prácticamente casi todos sus alimentos como Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y otros países de Oriente Medio se protegen ante una nueva crisis alimentaria que dispare el precio de su cesta de la compra. O ante una posible retención temporal de grano en los países exportadores, por la que optó Tailandia en 2007.


Por otro lado, las multinacionales agrícolas han visto una nueva vía de negocio que podría reportarles grandes beneficios y han encontrado nuevos inversores que buscan nichos de mercado a salvo de la actual crisis económica. Por ejemplo, hace dos semanas el gigante de la electrónica surcoreana Daewoo cerró un acuerdo para alquilar por 99 años un millón de hectáreas en Madagascar. Su objetivo es producir cinco millones de toneladas de maíz para 2023. El banco de inversión de EEUU Morgan Stanley compró 40.000 hectáreas en Ucrania. Y la lista sigue creciendo.


LOS PAÍSES QUE IMPORTAN ALIMENTOS QUIEREN REDUCIR SU VULNERABILIDAD


«Estamos acostumbrados a ver compras de 100.000 hectáreas. Ahora pueden llegar a ser de un tamaño incluso diez veces superior. No hay precedentes», reconoció al diario Financial Times Carl Atkin, consultor de la compañía británica Bidwell Agribusiness.


A diferencia de los terrenos urbanizables, lastrados por la actual crisis inmobiliaria, el bajo precio de las tierras agrícolas se ha disparado en 2008, con el mayor aumento en 15 años, según la Royal Institution of Chartered Surveyors (RICS).


CEDIDO EL 15% DE LAOS


Laos, uno de los países más pobres del sur de Asia, es uno de los ejemplos más claros. Entre dos y tres millones de hectáreas de tierras arables el 15% del territorio han sido entregadas a compañías extranjeras, a menudo a través de la mediación de gobiernos foráneos. Tailandeses, vietnamitas y malasios controlan las plantaciones de caucho y azúcar del sur. Japoneses e indios tienen plantaciones de eucaliptus para la fabricación de papel en el centro. Y empresas chinas se han instalado en el norte para cultivar arroz.


Como consecuencia, numerosos campesinos de Laos han sido desplazados de sus tierras por las autoridades comunistas a cambio de compensaciones mínimas. Se han quedado de golpe sin dinero para comprar alimentos ni terrenos donde cultivarlos.

«Muchas de las compañías que están invirtiendo en el extranjero se llevan sus propios trabajadores y su tecnología, casi no generan empleo«, declara Devinder Sharma, director del Foro de Biotecnología y Seguridad Alimentaria de India. «Se producen cada vez más alimentos, pero se reparten peor. Las políticas de outsourcing agrícola son un crimen», sentencia.