Manifiesto de los premios Nobel contra el holocausto del hambre

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El problema del hambre en el mundo, llevó en 1981 a los sabios, a 52 hombres y mujeres, laureados con el premio Nobel, a firmar un Manifiesto contra el holocausto del hambre.

Hoy, 30 años después el holocausto del hambre aumenta; la ciencia y la técnica nos dijeron hace 30 años, que acabar con el hambre era una decisión política, que hay alimentos y posibilidades de desarrollo para el doble de la población mundial.

Hoy como ayer, tenemos que gritarlo desde los tejados y no permitir que los poderosos de la tierra, creen crisis financieras artificiales para aplastar a los empobrecidos, poniendo en bolsa los alimentos de primera necesidad, robando las viviendas de los pobres, regalando el dinero de nuestros impuestos a la banca…

El texto de este manifiesto y los nombres de los firmantes son los siguientes:

Manifiesto contra el holocausto del hambre

Los abajo firmantes, mujeres y hombres de ciencia, de letras y de paz, diferentes entre nosotros por la religión, la historia y la cultura, que hemos sido distinguidos porque buscamos, honramos y veneramos la verdad en la vida y la vida en la verdad, a fin de que nuestras obras sean un testimonio universal de diálogo, de fraternidad y de civilización común en la paz y el progreso…

Dirigimos un llamamiento a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, a los poderosos y a los humildes, cada uno de ellos con sus propias responsabilidades, para que recuperen la vida cientos de millones de seres humanos, a los que el hambre y el subdesarrollo hacen agonizar, víctimas del desorden político y económico internacional que reina en la actualidad.

Un holocausto sin antecedentes, cuyo horror abarca en un único año todo el espanto de las masacres que nuestras generaciones han conocido en la primera mitad de este siglo (XX), se está realizando y desborda cada día más, a cada instante que pasa, el perímetro de la barbarie y de la muerte, no solamente en el mundo, sino también en nuestras conciencias.

Todos aquellos que denuncian y combaten este holocausto son unánimes en definir a la política como la causa principal de esta tragedia.

Es necesario, pues, una nueva voluntad política y una nueva organización específica de esta voluntad, que busque directa y manifiestamente – con una prioridad absoluta- superar las causas de este exterminio y evitar lo más rápidamente posible sus efectos.

Es necesario decidir el método y el procedimiento adecuados, entre los ya existentes o imaginables, sean elaborados lo más rápidamente posible y puestos en práctica: es necesario que un conjunto de proyectos convergentes y que correspondan a la pluralidad de las responsabilidades y de las conciencias asegure la vida donde no hay más que muerte.

Es necesario que las más altas autoridades internacionales, los Estados, los pueblos, – tan a menudo mantenidos en la ignorancia sobre las posibilidades de una política de vida y salvación-, tal y como reclaman, angustiadas, algunas de las más altas autoridades espirituales de la Tierra, trabajen unidos en la acción, con objetivos exactos, precisos y apropiados, para combatir y vencer en todos los países a la muerte que amenaza, invade y condena a una gran parte de la humanidad.

Hay que sublevarse contra ese falso realismo que incita a resignarse a una fatalidad que, en realidad, es producto de las responsabilidades  políticas y del desorden establecido.

Es necesario luchar con realismo para que lo que es posible sea realizado y no se malgaste -tal vez para siempre-. Es necesario cambiar esas modas y esos gestos de asistencia, que proporcionan, sobre todo, una buena conciencia barata y que no salvan a aquellos a quien están destinadas, así como esas utopías crueles y estériles que sacrifican a los hombres actuales en aras de un proyecto futuro de sociedad.

Es necesario que los ciudadanos y los responsables políticos elijan y voten, a sus niveles respectivos, electorales o parlamentarios, gubernamentales o internacionales, nuevas leyes, nuevos presupuestos, novedosos proyectos y nuevas iniciativas, y que sean inmediatamente puestas en práctica para salvar a millones de hombres de una deficiente alimentación, del subdesarrollo y de la muerte por hambre de centenares de millones de seres humanos en  cada nueva generación.

Es necesario que todos y cada uno demos mucha importancia al deber de salvar a los seres vivos y de no matar, por desidia, por omisión o por indiferencia.

Los poderosos de la tierra son responsables, pero no son los únicos

Si los que no tienen poder ni armas no se resignan a la pasividad, si son cada día más numerosos y proclaman que no obedecerán más que a una sola ley, la fundamental de los derechos de los hombres y de los pueblos, ley que es ante todo el Derecho y derecho a la vida;

Si aquellos que no tienen poder ni armas se organizan, utilizando sus escasas pero duraderas armas -las armas de la democracia política y de las grandes acciones no violentas, al estilo de Gandhi-, proponiéndose e imponiendo posibilidades y objetivos cada vez más concretos y adecuados; si esto se sucediese, nuestra época dejaría de ser una era catastrófica.  

Nuestro saber no puede limitarse a contemplar, impertérritos e irresponsables, el horrible fin que se avecina. Nuestro saber nos dice que la humanidad corre peligro de muerte. Nuestro saber debe ser una ciencia de la esperanza y una ciencia salvadora, sustancia de las cosas en las que creemos y confiamos.  

Si los medios de información, si los poderosos de este mundo que nos han querido honrar con las muestras de reconocimiento que nos han concedido, consienten en escuchar y también en hacer escuchar en esta ocasión nuestra voz y nuestra acción, así como el de todos aquellos que en este momento están trabajando en el mundo en esta misma causa; si las mujeres y los hombres, si los pueblos supieran, si son informados, no dudamos que el porvenir podrá ser distinto del que hoy vemos evidente.

Para ello es necesario, sin más tardanza, tomar una decisión, actuar, crear, vivir y hacer vivir.


Vicente Aleixandre, Nobel de Literatura 1977

Hannes
Alfven, Nobel de Físical 1970.

Christian
Anfinsen, Nobel de Química 1972.

Kenneth
Arrow, Nobel de Economía 1972.

Julius
Axelord. Nobel de Medicina 1970.

Philip
Anderson, Nobel de Física 1977.

Samuel
Beckett, Nobel de Literatura 1969.


Barui Benacerraf, Nobel de Medicina 1980.

Heinrich
Boll, Nobel de Literatura 1972.

Norman
Ernest Borlaug, N. de la Paz 1970.

Owert
Chamberlain, Nobel de Física 1959.

Malread
Corrigan, Nobel de la Paz 1976.


André Cournand, Nobel de Medicina 1956.

Jean Dausset,
Nobel de Medicina 1980.

John Carew
Eceles, N. de Medicina 1963.


Odysseus Elitys, Nobel de Literatura 1979.

Ernst
Otto Fischer, Nobel de Química 1973.

Rodney
Robert Porter, N. de Medicina 1972.

Ilya
Prigogine, Nobel de Química 1977.

Isidor Isaac
Rabi, Nobel de Física 1944.

Martin Ryle,
Nobel de Física 1974.


Abdus Salam, Nobel de Física 1979.

Frederik
Sanger, Nobel de Química 1958 y 1980.

Albert Szent-Gyorgy,
N. de Medicina 1937.

Hugo
Theorell, Nobel de Medicina 1955

Roger
Guillemin, Nobel de Medicina 1977.

 

Odd Hassel,
Nobel de Química 1969.

Gerhard
Herzberq, Nobel de Química 1971.

Robert
Hofstadter, Nobel de Física 1961.

Francis
Jacob, Nobel de Medicina 1965.

Brian
Josephson, Nobel de Física 1973.

Alfred
Kastler, Nobel de Física 1966.

Polykarp
Kusch, Nobel de Física 1955.

Salvador
Luria, Nobel de Medicina 1969.

André Lwoff,
Nobel de Medicina 1965.

Sean Mac
Bride, Nobel de la Paz 1974.

Czeslaw
Milosz, Nobel de Literatura 1980.

Eugenio
Montale, Nobel de Literatura 1975.

Nevill Mott,
Nobel de Física 1977.

Gunnar
Myrdal, Nobel de Economía 1974.

Daniel
Nathans, Nobel de Medicina 1978.

Philip Noel-Baker,
Nobel de la Paz 1959.

Adolfo
Pérez Esquivel, N. de la Paz 1980.

Jan
Tinbergen, Nobel de Economía 1969.

Nikolaas
Tinbergen, N. de Medicina 1973.

Ulf von
Euler, Nobel de Medicina 1970.

George Wald,
Nobel de Medicina 1967.

James Dewey
Watson, N. de Medicina 1962.

Patrick
White, Nobel de Literatura 1973.


Maurice Wilkins, Nobel de Medicina 1962.


Betty Williams, Nobel de la Paz 1976.

Charles
Hard Townes, Nobel de Física 1964

 

Al día siguiente de hacerse público, el 26 de junio de 1981, habían apoyado el Manifiesto numerosos políticos

«El primer ministro de Bélgica, Mark Eyskens; el presidente de Senegal, Abdou Diouf; el presidente de la Asamblea Nacional de Argelia, Abdelkader Benkedadra, y el ex primer ministro francés Pierre Mendes France, son algunas de las personalidades que se han adherido ya al manifiesto de los premios Nobel contra el hambre en el mundo hecho público ayer en Bruselas»

En 1984 otros tantos premios Nobel se habían sumado al Manifiesto:

 

Americans
Friends S. Committee Paz 1947

David
Baltimore Medicina 1975

J. Georg
Bednorz Física 1987

Saul
Bellow Literatura 1976

Joseph
Brodsky Literatura 1987

Bureau
International de la Paix Paz 1970

Elias
Canetti Literatura 1981


Subrahmanyan Chandrasekhar Física 1983

Stanley
Cohen Medicina 1986

Gerard
Debreu Economía 1983

Paul John
Flory Química 1974


William A. Flower Física 1983


Alfonso G. Robles Paz 1982


Sheldon L. Glashgow Física 1979


William Golding Literatura 1983


Ragnar Granit Medicina 1967


Haldan Keffer Física 1964


Hartline Medicina 1967


Dudley Hershbach Química1986


Dorothy Hodkin Física 1979


David Hubel Medicina 1981


Jean Marie Lehn Química1987

Rita Levi
Montalcini Medicina 1986

Wassily
Leontief Economía 1973

César
Milstein Medicina 1984

Franco
Modigliani Economía 1985

Rudolf
Massbauer Física 1961

Marshal
Nierenberg Medicina 1968

Severo Ochoa
Medicina 1959

Linus
Pauling Química 1954 y Paz 1962

Arno
Penzias Física 1978

John
Polanyi Química 1986

Quaker
Peace and Service Pace 1947

Tadeus
Reichstein Medicina 1950

Burton
Richter Física 1976

Heini
Rohrer Física 1986

Carlo
Rubbia Física 1984

Anwar El
Sadat Paz 1978


Andrei D. Sajarow Paz 1975


Arthur Schawlow Física 1981


Jaroslav Seifert Literatura 1984

Kai
Siegbahn Física 1981

Clude
Simon Literatura 1985

Robert M.
Solow Economía 1987

Henry
Taube Química1983

Sir
Alexander Todd Química 1957

Susumu
Tonegawa Medicina 1987

Desmond
Tutu Paz 1984

Simon Van
Der Meer Física 1984 Lech Walesa Paz 1983

Ernest
Walton Física 1951

Elie
Wiesel Paz 1986

Torsten
Wiesel Medicina 1981

Louis
Neel Física 1970

Víctimas del desorden político y económico internacional que reina en la actualidad, el hambre es un holocausto sin antecedentes, cuyo horror abarca en un único año todo el espanto de las masacres que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XX.

Todos aquellos que denuncian y combaten este holocausto son unánimes en definir a la política como la causa principal de esta tragedia.