Mucha gente reconoce a Edison como el inventor de la electricidad o a Marconi como el de la radio, pero el nombre de Tesla apenas evoca algo.
Es uno de los muchos casos donde los libros de historia pasan por alto lo que realmente construye humanidad: el trabajo y el sacrificio de tantos que se mantienen en el anonimato.
Nikola Tesla es probablemente el más grande inventor de todos los tiempos. Oficialmente se le reconocen más de 700 inventos presentes en nuestra vida cotidiana: la radio, el radar, el control remoto, los rayos X, las lámparas de neón, la resonancia magnética o el velocímetro. Pero sobre todo Tesla fue el científico que iluminó el mundo.
Nació en 1856 en un pueblo de la actual Croacia. Tuvo una infancia muy marcada por la enfermedad y por la afición de su madre a inventar cachivaches que le facilitaban su trabajo en el hogar. Desde muy joven destacó en los estudios y era un apasionado lector. Trabajó como ingeniero en varias ciudades de Europa y en 1884 vendió todo lo que tenía para comprar el pasaje a Estados Unidos. Su único equipaje fue una maleta y una carta de recomendación del gerente de la sección europea de la "Edison Company". En la carta, una única frase: "Querido Edison: conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro, es este joven".
Tras ayudar a la "Edison Company" a perfeccionar su sistema de corriente continua durante años, Tesla quiso plantear el paso a la corriente alterna. La corriente continua de Edison era ineficaz y demasiado cara. De hecho, a pesar del gran "boom" mediático, en 1884 solo había encendido la luz en 508 domicilios, en los barrios más ricos de la cuidad. El nuevo sistema de corriente alterna que Tesla había inventado llevaría la electricidad a todo el mundo de forma barata y eficaz. El motor de inducción tesliano se convirtió en la gran amenaza para el negocio de Edison y fue el origen de lo que se llamó la "guerra de las corrientes".
Edison dedicó los años posteriores a desprestigiar a Tesla y hacer creer que la corriente alterna era un peligro para el hombre. Organizaba exhibiciones donde se ejecutaban perros y gatos suministrándoles corriente alterna. La difamación llegó hasta tal punto que fue un empleado de Edison quien diseñó la primera silla eléctrica para sustituir a la horca como sistema de ejecución en la cárcel de New York; la llamaban silla "tesliana" porque usaba corriente alterna,
A pesar de las calumnias, Tesla no se desanimó. Buscó nuevos patrocinadores y centró sus esfuerzos en convencer a la gente de las ventajas de la corriente alterna. Para demostrar la seguridad de sus inventos hacía pasar 250.000 voltios de alta frecuencia por sus propios brazos sin inmutarse (en aquel momentos 2000 voltios se consideraba un voltaje mortal). Su promesa de iluminar el mundo causó un gran entusiasmo en la sociedad y en la prensa. Tesla se convirtió en el hombre de moda. Todo el mundo hablaba de él. La prensa rosa de New York incluso especuló con que Tesla provenía de Marte y que su nueva tecnología era un instrumento de invasión marciana.
Tesla tenía una personalidad muy peculiar. Era un hombre entregado a la ciencia, meticuloso, incansable, riguroso. Dormía y comía sólo lo necesario para poder estar el mayor tiempo posible en su laboratorio. A los treinta años había decidido vivir en una especie de celibato:
"Ha planeado dedicar toda mi vida a mi trabajo, y por esa razón me he negado a buscar el amor y la compañía de una buena mujer. Ser inventor exige una naturaleza tan intensa, tan salvaje, tan apasionada, que si fuera destinada a una mujer sería para darle todo, y tomar también todo de su elegida."
En 1895 se puso en marcha el primer generador de corriente alterna impulsada por la fuerza de las cataratas del Niágara, la mayor obra de ingeniería y ciencia que hasta entonces había emprendido el hombre. Con la nueva tecnología diseñada por Tesla, la fuerza electromotriz de las cataratas del Niágara fue suficiente para iluminar completamente la ciudad de Buffalo y alimentar su sistema de tranvías. A los pocos años la electricidad llegaría a Nueva York y las luces de Broadway se encenderían por primera vez. Las consecuencias de este avance para el tejido industrial estadounidense son incalculables.
Cuando todo eran alabanzas para Tesla, él ya estaba trabajando en el revolucionario diseño de un sistema mundial de distribución de energía de forma barata a cualquier parte del mundo usando las capas altas de la atmosfera como condensador de energía. Para Tesla esta no era una simple aportación científica, sino un "paso evolutivo" para el hombre tras el cual nunca más se tendría que ocupar de adquirir energía. Sus enemigos también aprovecharon sus excéntricos objetivos para acusarlo de soñador, lunático, arrogante… o incluso de marciano.
Su gran proyecto se fue al traste por falta de financiación cuando apenas se estaba acabando la primera descomunal torre de 57 metros de altura en la isla de Long Island que serviría para la transmisión de energía.
A pesar de ello, usando los mismos principios Tesla desarrolló el sistema de comunicación por radio. Pero para su desesperación, el mérito se lo llevaría Guglielmo Marconi; al que dieron el premio Nobel en 1909 por inventar la radio. Cuarenta años después, ya muerto Tesla, la corte suprema de EEUU declaró a este como legitimo inventor de la radio y demostró que Marconi le había copiado las patentes.
A Tesla le interesaba todo. Estudió la electroterapia, la fabricación de robots, la aviación, los rayos X. También estudió temas de medicina, nutrición, cine, filosofía y literatura. Le preocuparon los acontecimientos políticos de su tiempo: la guerra que asolaba Europa, el militarismo, la ecología. También le interesaban los temas espirituales. De joven rechazó la educación protestante que le habían inculcado sus padres e investigó el budismo, el espiritismo y la telepatía. Según él los problemas de la humanidad se podrían resumir en tres: el hambre, la guerra y la falta de trabajo. En su artículo publicado en 1900 en "The Century Magazine" titulado "El problema de aumentar la energía humana" declaró:
"Durante mucho tiempo, pensé y cavilé, me perdí en especulaciones y teorías, consideré al hombre como una masa movida por una fuerza. Apliqué los sencillos principios de la mecánica a su análisis; hasta que llegué a estas conclusiones, solo para darme cuenta de que me las habían enseñado en mi más tierna infancia. Estas tres palabras son las notas claves de la religión cristiana. Su significado científico y su propósito me resultan claros ahora: la comida aumenta la masa, la paz disminuye la fuerza que retarda y el trabajo aumenta la fuerza que acelera el movimiento humano. Estas son las tres únicas soluciones posibles para el gran problema y todas ellas tienen un objetivo, una finalidad, a saber, aumentar la energía humana. Si admitimos esto, no podemos evitar admirarnos por lo profundamente sabia y científica y lo inmensamente práctica que es la religión cristina, y por el marcado contraste en que está respecto a otras religiones. Su principal mandamiento, que siempre es recurrente, consiste en trabajar, en esforzarse incansablemente, de manera útil y acumulativa, con periodos de descanso y de recuperación en busca de una eficacia mayor. Así que estamos inspirados por la Cristiandad y la Ciencia para hacer todo lo posible por aumentar el avance de la humanidad".
En 1915 Reuters informó extraoficialmente que Nikola Tesla y Thomas Edison compartirían el Premio Nobel de Física de aquel año. Medios informativos de todo el mundo publicaron esta noticia pero la distinción jamás fue recibida por ninguno de estos dos científicos. En esos momentos Tesla vivía en la pobreza y los 20.000 dólares del premio le hubiesen permitido volver a sus investigaciones. No se conoce la verdadera historia; algunas noticias afirmaron que Tesla se negó a compartir el premio con quien se había dedicado a calumniarle y desprestigiarle, mientras que otras decían que no aceptaría el Nobel hasta que no se lo retiraran a Marconi.
Los complots científicos, las traiciones de sus compañeros y sus patrocinadores, los robos de sus inventos unido a la fuerte y peculiar personalidad de Tesla hicieron que acabase relegado de los ámbitos científicos, arruinado y con su salud física y mental mermada. Sus últimos años los pasó solo, deambulando por las calles de New York, alimentándose exclusivamente de leche hervida y verduras, imaginando nuevos inventos, perfeccionando los diseños de viejos proyectos que nunca pudo realizar. Todos los días de primavera y verano daba de comer a las palomas de Central Park y la Catedral de San Patrick; en otoño e invierno curaba en su pensión a las aves heridas o enfermas.
En la noche del 7 de enero de 1943, con 86 años, Tesla murió en su habitación del Hotel New Yorker de Manhattan. Antes de que su cuerpo fuera llevado a una funeraria, agentes del FBI entraron en su habitación, forzaron la caja de seguridad y se llevaron todos sus papeles. Su leyenda aumentó tras su muerte, porque se dice que allí se encontró el diseño del rayo láser y el de un avión de despegue vertical que años más tarde desarrollaron los servicios militares de EEUU.
Nikola Tesla emigró a trabajar y vivir lejos de su tierra, dedicó sus cualidades y el esfuerzo de toda su vida a la ciencia para mejorar la existencia humana. Fue tomado por loco, difamado, estafado, desprestigiado, murió solo y pobre y a pesar de sus grandes aportaciones se ha mantenido en el anonimato de la historia. La próxima vez que enciendas la luz, acuérdate de él.