Ni en los refugios encuentran refugio

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  • «No te doy mi nombre porque tengo miedo».
  • La violencia contra los migrantes centroamericanos, aunque también mexicanos, no da tregua en el camino ni en los refugios creados para su protección. Si tienen la suerte de llegar a uno de estos albergues, aún tienen que sobrevivir a los allanamientos oficiales de las autoridades migratorias mexicanas.

El comedor migrante San José Huehuetoca, ubicado en el municipio de mismo nombre en el Estado de México, contiguamente a las vías férreas de la empresa Kansas City Southern de México (KCSM), brinda diariamente ayuda humanitaria a los migrantes centroamericanos en situación de riesgo que utilizan los trenes para trasladarse a la frontera con Estados Unidos.

Este 17 de Junio de 2013, entre las 11:00 y las 11:30 horas de la mañana, los migrantes que estaban desayunando en el comedor fueron agredidos por un operativo de cuatro patrullas con agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), agentes de la Guardia Municipal de Huehuetoca y policías del Estado de México.

De acuerdo con lo manifestado en un comunicado de Acción Migrante, los policías municipales entraron al comedor sin presentar orden judicial y detuvieron a 2 migrantes que se alimentaban en aquel momento y a un tercero que estaba junto a la salida. La acción se dio de manera violenta por parte de la policía municipal, que sacó a la fuerza a los migrantes del local, golpeando con fuerza la puerta de entrada. A uno de ellos lo agredieron levantándolo por el pelo y tirándolo al piso y a otro lo zancadillearon y, ya en suelo, lo agarraron. Al final, bajo golpes de macanas, los subieron a las patrullas.

La redada también tuvo como blanco a los migrantes que se encontraban en las vías férreas, en las afueras del comedor, y a los que estaban en el albergue San Juan Diego, que pertenece a la diócesis de Cuautitlán. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 30 migrantes fueron arrestados y trasladados, en un primer momento, al palacio municipal de Huehuetoca,  y posteriormente, a la estación migratoria del INM en Toluca.

De acuerdo con uno de los coordinadores del comedor San José Huehuetoca, Jorge A. Andrade, el lugar tiene medidas cautelares a su favor y las acciones de la autoridad son una flagrante violación al artículo 76 de la Ley de Migración, la cual señala explícitamente que el INM “no podrá realizar visitas de verificación migratoria en los lugares en donde se encuentren migrantes albergados por organizaciones de la sociedad civil o personas que realicen actos humanitarios, de asistencia o de protección a los migrantes”.  Por lo tanto, conforme Acción Migrante, el allanamiento perpetrado por los agentes del INM en colaboración con las policías municipales y federales al comedor usando la fuerza no sólo viola la Ley de Migración sino también las convenciones internacionales y los derechos de los migrantes.

El INM, en un boletín oficial emitido 18 de de junio, rechazó las versiones de los testigos de que el personal del instituto haya entrado en un albergue para migrantes, cumpliendo “a cabalidad” el artículo 76 de la Ley de Migración. La respuesta no menciona la perpetración de sus agentes al comedor. Es imprescindible observar que mientras la institución afirma, a través de boletines, fortalecer los derechos humanos de los migrantes, en la práctica se observa una política migratoria enfocada en la seguridad nacional, lo que lleva a una consecuente criminalización de los individuos indocumentados en territorio mexicano. Ese tipo de práctica obliga a los migrantes a enfrentarse con las extorsiones frecuente de policías y civiles, que los amenazan con denunciarlos al INM.

La CNDH ya recibió una queja formal por parte de las organizaciones defensoras de los derechos humanos y actualmente se plantea la posibilidad de realizar una denuncia de lo ocurrido junto a los órganos judiciales competentes.

Cabe resaltar que las organizaciones civiles y religiosas, colectivos y voluntarios independientes que apoyan el comedor San José Huehuetoca se han enfrentado con la falta constante de alimentos, ropa y medicinas para poder proporcionar a los migrantes la asistencia mínima que necesitan para que sigan su camino. Los acopios recibidos por parte de la sociedad civil han sido fundamentales para el mantenimiento del comedor.

Montando el futuro

(Testimonio recogido por Jesús Muñoz en Lechería, Estado de México, en la estación de tren previa a Huehuetoca).

Soy hondureño, no te doy mi nombre porque tengo miedo. Me salí de mi país porque hay mucha delincuencia, mucho de eso que llaman “el impuesto de guerra”. Tampoco hay mucho trabajo, atrás dejé a mi familia y a mis tres pequeños hijos. Salí de Honduras con la esperanza de cruzarme al otro lado, para poder mandarle dinero a mi familia.

Tengo 22 días montado en La Bestia. La parte más dura del camino ha sido Orizaba, en Veracruz, ahí se subieron a asaltarnos. Nos quitaron todo, sólo me dejaron  un par de playeras y una chamarra, se llevaron mi equipaje y mi dinero. Como dicen ustedes los mexicanos, la violencia y la inseguridad en su país “está canija”.

El camino es peligroso, muchas personas se caen  y se los come el tren, a otros nos asaltan como a mí, y si no traes dinero te bajan o te matan, hasta te pueden secuestrar y quitarle a tu familia lo poco que tienen, pero yo no tengo miedo. Temor solamente a Dios.

Vivir en La Bestia es aguantar el frío cuando se congela el techo, el calor cuando el sol lo convierte en una caldera ardiente, el hambre cuando te despojan del poco dinero que traes. Tendrías que experimentarlo para que sepas de lo que hablo.

Los gastos en La Bestia son varios he escuchado que te cobran cuota por pasar en algunas partes, si traes dinero puedes darte el lujo de bajarte (del tren) cuando se detiene y comprar comida en las tiendas más cercanas.

En Estados Unidos, si Dios quiere, me espera un mejor futuro y salir adelante. No tengo contactos allá, es la primera vez que me paso y por eso  vamos a hacer la fuerza, si Dios quiere, que ojalá me dé la oportunidad, y si me la da no la voy a desaprovechar.

Si yo lo tuviera todo ayudaría al que lo necesitara, aunque no sé si me quedaría en mi país. Eso solamente Dios lo sabe.

Autor: Cássio Dalbem Barth