PARABOLAS: LA PELEA DE LOS HIJOS DEL LABRADOR, LEONARDO DA VINCI, FILOSOFIA ESTADISTICA, LA ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA, EL SILENCIO DE DIOS, EL CIRCULO DEL ODIO…

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Te ofrecemos una nueva colección de parábolas para ser contadas a los más pequeños. Queremos contribuir a una cultura solidaria. Visita en esta web la sección de ´Parabolas de vida y esperanza´. Suscribe a tus amigos a este boletín solidaridad.net
LA PELEA DE LOS HIJOS DEL LABRADOR.

Los hijos de un labrador estaban peleados. Este, a pesar de sus muchas recomendaciones, no conseguía con sus argumentos hacerles cambiar de actitud. Decidió que había que conseguirlo con la práctica. Les exhortó a que le trajeran un haz de varas. Cuando hicieron lo ordenado, les entregó primero las varas juntas y mandó que las partieran. Aunque se esforzaron no pudieron; a continuación, desató el haz y les dio las varas una a una. Al poderlas romper así fácilmente dijo: «Pues bien, hijos, también vosotros, si conseguís tener armonía seréis invencibles ante vuestros enemigos, pero si os peleáis, seréis una presa fácil». La fábula muestra que tan superior en fuerza es la concordia como fácil de vencer es la discordia.

Entre los antiguos había un hombre muy viejo que tenía muchos hijos. Cuando iba a terminar ya su vida les pidió que le trajeses, si la había, una gavilla de finos juntos. Uno de ellos se la trajo: «Intentad, hijos, con toda vuestra fuerza, romper los juntos así entrelazados unos con otros». Pero ellos no podían. «Intentadlo ahora de uno en uno». A medida que los rompían con toda facilidad, les dijo:»Hijos míos, de igual manera si convivís todos unos con otros, nadie podrá haceros daño, por mucha fuerza que tenga. En cambio, si cada uno toma una decisión al margen del otro, os pasará lo mismo que a cada uno de los juncos».
La hermandad es el mayor bien de los hombres; incluso a los humildes los eleva a las alturas.

Esopo

LEONARDO DA VINCI

Existe una anécdota del gran pintor, escultor e inventor Leonardo Da Vinci, acerca de su pintura «La ultima Cena», una de sus obras más copiadas y vendidas en la actualidad. Tardó 20 años en hacerla debido a que era muy exigente al buscar a las personas que servirían de modelos.

Tuvo problemas en iniciar la pintura porque no encontraba al modelo para representar a Jesús, quien tenía que reflejar en su rostro pureza, nobleza y los más bellos sentimientos. Así mismo debía poseer una extraordinaria belleza varonil. Por fin, encontró a un joven con esas características, fue el primero que pintó.

Después fue localizando a los 11 apóstoles, a quienes pintó juntos, dejando pendiente a Judas Iscariote, pues no daba con el modelo adecuado. Este debía ser una persona de edad madura y mostrar en el rostro las huellas de la traición y la avaricia.

Por lo que el cuadro quedó inconcluso por largo tiempo, hasta que le hablaron de un terrible criminal que habían apresado.

Fue a verlo y era exactamente el Judas que el quería para terminar su obra, por lo que solicitó al alcalde le permitiera al reo que posara para él.

El alcalde conociendo la fama del maestro Da Vinci, aceptó gustoso y llevaron al reo custodiado por 2 guardias y encadenado al estudio del pintor. Durante todo el tiempo el reo no dio muestra de emoción alguna de que había sido elegido para modelo, mostrándose demasiado callado y distante. Al final, Da Vinci, satisfecho del resultado, llamó al reo y le mostró la obra, cuando el reo la vio, sumamente impresionado, cayó de rodillas llorando. Da Vinci, extrañado, le preguntó el por que de su actitud, a lo que el preso respondió: ¿Maestro Da Vinci, es que acaso no me recuerda?» Da Vinci observándolo le contesta: «No, nunca antes lo había visto». Llorando y pidiendo perdón a Dios el reo le dijo: «Maestro, yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro»…

FILOSOFIA ESTADISTICA

Si pudiésemos reducir la población de la Tierra a una pequeña aldea de exactamente 100 habitantes, manteniendo las proporciones existentes en la actualidad, seria algo como esto:

Habría 57 asiaticos,
21 europeos,
14 personas del hemisferio oeste (tanto norte como sur)
8 africanos
52 serian mujeres
48 hombres
70 no serian blancos
30 serian blancos
70 no cristianos
30 cristianos

6 personas poseerían el 59% de la riqueza de toda la aldea y los 6 (sí, 6 de 6) serian norteamericanos

De las 100 personas, 80 vivirían en condiciones infrahumanas
70 serian incapaces de leer
50 sufrirían de malnutrición
1 persona estaría a punto de morir
1 bebe estaría a punto de nacer
Solo 1 (si, sólo 1) tendría educación universitaria

En esta aldea habría 1 persona con ordenador

Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan comprimida es cuando se hace mas aparente la necesidad de aceptación, entendimiento, tolerancia y educación.

Otras cuestiones para reflexionar…

Si te has levantado esta mañana con mas salud que enfermedad, entonces eres mas afortunado que los millones de personas que no sobrevivirán esta semana.

Si nunca has experimentado los peligros de la guerra, la soledad de estar encarcelado, la agonía de ser torturado o las punzadas de la inanición, entonces estas por delante de 500 millones de personas.

Si puedes acudir a la iglesia sin temor a ser humillado, arrestado, torturado o muerto… entonces eres mas afortunado que 3.000 millones (3.000.000.000) de personas en el mundo.

Si tienes comida en la nevera, ropa en el armario, un techo sobre tu cabeza y un lugar donde dormir, eres mas rico que el 75% de la población mundial.

Si guardas dinero en el banco, en tu cartera y tienes algunas monedas en el cajón… ya estas entre el 8% mas rico de este mundo.

Si tus padres aun viven y están casados… eres una persona MUY rara.

Si puedes leer este mensaje, acabas de recibir una doble bendición: alguien estaba pensando en ti y más aún, eres mucho más afortunado que los más de 2.000.000.000 de personas en este mundo que no pueden leer. LA VERDADERA FELICIDAD ES COMPARTIR LO QUE UNO NECESITA PARA VIVIR. SOLO LA SOLIDARIDAD HACE HOMBRES Y MUJERES FELICES

LA ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa?

¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble. Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.

Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: «Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos». La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás o los miembros buscan su provecho, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás y colaborar, es cuando florecen los mejores logros humanos. El verdadero éxito está en el trabajo en equipo, en la colaboración por la existencia, no en la lucha por la existencia…

EL SILENCIO DE DIOS

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una Ermita. A ella acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta ermita había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.

Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo: «Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.» Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta.

El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras: «Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.»

-¿Cual, Señor?, – preguntó con acento suplicante Haakon. ¿Es una condición difícil? !Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!, – respondió el viejo ermitaño.

– Escucha: «suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre». Haakon contestó: «Os, lo prometo, Señor!» Y se efectuó el cambio.

Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.

Pero un día, llego un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado.

El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: !Dame la bolsa que me has robado!. El joven sorprendido, replicó: ¡No he robado ninguna bolsa!. ¡No mientas, devuélvemela enseguida!. ¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa! , afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.

Sonó entonces una voz fuerte: ¡Detente! El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado, y salió de la Ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje.

Cuando la Ermita quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo: «Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio».

«Señor, – dijo Haakon – ¿Como iba a permitir esa injusticia?». Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz.

El Señor, siguió hablando: «Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo si. Por eso callo. Y el Señor nuevamente guardó silencio».

Muchas veces nos preguntamos ¿por qué razón Dios no nos contesta….? ¿Por qué razón se queda callado Dios? Muchos de nosotros quisiéramos que El nos respondiera lo que deseamos oír pero… Dios no es así. Dios nos responde aún con el silencio. Debemos aprender a escucharlo.

Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que, El sabe lo que está haciendo.

En su silencio nos dice con amor: ¡CONFIAD EN MI, QUE SE BIEN LO QUE DEBO HACER!

EL CIRCULO DEL ODIO

Un importante empresario gritó al director de su empresa, porque estaba enojado en ese momento.

El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa.

Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato.

La empleada dio un puntapié al perro porque la hizo tropezar.

El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la vereda, porque estaba obstaculizando su salida por la puerta.

Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada.

El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.

Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole:

– «Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor».

Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos…

En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.