De la carta enviada por el prelado iraquí al Santo Padre Francisco y los Presidentes de las Conferencias Espiscopales católicas
Una condena furiosa de un mundo indiferente. Estas palabras sin adornos son amargas y expresión de desilusión. Es el rechazo de un mundo consumido por el consumo, adorador de la comodidad, ciego al mal y sordo al grito de los inocentes. “De hecho, los discursos no sirven para nada, y tampoco los que repiten hasta la saciedad condenas y manifestaciones de indignación, y lo mismo puede decirse de las manifestaciones”.
Estas citas provienen de una carta enviada el 5 de agosto de 2014 al Papa Francisco y a los presidentes de las Conferencias Episcopales católicas titulado “Los cristianos iraquíes afrontan una enorme tragedia”. En ella, el Patriarca católico-caldeo de Iraq, Su Beatitud Louis Raphael Sako, lamenta el silencio del mundo ante la situación de emergencia de los cristianos en su país. Lo que distingue a esta carta es el tono. Durante años, el Patriarca ha lanzado advertencias y llamamientos, y ha intentado persuadir a la gente. Hoy grita con una voz profética que advierte que, sin una intervención internacional inmediata, la antigua comunidad cristiana iraquí dejará de existir. La evidencia nos indica eso mismo.
Cuando Sadam Husein fue derrocado en 2003, había más de 60.000 cristianos residentes en Mosul. En la actualidad, como mucho son 200, principalmente, los demasiado pobres o débiles para huir. Este microcosmos refleja el estado del Cristianismo en todo Iraq. Antes de la invasión militar de Estados Unidos en 2003, el país contaba con 1,4 millones de cristianos. En la actualidad, son ya solo 300.000, y a raíz del rápido avance del Estado Islámico por Siria e Iraq, esta cifra está disminuyendo rápidamente. El Patriarca Sako calcula que, en un futuro cercano, solo quedarán 50.000 cristianos en Iraq.
Los islamistas militantes intentan establecer un califato en Oriente Próximo, explica el Patriarca. Los yihadistas suníes quieren vivir el Islam de forma radical, como en el siglo VII. La rabia por los regímenes corruptos y por la explotación del petróleo por Occidente, y también la decadencia moral de Occidente han engendrado una ideología agresiva y, al mismo tiempo, regresiva, que rechaza todo lo que no coincide con esta visión fundamentalista del Islam.
También los cristianos nativos han recibido un ultimátum: o se convierten al Islam o pagan la yizia (un impuesto que pagan los ciudadanos no musulmanes en Estados islámicos); o se van o mueren. Medio millón de cristianos y musulmanes han huido para refugiarse en poblados cristianos cercanos a las regiones kurdas del norte de Iraq. En su carta, el Patriarca Sako también critica duramente a los musulmanes moderados que guardan silencio: “También estamos conmocionados e indignados por la ausencia de una toma de postura vigorosa por parte de los musulmanes y sus líderes religiosos, entre otras razones, porque las acciones de estas facciones también representan una amenaza para los mismos musulmanes”.
Así, la Iglesia está sola a la hora de hacer un llamamiento a la unidad y al mosaico religioso que fue Irak. “En cuanto a la Iglesia, esta está, más que nunca, completamente sola; no obstante, sus líderes deben reaccionar antes de que sea demasiado tarde y ejercer la presión necesaria sobre la comunidad internacional, así como sobre los que toman las decisiones, a fin de encontrar respuestas fundamentales a los escandalosos crímenes y las conspiraciones destructivas que afectan, sobre todo, a ciudadanos desarmados iraquíes, sirios y palestinos en Gaza”.
En una entrevista anterior, que expresaba una mayor esperanza, le pregunté al Patriarca acerca de cómo se mantenía firme en la fe. “No es fácil. A veces estoy enfadado y exhausto. Usted sabe que he estudiado Historia: Historia del Cristianismo e Historia Antigua Iraquí y también a los Padres de la Iglesia. Fue la misma situación: nuestra Iglesia era una Iglesia mártir, pero siempre había esperanza. Como dice Tertuliano, la sangre de los mártires es la semilla de la fe, y yo creo que esta es nuestra esperanza, y creo también que el Islam cambiará. El Islam no puede permanecer como es ahora. El fundamentalismo y el extremismo no tienen futuro”.
Fuente: Ayuda a la Iglesia Necesitada