LA ROSA BLANCA. ROSTROS DE UNA AMISTAD: ¡Viva la libertad!

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Se trata de los principales miembros de La Rosa Blanca, un grupo de resistencia contra el nazismo que utilizó su mejor arma, la palabra, para intentar abrir los ojos a la sociedad alemana sobre la barbarie del régimen nacionalsocialista.

La Rosa Blanca. Rostros de una amistad: «¡Viva la libertad!»


Tres de ellos fueron decapitados el 22 de febrero de 1943 en la cárcel de Munich; otros dos fueron ejecutados el 13 de julio del mismo año; el último de ellos, el 12 de octubre. De los seis, cinco eran jóvenes estudiantes, de entre 20 y 25 años, y el sexto, uno de sus profesores. Se trata de los principales miembros de La Rosa Blanca, un grupo de resistencia contra el nazismo que utilizó su mejor arma, la palabra, para intentar abrir los ojos a la sociedad alemana sobre la barbarie del régimen nacionalsocialista.


No les unió la política, sino la amistad. Una amistad profunda nacida de los intereses compartidos y, sobre todo, de la misma concepción del hombre y de Dios, que fue lo que determinó su oposición a la dictadura de Hitler. De origen tanto protestante como católico, los miembros de La Rosa Blanca eran aficionados a todas las formas de arte, y a la lectura. Su amistad se fue formando en tertulias literarias –muchas veces sobre libros prohibidos–, y en largas discusiones filosóficas y teológicas, en las que su rechazo al régimen fue tomando un protagonismo creciente, al mismo tiempo que crecía en intensidad su vivencia de la religión y su compromiso cristiano. Christopher (Christl) Probst, uno de los primeros ejecutados, recibió el Bautismo y la primera Comunión.


Christl, educado en un ambiente liberal, rechazaba el nazismo por la discriminación a los judíos –la segunda mujer de su padre lo era– y los programas de eutanasia. Había sido compañero de instituto de Alexander Schmorell, medio ruso, que sentía un odio visceral hacia el régimen por la guerra contra la que consideraba su patria, Rusia. Gracias a Alexander entró en contacto con Hans Scholl y Willi Graf, sus compañeros de la carrera de Medicina y de la Segunda Compañía de Estudiantes, de pertenencia obligatoria, que les hacía pasar algunas temporadas en el frente. 


El grupo de amigos comenzó también a frecuentar las clases del profesor Kurt Huber, debido a sus veladas críticas al nacionalsocialismo. Sophie Scholl, hermana pequeña de Hans, se unió a La Rosa Blanca tras descubrir las actividades clandestinas de su hermano. Como Hans, había sentido en su adolescencia un encendido entusiasmo por los aspectos más visibles del nazismo –los desfiles, los movimientos juveniles…–, y había quedado defraudada al poco tiempo.


Entre junio y julio de 1942, La Rosa Blanca dio el paso definitivo: empezó a copiar de forma clandestina y a distribuir por correo, de forma anónima, sus panfletos, con textos redactados por Hans y Alexander. En ellos se criticaban duramente los fundamentos del nazismo y sus consecuencias prácticas –con datos de primera mano sobre Polonia y Rusia recopilados por conocidos–, se animaba al boicot y la resistencia pasiva, y se abogaba por una reconstrucción espiritual de Alemania y Europa, basada en sus raíces cristianas.


Las actividades del grupo se interrumpieron entre agosto y noviembre de ese año, por estar varios de sus miembros haciendo las prácticas de Medicina en el frente ruso. A lo largo de ese verano, maduraron sus convicciones y sus creencias, y volvieron con fuerzas renovadas. Entre noviembre y febrero de 1943, distribuyeron otros dos panfletos. Tras lanzar unas copias del último en la Universidad de Munich, Hans y Sophie fueron detenidos el 18 de febrero, y poco más tarde lo fue Christopher Probst, que acababa de tener su tercer hijo. Los otros tres miembros fueron descubiertos en las investigaciones posteriores.


Antes de la ejecución, Christopher, Hans y Sophie pudieron juntarse por última vez. Christopher les dijo: «Dentro de unos minutos nos reuniremos en la eternidad». Y Hans, ante el verdugo, se despidió con un grito: «¡Viva la libertad! ¡Viva Alemania!»


María Martínez López


Traducción de algunos extractos de diarios y cartas de Sophie Scholl 


Para poder tener un diálogo bien documentado sobre sus motivaciones cristianas en cineforums, sobre la película de Sophie Scholl, militante y mártir cristiana (luterana), son interesantes estas citas de sus diarios y cartas, traducidas por nuestro amigo Rainer Uphoff, en las que reflexiona sobre su posible conversión al catolicismo y nos ayudan a profundizar en las motivaciones de esta chica ejecutada en 1943 a los 21 años por su resistencia contra el nacional-socialismo.


Diario, 11-4-1941


«Quisiera ir a una iglesia [católica], no a la evangélica en la que [sólo] escucho críticamente la predicación del pastor. Quiero ir a la otra, donde  pueda dejarme llevar por la Pasión, dónde sólo tenga que estar vacía y abierta.»


Diario, 4-11-1941


«Fui a la iglesia con el pretexto de tocar el órgano. La encontré completamente vacía. Intenté rezar. Me arrodillé e intenté rezar. Pero siempre estaba penando: ‘tienes que ponerte de una manera para que, si alguien entra, puedas ponerte de pie enseguida’.(1)


Supongo que es una tontería, una falsa vergüenza y debido a esto mi oración la hice también a toda prisa. Al final entendí que yo no estaba preparada para orar, que sólo quise forzar a Dios.»


Carta a Lisa Remmpis, Domingo de Pascua 1942


«Nos levantamos [ella y su hermano] a las 4 de la mañana para poder ir a la vigilia pascual de la iglesia [católica] de Söflingen. Siento mucha necesidad de vivir la liturgia de esta manera, como una verdadera celebración [del misterio] de Dios y no como una conferencia como en la iglesia evangélica. Voy a tener que acostumbrarme todavía esta dramatización teatral que es la liturgia católica para vivirla en profundidad y sin distraerme [con sus ritos]. Pero es precisamente este ‘espectáculo’ que ayuda a una persona con fe a vivirlo desde la profundidad.


Pero no sólo quiero sentirlo, sino también quiero expresarlo e inclinarme ante un crucifijo (2). Pero todavía me siento inhibida a mostrarlo abiertamente y sigo sintiéndome dividida, al menos, por ahora.»


(1) el gesto de arrodillarse en la iglesia es considerado, en Alemania, un típico gesto católico. Los luteranos consideran que, tras «confraternizarse» Dios con los hombres a través de Cristo, la postura propia para la oración es estar de pie.


 (2)También el crucifico es un sícatólico mbolo puesto que los protestantes, salvo excepciones, solo usan cruces «sin cuerpo».