El movimiento obrero, a diferencia del silencio cómplice actual de los sindicatos europeos, tenía plena conciencia de que a esclavitud infantil no se trataba de un problema local o regional, sino que su lucha era la de toda la humanidad. (…)
Actualmente existen en el mundo 400 millones de niños que viven en el infierno de la esclavitud y en España hay más de 500.000 niños explotados laboralmente… Mientras tanto el Gobierno de ZP calla… Le recordamos las palabras que Pablo Iglesias pronunciaba en 1883, cuando los militantes socialistas aun tenían un poco de vergüenza:
«Aparte de que nosotros tenemos en nuestro programa la reducción de las horas de trabajo, para que en él pueda tomar parte la mujer sin perjudicar a los demás trabajadores; aparte de esto, que es posible y que podríais hacerlo hoy mismo; aparte de que los niños no deben ir a las fábricas ni a los talleres hasta los catorce años, y que sólo a los dieciocho deben empezar a hacer la jornada que hacen los hombres; aparte de todo esto, cabe otro remedio sencillísimo cada vez que se dé entrada a una de esas grandes máquinas perfeccionadas que tanto acrecientan la producción, debe rebajarse proporcionalmente el tiempo de trabajo, porque si entra una máquina que va a traer grandes beneficios, lo justo es que esos beneficios sean para, todo el mundo, no únicamente para el poderoso».
El movimiento obrero, a diferencia del silencio cómplice actual de los sindicatos europeos, tenía plena conciencia de que a esclavitud infantil no se trataba de un problema local o regional, sino que su lucha era la de toda la humanidad.
Con motivo del 1° de Mayo de 1890, la UGT lanza en el periódico El Socialista sus principales aspiraciones:
«La reducción de la jornada de trabajo, contribuirá también poderosamente a disminuir el inmenso número de trabajadores inactivos forzosamente y arrancar de las fábricas a nuestras esposas e hijos, en fin, disfrutar de 8 horas de reposo, y 8 horas de asueto que nos permitirán instruirnos, pensar, vivir, en una palabra, vivir como hombres y no como bestias, pudiendo cumplir de este modo con nuestros deberes hacia nosotros mismos y hacia nuestros semejantes.
Ante esta situación los trabajadores mismos, por un movimiento instintivo en unos y en otros consciente, han tomado en sus manos la tarea de resolver este gran problema. (…) Sin embargo, nosotros no ignoramos que esta cuestión ofrece marcadamente un carácter internacional. Los trabajadores del mundo civilizado aparecen hoy unidos en una aspiración común. He aquí ahora las medidas que tenemos que someter a vuestra representación, y que adoptadas por todos los países constituirán una nueva legislación internacional del trabajo:
1 ° Limitación de la jornada laboral a un máximo de 8 horas para los adultos.
2 º Prohibición del trabajo a los niños de 14 años, y reducción de la jornada a 6 horas para los jóvenes de 14 a 18 años.»
Esta era la tónica de todos los papeles de los primeros congresos de la UGT. La conciencia de la universalidad de los problemas humanos estaba siempre presente entre estos luchadores. El nacionalismo siempre fue para ellos un enemigo a combatir…
(Tomado del libro «Esclavitud infantil: canallada real» de R. Lastra y R. Martínez. Voz de los sin voz)