El sacerdote burgalés Manuel Guerra Gómez, Consultor de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, acaba de publicar la cuarta edición de su «Diccionario enciclopédico de las sectas» (BAC, Madrid). Con este motivo ha concedido a Veritas esta entrevista:
20/07/2005
(Agencia VERITAS)
-¿Qué novedades aporta esta edición?
Manuel Guerra: Además de la actualización de varios datos estadísticos, de completar las localidades en las que hay sectas, etc., ofrece un «Apéndice» con 114 grupos nuevos y la ampliación de otros ya tratados en la edición anterior, a veces extensamente, por ejemplo lo relativo a la masonería, sobre todo en España.
-¿El fenómeno de las sectas crece en nuestra sociedades?
Manuel Guerra: Está creciendo mucho el esoterismo y ocultismo (astrología, la magia, la consulta a los videntes, el horóscopo), también la Wicca o brujería moderna (una de las tres ramas del demonismo) y el fenómeno de New Age o Nueva Era.
En España, si alguien abandona la Iglesia católica, suele hacerse en la idolatría del «bienestar» (obsesión del neopagano) y en la del «biensentirse» interior (paz y armonía consigo mismo, con los demás y con el universo, propio de Nueva Era). En cambio, en Latinoamérica, el que deja de ser católico no suele dejar de ser cristiano, pues pasa al protestantismo, se hace evangélico.
Las sectas atraen a los que tienen una cierta inquietud religiosa y no se quedan satisfechos con la paganismo ambiental.
-¿Qué tipo de sectas son las de más actualidad en España?
Manuel Guerra: Por el número de sus miembros los Testigos de Jehová y el mormonismo. Pero el clima actual está impregnado por Nueva Era, a la que la gente no suele dar importancia. La Santa Sede se la da y mucha, ciertamente con razón.
Téngase en cuenta que el laicismo es de origen e impronta masónicos. Por eso no debe extrañarnos que el gobierno actual trate de imponerlo en España, pues al menos ocho de sus miembros son masones, incluidos su Presidente y la Vice-Presidenta Primera. Como la mayoría pertenecen a cinco logias, enclave del Gran Oriente Francés o masonería irregular, la más anticatólica, al parecer quieren instaurar en España el laicismo vigente en Francia, incluso más radicalizado |
Unos datos indicativos. En febrero del 2003 publicó un documento de 72 páginas, titulado «Jesucristo, portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre New Age». A continuación envió una encuesta sencilla de cinco preguntas a todas las Conferencias Episcopales de la Iglesia. Una vez recibidas y valoradas las respuestas, en junio del año pasado se celebró en el Vaticano una «Consulta Internacional sobre Nueva Era» de altísimo nivel. En España la Comisión episcopal de Relaciones Interconfesionales ha organizado una reunión de información y formación sobre Nueva Era para los delegados de ecumenismo de todas las diócesis españolas.
Pero, si se pregunta a los responsables de la pastoral y a los cristianos en general qué es Nueva Era, han oído su nombre, tal vez hayan escuchado la «Música New Age», quizás conozcan alguna organización nueverana, pero no conocen sus rasgos definitorios ni qué criterios hay para discernir si una librería, un grupo, una herboristería, una terapia o un restaurante es o no de Nueva Era. Para subsanar esta deficiencia publiqué hace un año el libro «100 preguntas-clave sobre New Age. Un catecismo no elemental» (Monte Carmelo, Burgos).
Si el siglo XX empezó con el modernismo, el XXI lo ha hecho con un fenómeno en parte similar, en parte distinto, pero mucho más generalizado y profundo, a saber, la red de Nueva Era.
-¿Cuáles son en España los elementos más visibles de New Age?
Manuel Guerra: Un ejemplo: según un catálogo nueverano, en el centro de Madrid (desde la plaza Castilla a la de Atocha y desde la de la España a la de Roma), hay 31 centros, 18 librerías y 15 restaurantes de Nueva Era. ¿Cuántas librerías cristianas hay en ese mismo espacio? Aproximadamente en ese mismo ámbito se dieron casi 200 «conferencias gratuitas» (unas seis diarias) sobre Nueva Era en mayo del año pasado. Visibles y muy frecuentados son también tantos salones de los numerosos Métodos del Potencial Humano.
-En estos días ha tenido lugar en Madrid un congreso organizado por la ICSA sobre las sectas. ¿Qué opina?
Manuel Guerra: La AFF (American Family Foundation, «Fundación Americana para la Familia»), fundada en 1979, cambió su nombre el año pasado por el de International Cultic Studies Association (ICSA). El hecho de celebrarse en la Universidad Autónoma de Madrid le imprime unos rasgos de seriedad y rigor científicos. No obstante, el trasfondo organizativo se halla en manos de la AFF, que ha promovido la formación de organizaciones similares en bastantes países. Está encuadrada en el «Anticult Movement» de signo descaradamente laicista. Su unión con CFF (Citizen Freedom Foundation) originó la CAN (Cult Awareness Network, «Red para la Concienciación sobre las Sectas»). La secta Iglesia de la Cienciología interpuso contra ella más de 50 procesos judiciales hasta que, en 1996, se adueñó de todos sus bienes y derechos (archivo, teléfono, etc.) tras su triunfo en uno de esos juicios (caso Rick Ross).
Los grupos del Anticult Movement de signo laicista han sido los más escuchados en el «Observatoire» (Observatorio) instituido en cada departamento francés y en la sede central de París, donde incomprensiblemente se admiten denuncias e informaciones anónimas, como en el Imperio Romano y en la denostada Inquisición.
-¿Por qué cree usted que ha habido, también en este Congreso, cierto empeño en calificar a algunos grupos católicos como sectas?
Manuel Guerra: Es lógico el empeño de las organizaciones laicistas en incluir ciertas organizaciones católicas entre las sectas. Además, el laicismo, por una parte, ataca a instituciones católicas por ser compactas, dóciles al Magisterio de la Iglesia y apostólicamente activas. Por otra parte, apoya a grupos marginales con la intención de formar una iglesia paralela a la Iglesia de Jesucristo, la que entronca con Él y con el colegio apostólico a través del colegio episcopal con el Papa al frente. Piénsese en «Catholics For a Free Choice (Católicos pro Libre Elección/Decisión), la Masonería Rectificada Cristiana, Somos Iglesia, Teólogos de Juan XXIII, Cristianos para el Socialismo, los de Nueva Era promotores del neoindigenismo y de su Teología Indígena, etc. Son grupos en los que los criterios socio-culturales y políticos suelen prevalecer sobre los específicamente eclesiales. Por ello son más afines a la orientación laicista.
Como ha demostrado, ya en 1994, uno de los máximos expertos en sectas, el italiano M. Introvigne, «el Anticult Movement (en el contexto habla de AFF y de CAN), nacido en ambientes laicistas, afirma ocuparse exclusivamente de comportamientos -«deeds»-, no de doctrinas –»creeds»- y ataca como «sectaria» cualquier forma de experiencia religiosa que, desde su punto de vista, resulte más intensa de lo que el secularismo actual está dispuesto a tolerar».
El laicismo pretende recluir a las religiones concretas y sus manifestaciones, sobre todo al cristianismo, en el foro íntimo de la conciencia individual y dentro de los templos, privándolo de su presencia e influjo en la calle, en la vida profesional, etc. De ahí que tache de «sectarismo, fanatismo, fundamentalismo» a los individuos e instituciones que traspasen los límites estatuidos por los laicistas.
La verdad es que el laicismo, especialmente si cuenta con el respaldo de los gobiernos, suele terminar por convertirse en un «fundamentalismo secularizado, sectario», no más respetuoso con los derechos de los demás que el fundamentalismo de signo religioso. Téngase en cuenta que el laicismo es de origen e impronta masónicos. Por eso no debe extrañarnos que el gobierno actual trate de imponerlo en España, pues al menos ocho de sus miembros son masones, incluidos su Presidente y la Vice-Presidenta Primera. Como la mayoría pertenecen a cinco logias, enclave del Gran Oriente Francés o masonería irregular, la más anticatólica, al parecer quieren instaurar en España el laicismo vigente en Francia, incluso más radicalizado. Desde hace 20 años o más la AFF (ICSA) ha organizado encuentros o congresos en EE.UU. ¿Por qué el primero celebrado fuera de su país de origen ha tenido lugar en España?
-¿Un grupo cristiano puede ser llamado secta?
Manuel Guerra: En mi Diccionario y siempre empleo el término «secta» en su sentido técnico, no en el peyorativo de su uso vulgar que identifica «secta» y «secta destructiva»- De las 20.000 sectas informatizadas por Gordon Melton (Universidad de Sta. Bárbara, California) solo unas 200 son «destructivas», o sea, matan a sus adeptos o a quienes se les oponen. Es una injusticia y calumnia evidentes extender al 98% lo propio de solo el 2%. Recuérdese, además, que, en los primeros siglos de la Iglesia, el término «cristiano» era tan peyorativo que podía ser causa de la condena a muerte, el martirio, a quien reconocía serlo. No usemos la palabra «secta» como arma arrojadiza y no repitamos la historia, aunque sea atenuada.
Uno de los rasgos definitorios de «secta» es su ser un «grupo autónomo». Si no es autónomo, será secta si lo es la organización más amplia en la cual se integra. Pero, en la Iglesia católica, nadie es autónomo, ni siquiera el Papa. Por consiguiente, si alguien llama «secta» a una institución de la Iglesia, está llamando secta a la Iglesia misma. Además, todas las instituciones católicas, también las diócesis, deben informar periódicamente de sus actividades y situación a la Santa Sede. Si una organización fuera «secta» en el sentido técnico de esta palabra, sería corregida y se vería obligada a introducir las reformas que se le indiquen si quiere permanecer dentro de la Iglesia.