Siempre que ha habido agresiones desde el poder a la familia y a la educación solidarias, o en aquellos momentos en los que se han promulgado leyes contra la vida, la libertad de conciencia o contra los más empobrecidos, hemos salido a la calles con nuestras publicaciones y manifiestos, en aras a generar una opinión pública solidaria.
Como ejemplo recordamos estos dos documentos publicados en el momento histórico concreto:
El posicionamiento “Familia fuente de solidaridad” que engloba tres manifiestos.
Este posicionamiento contenía el manifiesto “Por una educación solidaria”, cuyos principios y elementos de juicio se pueden aplicar a la actualidad que estamos viviendo.
También, con motivo de las declaraciones del gobierno actual sobre la no responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos, nos hacemos eco del siguiente artículo:
La reacción que ha tenido el gobierno ante la iniciativa del llamado «pin parental» ha demostrado su naturaleza totalitaria y sectaria sobre todo por el nivel de cinismo y mentira.
Se habla mucho de pluralismo, de diversidad y sostenibilidad pero lo único que se admite como «democrático» es lo que se ha impuesto desde el poder (global). Por ello conviene aclarar una serie de términos.
Un derecho que no esté vinculado a un deber es falso
Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos y no el estado que debe tener una función subsidiaria. Los padres tienen el derecho de poder educar a sus hijos porque tienen el deber de velar por su vida. Los derechos humanos se tienen que sostener en principios morales objetivos. Y un derecho que no esté vinculado a un deber es falso. Darle la vuelta o suprimir este derecho natural de los padres es puro totalitarismo nazi-comunista tal como nos recuerda la historia del siglo XX.
En segundo lugar. La educación afectiva y sexual es fundamental para el desarrollo integral del niño y debe empezar en la familia. Sin embargo está enseñanza se ha utilizado no para que los niños desarrollen una sexualidad adecuada sino para adoctrinar.
La llamada ideología de género, base mayoritaria de la educación afectiva y sexual en España está gestionada por diversos lobbies políticos y supone un ataque directo y planificado a la antropología personalista y solidaria intentando destruir la sexualidad, el matrimonio y la familia como escuelas de vida, de solidaridad, de amor y de entrega basadas en el valor de la fidelidad.
En tercer lugar hay que señalar, aunque sea someramente, que la ideología de género está promovida a nivel internacional por los grandes lobbies financieros y tecnológicos del neocapitalismo porque es muy eficaz para la manipulación de la conciencia de las personas y sobre todo para imponer todo un proyecto de ingeniería social donde las estructuras y vínculos solidarios que forman a la personas sean destruidos dejándolas inermes y al servicio de todas la dinámicas de explotación y dominación del sistema político-económico actual.
Aceptar el capitalismo supone aceptar la ideología de género y viceversa porque están mutuamente implicados. Por eso habría que añadir que es incoherente defenderse de la ideología de género y admitir, al mismo tiempo, la filosofía capitalista como hace la «derecha política».
Para una mayor profundización en la relación esencial entre capitalismo e ideología de género dispones de los siguientes enlaces:
En cuarto lugar, se está extendiendo la mentira que afirma que no aceptar la actual educación afectiva y sexual en la escuela (por ser puro adoctrinamiento ideológico pro-capitalista añado) significa ser homófobo, retrógrado, etc. La educación afectiva y sexual adecuada, es decir, la personalista/solidaria, no solo no estigmatiza a nadie sino todo lo contrario, es una defensa radical de la persona como centro y sujeto del orden social, de sus derechos y también de sus deberes. Decir lo contrario es sembrar violencia social y guerracivilismo.
En quinto lugar, hay que recordar al gobierno que en muchas regiones de España se está dando una enseñanza de la historia radicalmente falsa para sostener el negocio nacionalista. En los cuarenta años anteriores nunca hemos oído de un recurso del gobierno contra los dislates históricos o geográficos en los que se educa a los niños. Durante décadas no se ha respetado y no se respeta el derecho a la educación en español en ciertas regiones y ni el gobierno ni otras instituciones no ha hecho ni una mueca en favor de los derechos humanos de esos ciudadanos literalmente perseguidos en su propio país.
La virulencia del actual gobierno contra ciertos sectores sociales es una muestra evidente de su sectarismo. No podemos estar ociosos mientras crece la dictadura.
Carlos Llarandi Arroyo