Revista Autogestión 125: «El Mar Mediterráneo, cementerio de Europa»

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Según los datos del informe “Frontera Sur 2018”, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH-A), cada dos días de 2017 murió un inmigrante en las rutas hacia la Península Ibérica. Este año la cifra se dispara un 150%, dice este informe. Estas muertes han convertido el Mediterráneo en una inmensa fosa común. Recordamos que en los últimos tres años se calculan en 14.000 las personas muertas en el Mediterráneo.

Y según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), por cada persona que se comprueba que ha fallecido, hay otras dos de las que nunca de supo nada, lo que llevaría a triplicar esta cifra escandalosa.

El informe afirma que no hay datos suficientemente fiables de Argelia, de la costa occidental africana o del propio Marruecos. Y que más difícil aún es obtener datos sobre los migrantes muertos de sed en el desierto del Sáhara. Según un informe del Consejo Danés para los Refugiados, el desierto se cobra incluso más vidas de migrantes que el mar, pero son invisibles para nosotros.

Las acciones llevadas a cabo por la Unión Europea objetivan que estas muertes son crímenes programados por unas políticas que ejecutan un plan aprobado y por una omisión, deliberada y programada también, del deber de socorro. Así lo muestran: el control de las fronteras exteriores a través del acuerdo con Turquía, los acuerdos llevados a cabo por los Gobiernos de Italia y Libia, los de la Unión Europea y España con Marruecos para externalizar el control de las fronteras de Ceuta y Melilla para que los países de tránsito (países en conflicto y donde no se respetan los derechos humanos básicos) se conviertan en la policía de la Unión Europea; el cambio de estrategia en las políticas de salvamento marítimo, desmontando la operación Mare Nostrum y promoviendo a través de Frontex las operaciones Tritón y Poseidón; cerrar la ruta de los Balcanes… provocando que las personas que se desplazan con la intención de llegar a territorio europeo tengan que hacerlo a través de rutas mucho más peligrosas para su seguridad.

Sin embargo, todos los estudios económicos reconocen que la Unión Europea necesita 50 millones de inmigrantes en 2050 para poder sostener nuestro nivel de vida. El propio neocapitalismo europeo y la propia sociedad necesita la mano de obra barata y joven de los inmigrantes empobrecidos. Es un juego muy sucio. Expoliamos sus recursos, empobrecemos sus países, provocamos su inmigración forzada, la expulsión violenta de sus países, los sometemos en las fronteras y los que sobreviven… trabajan a destajo por una miseria para nosotros, mientras los empobrecidos europeos les ven como enemigos y competidores directos por los trabajos basura que hay que repartir, afianzando un populismo y nacionalismo xenófobo.

Lo peor que nos puede pasar como sociedad, como seres humanos, es acostumbrarnos a esta situación, normalizarla, analizarla como una desgracia sin cuestionar sus causas. ¿Cómo nos va a juzgar la historia?

Desde estas páginas de la revista “Autogestión” volvemos a insistir en que estas muertes son crímenes políticos. No podemos callar. Y lo seguiremos denunciando mientras siga habiendo un solo inmigrante ahogado, un solo muerto por la sed o por la violencia en el trayecto hasta Europa, una sola mujer o un solo niño violado en este viaje macabro (la Organización Internacional de las Migraciones ha declarado que: “los primeros seis meses de 2017 confirman (…) un aumento del 600% de las víctimas potenciales de trata con fin de abusos sexuales”). Y lo denunciaremos desde estas páginas, en nuestras calles y a través de nuestra la Campaña permanente ‘Por la Justicia en las Relaciones Norte-Sur. “No matarás” (firmado: Dios)

Editorial Revista Autogestión 125
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