El Padre John Bakeni, celebrante de la Misa, afirmó que la catedral de Maiduguri se encontraba “abarrotada”, y dijo que los creyentes después le habían confiado que, si los ataques arreciaban, preferían morir en el templo antes que en ningún otro lugar.
Testimonio de fe en la ciudad de Maiduguri, después del mayor ataque de Boko Haram en los últimos meses. Más de 2.000 personas del norte de Nigeria arriesgaron sus vidas al acudir a la Misa dominical el pasado domingo, 16 de marzo, cuando su ciudad era bombardeada.
La Misa de domingo se celebró después de que supuestos extremistas de Boko Haram lanzaran una de sus mayores campañas armadas de los últimos meses, en la que dispararon granadas propulsadas por cohetes y asaltaron el cuartel militar. Centenares de personas murieron a raíz de los ataques, que fueron repelidos por el Ejército nigeriano. No obstante, la preocupación crece de que el Gobierno no sea capaz de frenar a los extremistas.
En una entrevista concedida el lunes, 17 de marzo a Ayuda a la Iglesia Necesitada, la fundación católica para los cristianos perseguidos y necesitados, el P. Bakeni dijo: “Ayer por la mañana hubo un montón de detonaciones de bombas, pero eso no impidió que la gente acudiera a la iglesia. Fue una lección de humildad y una experiencia edificadora el ver a tanta gente en Misa: la iglesia estaba abarrotada”. Y continuó: “Cuando llegó el momento de la homilía, les dije que no había necesidad de predicar: ‘Vuestra presencia tan numerosa es una homilía en sí misma’”.
Llamada a la oración
El sacerdote pidió a Ayuda a la Iglesia Necesitada que lanzara un llamamiento para invitar al resto del mundo a rezar por los nigerianos: “Por favor, rezad por que esta violencia cese”.
En un mensaje anterior, describió así el inicio de los ataques en la mañana del viernes: “Nos despertamos con el ruido ensordecedor de las bombas, las granadas propulsadas por cohetes y los tiros. Por todos lados se extendió la confusión y el caos”.
Fuente Ayuda a la Iglesia necesitada ( * Extracto)