MEMORIAS de AUSCHWITZ

1808

Se cumplen ahora sesenta años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz – el 27 de enero de 1945 – y continúan publicándose libros y testimonios sobre la barbarie nazi y el holocausto de los judios.


Por Luis González Seara
La Clave 28-3 febrero de 2005

En este mes de enero de 2005, han aparecido las traducciones españolas de dos excelentes obras: el ensayo de Lawrence Rees, «Auschwitz. Los nazis y la solución final», y «La historia de una vida», del sobreviviente del holocausto Aharon Appelfeld. Alguien puede pensar que ya se ha dicho todo sobre el

El silencio y la ocultación fue mucho mayor en el otro gran genocidio y exterminio comunista perpetrado por Stalin en la URSS, Mao en China y Pol Pot en Camboya
holocausto y los campos de la muerte y, sin embargo, la verdad es que el conocimiento de esa abrumadora tragedia europea del siglo veinte ha sido fragmentaria, llena de silencios, de precauciones diplomáticas, de represión de los sentimientos de culpa. Sin duda, el silencio y la ocultación fue mucho mayor en el otro gran genocidio y exterminio comunista perpetrado por Stalin en la URSS, Mao en China y Pol Pot en Camboya. Y cuando alguien aportaba testimonios directos y palpables del terror y la vesania asesina y totalitaria, como en el caso del Gulag mostrado por So1jetnysin, se veía insultado, difamado y orillado por una intelectualidad que difícilmente podrá lavar los estigmas de un compromiso, en la mayoría de las veces, miserable y cínico. También ahí siguen apareciendo libros lúcidos y sobrecogedores, como Koba el Terrible, de Martin Amis, que cuenta el espeluznante exterminio de veinte millones de víctimas por parte de Stalin, en nombre, claro está, de la emancipación humana. Pero el libro no tuvo excesivo eco. Y no digamos el Libro negro del Comunismo, escrito por un buen plantel de historiadores franceses, que aquí ha sido convenientemente silenciado. Los crímenes nazis han sido lógicamente más aireados, pero sin profundizar demasiado ni tocar cuestiones resbaladizas. Intelectuales dignos y responsables, como Jaspers, no vacilaron
en abordar el problema de la culpa alemana. Pero, cuando H. Arendt siguió el proceso de Eichmann en Jerusalén y planteó, en un libro famoso, su análisis de la banalidad del mal, hubo grandes reticencias y disgustos occidentales, incluso entre los judíos. producido los últimos tiempos se han producido películas que llegan a grandes públicos, como La lista de Schindler, o la serie del Holocausto, que abren el conocimiento y la información a generaciones ignorantes de lo ocurrido. Sin embargo, sigue siendo necesaria la reflexión sobre los horrores de los dos grandes totalitarismos del siglo veinte, a la luz de los muchos datos y referencias existentes, libres ya de los cinismos y manipulaciones de la guerra fría y del inicuo compromiso con el crimen y el horror de la clerecía andante. El libro de Lawrence Rees sobre Auschwitz utiliza la historia y los avatares del campo para explicar ese terrible proceso de degradación humana, mediante
la racional organización de la matanza y el exterminio de millones de judíos, conducidos desde distintas partes de Europa. Y permite comprender cómo, en medio de un desarrollo económico, cultural y tecnológico, sin precedentes en la historia, el comportamiento humano, manipulado desde ideologías fundamentalistas y sentimientos irracionales, puede degradarse hasta niveles que superan las tiranías antiguas. «La historia de una vida», de Aharon Appelfeld, describe lo que él llama cien años de soledad judía, holocausto incluido, con voluntad de superar las secuelas de la larga noche. La noche hacia cuyo final realizó también Celine su Viaje, en medio de un crepúsculo europeo que retarda en exceso el nuevo amanecer.