En definitiva, el retrato del niño de comienzos del siglo XXI en nuestra humanidad es un niño esclavo; sin derechos, sin libertades. La situación de nuestros hijos es una excepcionalidad y un escándalo e insulto con tantos caprichos, regalos… ¿Nos hemos parado a pensar en esto seriamente? ¿Qué vamos a hacer para acabar con esta injusticia? Los políticos nada, ¿y nosotros, ciudadanos?
Por Chusa Pérez – Barcelona
Si nos fijamos, en los informes de la OIT, de la Unicef, incluso en la mayoría de los materiales de las ONG, dedican capítulos y capítulos a estadísticas, a las cifras, a ver si son 200 o 189 millones el número de niños “trabajadores”, a ver cuál es la edad mejor para trabajar, a generar diversos informes en los que establece la edad mínima en cada uno de los sectores productivos.
En el Informe de 2003 de la OIT sobre Trabajo Infantil se dedican 70 de las 140 páginas a estadísticas, clasificaciones en peores o mejores formas de explotación… El debate sobre la esclavitud infantil se reduce casi siempre a cifras. En estas condiciones, hablar del trabajo infantil no representa ningún peligro: el debate se queda en la superficie y no resquebraja nunca el orden social que lo tolera. Simplemente decir que todas las últimas actualizaciones de organismos oficiales y de la principales instituciones de asistencialismo concluyen de igual manera: no cesa de aumentar la agresión a la infancia, bajo cualquiera que sean sus formas: el hambre, la enfermedad evitables, la explotación laboral, las guerras, las vejaciones sexuales… Aumenta en número… y en crueldad.
En definitiva, el retrato del niño de comienzos del siglo XXI en nuestra humanidad es un niño esclavo; sin derechos, sin libertades. La situación de nuestros hijos es una excepcionalidad y un escándalo e insulto con tantos caprichos, regalos… ¿Nos hemos parado a pensar en esto seriamente? ¿Qué vamos a hacer para acabar con esta injusticia? Los políticos nada, ¿y nosotros, ciudadanos?
Nota de solidaridad.net:
Denunciamos la hipocresía de organismos internacionales como la OIT y UNICEF, que silenciando las causas de este drama, llaman niños trabajadores a la canallada de más de 400 millones niños esclavos…