Los obispos de Venezuela, señalan en una exhortación, el aumento de la violencia, la inseguridad, el drama del desabastecimiento.
También exponen que agrava esta situación el panorama político actual: la pretensión de imponer un modelo político totalitario y un sistema educativo fuertemente ideologizado y centralizado Piden que a pesar de todo no se deje de anunciar la alegría del Evangelio.
La Conferencia Episcopal Venezolana concluyó su 102° asamblea plenaria con una exhortación pastoral que invita a anunciar la alegría del Evangelio, “incluso en el contexto de sufrimientos, confrontaciones, violencia y en general, del drama que muchas veces caracteriza nuestra historia actual”.
Los obispos lamentaron que “no pocas veces la naturaleza y acción de la Iglesia han sido tergiversadas, en medio del calor de la diatriba política e ideológica que ha caracterizado los últimos años de la historia venezolana”. Y precisan que “cuando los obispos fijamos posición sobre temas diversos que atañen al acontecer nacional, lo hacemos como exigencia ética y moral de justicia, equidad y paz entre todos los venezolanos”.
En la exhortación que lleva por título: “Compartimos el consuelo que recibimos de Dios”, denuncian “la violencia, inseguridad y criminalidad crecientes, el drama del desabastecimiento, el alza constante del costo de la vida, unida a las sucesivas devaluaciones de la moneda, la aplicación de controles excesivos a la actividad productiva. El pueblo se ve sometido a largas colas para obtener el mínimo sustento necesario, o a padecer las fallas de los servicios públicos fundamentales, como el agua y la luz eléctrica”.
Para los obispos “agrava esta situación el panorama político actual: la pretensión de imponer un modelo político totalitario y un sistema educativo fuertemente ideologizado y centralizado” así como “la criminalización de las protestas y la politización del poder judicial, que se manifiesta, entre otras cosas, en la existencia de presos políticos y en la situación de tantos jóvenes privados de libertad por haber participado en manifestaciones”.
Añaden que “la Constitución consagra el derecho a la libertad de pensamiento, y por tanto a la disidencia y a la legítima protestas”. Señalan además que no será posible encontrar soluciones satisfactorias a los problemas que aquejan a la gente si no se la escucha.
“No es posible pretender una paz que suponga la renuncia a los derechos humanos, la aceptación de un estilo de vida impuesto y la utilización de la Constitución y las leyes a través de interpretaciones no compartidas y más bien rechazadas y denunciadas”.
Los obispos invitan además a vivir la fe como el siervo de Dios Don Gregorio Hernández, y le piden a la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto, que “nos acompañe en los afanes evangelizadores y nos ayude a superar la actual situación de angustia en que vivimos, a perdonarnos y reconciliarnos para que brille en nuestra patria la paz y la concordia propias de hijos de un mismo Dios y hermanos entre nosotros”.