Un reciente informe relata la vida en el poblado «El Gallinero». 298 niños malviven rodeados de desechos, conviven con animales y juegan en una carretera que las cundas de la droga atraviesan a gran velocidad. Ratas violencia y basura forman parte de su vida diaria. A escasos Km. también se levanta el municipio con más renta per cápita de España, Pozuelo.
El informe*, elaborado a través de 40 entrevistas con menores de El Gallinero, concluye que 298 de las 435 personas que habitan el poblado son menores de 18 años, según los datos de las parroquias de Entrevías que efectúan el reparto de alimentos dos veces al mes. “Están completamente aisladas, a 35 minutos de los servicios públicos”, denuncia el director del Instituto de Familia de la universidad, Fernando Vidal.
Con viviendas hacinadas y un solo punto de agua para todo el poblado, los niños tienen que cargar pesados bidones. Rodeados de desechos, conviven con animales salvajes y juegan en una carretera que las cundas de la droga atraviesan a gran velocidad. El estudio considera que estos niños tienen un 98% de posibilidades de morir antes de los 60 años, frente al 7% de la media española.
El párroco de San Carlos Borromeo de Entrevías, en Vallecas, Javier Baeza, ha contado a Europa Press que el pasado sábado iban a celebrar una fiesta en El Gallinero por los derechos de los niños y monseñor Osoro le dijo a una de las personas de la parroquia que quería ir. La fiesta tuvo que suspenderse por la lluvia pero Osoro acudió igualmente de visita.
«Allí acudimos con la que caía en Madrid el sábado (3 de Diciembre) y se quedó muy consternado por la situación de pobreza a escasos 12 kilómetros de la Puerta del Sol. Le contamos las dificultades que tiene la población porque el Ayuntamiento de Madrid no nos deja instalar letrinas y tienen que hacer sus necesidades al aire, que solo tienen un punto de agua corriente y no hay ninguna calle asfaltada», ha explicado Baeza.
Osoro, que recorrió el poblado durante más de dos horas y media, estuvo acompañado por otro sacerdote que llegó con él, por Javier Baeza, otro cura de la parroquia de Entrevías, Pepe Díaz, y por dos voluntarios, Marta y Jorge. El arzobispo suspendió una comida con sacerdotes para poder ir.
Baeza, que no conocía en persona a Osoro, dice que fue «muy grato» ver cómo se acercó a la gente del poblado «sin hacer juicios» y siendo «muy respetuoso» con las familias, sin entrar en las creencias o en el tipo de vida que llevaban, mostrándose «muy cercano».
Fuente: El País y Europa Press
* Informe: Save The Children y la Universidad Pontificia Comillas