Esta es una muestra de la situación de muchos de los migrantes empobrecidos en América, en este caso se trata de un joven congoleño en Brasil. Sufren explotación laboral rozando la esclavitud, violencia… En un sistema político y social, que siempre quiere enfrentar a «pobres contra pobres». Los obispos de Brasil han reaccionado.
Justicia por el asesinato de Moïse Kabagambe, identificando a los autores de este “acto inaceptable y brutal con el que cobardemente le quitaron la vida a este joven de 24 años”, es lo que exige la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), junto con la Red Clamor Brasil y la Red de Solidaridad con los Migrantes y Refugiados (RedeMiR) y otras 119 realidades eclesiales.
El joven congoleño fue asesinado la semana pasada en Barra da Tijuca, al oeste de Río de Janeiro, golpeado hasta la muerte por haber pedido que le pagasen los días de trabajo realizados en un quiosco de una de las playas más famosas de la ciudad.
Según la “Nota para la Justicia” publicada, que hemos recibido en la Agencia Fides, “la barbarie se convierte en algo normal cuando involucra a los pobres, en situaciones vulnerables, de las periferias. Una gran parte de la población migrante y refugiada forma parte de este grupo. Desgraciadamente, vemos que los discursos de racismo, xenofobia y odio a los pobres ganan terreno en la sociedad brasileña”.
Los 122 firmantes del documento subrayan que “garantizar los derechos básicos de los migrantes y refugiados es un reto constante en Brasil” y reafirman que “nunca está de más reafirmar la importancia de la defensa de los derechos humanos en un país que, desgraciadamente, sigue marcando su historia con el arraigo de la violencia”. Por ello, expresan su solidaridad con la familia de Moïse y la comunidad congoleña en Brasil.
Monseñor Zanoni Demetino Castro, arzobispo de Feira de Santana y responsable de la Pastoral Afrobrasileña de la Conferencia Episcopal (CNBB), ha escrito en un artículo que el asesinato del congoleño Moïse “no puede verse aislado del contexto en el que viven y pasan miles de jóvenes de color asesinados en los últimos tiempos. De las 34.918 muertes violentas de jóvenes registradas a finales de 2021, el 80% eran jóvenes negros. El escenario es sombrío para nuestras familias y comunidades de color”.
A continuación, el arzobispo cita el Catecismo de la Iglesia Católica, que establece que nadie puede quitar la vida a otro, y reitera que “la misión de la Iglesia es evangelizar siguiendo los pasos y actitudes de Jesús, aceptando sus enseñanzas y anunciando el Evangelio”, por lo que “la violencia es contraria a la autenticidad de nuestra fe, a la autenticidad de nuestra humanidad”. Y por último concluye: “queremos expresar nuestra indignación por el genocidio de nuestra juventud negra. Las vidas de negras cuentan. Somos el 56% del total de la población brasileña y por eso pedimos a las autoridades civiles y jurídicas competentes que actúen a favor de la vida, a favor de las vidas negras. Exigimos que los autores de estas muertes sean castigados conforme a la ley”.
(SL) (Agencia Fides 5/2/2022)