Pasan los días, y aunque parece que se va apagando la Obamanía entre los españoles de a pié, en el ambiente siguen coleteando comentarios que no dejan de sorprenderme. Es evidente que invertir en marketing funciona.
La campaña publicitaria de Obama hablaba de «cambio», y la gente se lo creyó, ¡y se lo sigue creyendo!, a pesar de que el recién nombrado presidente haya escogido un equipo económico que no augura ni nada nuevo, ni nada bueno, sino más de lo mismo. Obama habló de esperanza, y la gente confió hasta el punto de defender públicamente que este hombre es «la esperanza», sin saber argumentar por qué o para quién…
Lo único que podemos esperar de Obama es un golpe de efecto inicial (como el cierre de Guantánamo), y poquito más. Algo que le sirva para autocalificarse de defensor de derechos humanos, de hombre de paz… Y poder continuar defendiendo la misma línea.
ZP, el presidente de nuestro gobierno en su momento utilizó una estrategia parecida: de entrada retirada de tropas de Irak, autobombo como hombre de bien, bonitas promesas en campaña sobre los hambrientos e inmigrantes, y a continuar con la misma estrategia política, social y económica de apoyo al fuerte (para quien tenga dudas, ahí está el apoyo millonario a la banca y el olvido a los hambrientos, el endurecimiento de condiciones para los inmigrantes a cambio del dinero de la Unión Europea…).
Un viejo militante me enseñó a aprender de los hechos, de la vida, y a desconfiar de las palabras, especialmente cuando son palabras diseñadas, palabras publicitarias… ¡Por supuesto que las de Obama eran bonitas palabras! Por algo costaron 7 veces más que las de su contrincante ¡Obama utilizó en campaña 7 veces más recursos para camuflar su verdadero discurso!. ¿Esperanza? ¿Para quién será esperanza?