Revista Autogestión nº 140 «Descartados por el capitalismo digital»

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Según los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con la pandemia ha aumentado el número de trabajadores sin contrato laboral hasta alcanzar los 2.200 millones de personas. Es decir, más del 60% de la fuerza laboral del mundo carece de protección social, trabaja en la economía sumergida y sin derechos laborales.

¿Qué lugar ocupa esta situación en la agenda política de nuestra sociedad?

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Para los 2.200 millones de trabajadores que sobreviven en la economía sumergida, el trabajo es una cuestión central. Pero no lo es en la agenda política global. La irrupción de la era digital está provocando una transformación profunda de la sociedad. Asistimos a una Revolución cultural y política que diluye la cuestión del trabajo como elemento constituyente y articulador del edificio social.

Durante el desarrollo de la sociedad industrial, el conflicto Capital-Trabajo ocupaba el centro político para comprender la situación de desempleo y opresión ejercida por el sistema capitalista, tanto en el Norte como en el Sur. Hoy ya no es así.

El cambio de era nos aleja progresiva y trágicamente del valor del Trabajo. Entre otros factores, un abanico de ideologías identitarias (justicia racial, género, nacionalismo, MeeToo, transhumanismo…) han arrinconado y ocultado la cuestión del Trabajo. El pleno empleo, es poco más que una vieja utopía del movimiento obrero.

A lo largo de la historia de la humanidad, el trabajo ha sido la única fuente de riqueza. A pesar de esta verdad de la historia, a pesar de los 2.200 millones de trabajadores de la economía sumergida, a pesar de la creciente desigualdad social dentro de todas las naciones y a pesar de las crisis recurrentes del sistema económico, los intereses y los principios capitalistas se imponen sistemáticamente en el conflicto Capital–Trabajo.

Se impone el mito del crecimiento económico y se impone la idea de hacer dinero a partir del dinero. Se promueven políticas para la extracción del dinero de los circuitos del capital y no la inversión para el desarrollo de la actividad productiva. Se antepone la extracción a la creación de riqueza (trabajo). Gobiernos, bancos centrales, organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la ONU, su Agenda 2030 y la Organización Internacional del Trabajo, son responsables de sostener, junto con los Medios de Comunicación Social, las grandes corporaciones privadas y la Academia, la coartada ideológica de este capitalismo de casino.

De esta manera, se ha subordinado el trabajo al crecimiento del capital, hasta el extremo de someter y descartar a la mayoría de la fuerza laboral del mundo. Por lo tanto, no hay opción para el maquillaje inclusivo y sostenible del sistema capitalista, para el cual, millones de trabajadores no son más que simple deshecho humano.

En las sociedades con altos niveles de desempleo, donde el trabajo sumergido es predominante, se imponen la miseria, el crimen, la violencia, etc. El conflicto capital-trabajo no es un lema, es explotación, es esclavitud infantil, son huidas masivas de poblaciones que se lanzan al mar o al desierto, es muerte, es miseria, es guerra, es sangre, la sangre del pobre.

Sin pleno empleo, no habrá democracia, ni Justicia, ni Paz.

Editorial revista Autogestión nº 140

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