Revista Autogestión nº 148 «Neocapitalismo made in China»

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Esclavitud infantil, una injusticia a la que no se quiere poner fin.

La terrible existencia de más de 400 millones de niños esclavos hoy en el mundo, es un crimen genocida que nos acusa a toda una civilización, y que la Historia, como lo ha hecho siempre ante lo inhumano, algún día juzgará.

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Creyendo algunos que viven en el mejor de los mundos posibles, produce pavor alzar la mirada y contemplar a toda una inmensa multitud de millones de niños que deambulan por este mundo condenados a ser esclavos, es decir, a ser propiedad de otros.
Vivimos en un mundo en el que la infancia constituye un tránsito por años de desolación y muerte en vida: niños abandonados sin hogar, niños prostituidos, niños soldados, niños desechados en las minas, niños huérfanos en campos de refugiados, niños esclavizados en fábricas de muerte, … y un largo etcétera en el que incluimos un reguero inimaginable de sufrimientos de millones de niños.

Toda esclavitud humana es fruto de una injusticia. La esclavitud infantil es consecuencia de una concepción de la existencia donde se ha perdido el sentido moral. En este caso, observando las escandalosas cifras que ni los organismos internacionales se atreven a negar, podría decirse que se ha perdido la conciencia moral de toda una civilización.
Cada niño esclavo, único e irrepetible, es consecuencia de algún lucrativo negocio, que forma parte de una economía que asesina. Un sistema económico que mata sin ningún tipo de escrúpulos. Un capitalismo basado en la explotación del hombre por el hombre, en la guerra a muerte del poderoso frente al débil. Esos negocios tienen nombres y apellidos conocidos y no tan conocidos: Guerra y armamentismo, turismo sexual y cibersexo, prostitución infantil, comercio de recursos naturales y energéticos, especulación de alimentos, comercio de órganos, venta de ropa barata online, etc.

Cada niño esclavo, único e irrepetible, es consecuencia de la complicidad letal de unos organismos internacionales, como la ONU, la UNICEF, la OIT, … que nacieron formalmente para salvaguardar derechos, pero que, sucumbiendo al dictado de los poderosos, se han convertido en los mayores justificadores de los “daños colaterales inevitables” de una guerra permanente y planificada contra la infancia. Ningún sindicato nacional o internacional; ningún partido político ni corriente ideológica; ningún organismo internacional, ni la agenda 2030 de la ONU, han llevado a cabo ninguna medida efectiva que realmente esté encaminada a erradicar esta criminal realidad.

Cada niño esclavo, único e irrepetible, es consecuencia también de la inacción política, del silencio cómplice de los se aprovechan de las ventajas que procura su infierno en vida.
Cada niño esclavo, único e irrepetible, es consecuencia de los que justificamos nuestra “buena vida” y nuestra “buena conciencia”, viviendo anestesiados ante este mal. No queda más que reconocer que, como beneficiarios que somos de esta globalización tecno económica, también nos convertimos en el inmoral “propietario” y “dueño” de cada niño esclavo, único e irrepetible.

Y por todas estas causas, la esclavitud infantil ha sido y es una injusticia a la que nadie le interesa poner fin. ¿Seremos capaces de seguir permitiendo esta barbarie?
El Papa Francisco apela a la conciencia de esta generación cuando escribe que “todavía hay millones de niños y niñas que sufren y viven en condiciones muy parecidas a la esclavitud. No son números: son seres humanos con un nombre, con un rostro propio, con una identidad que Dios les ha dado. Demasiadas veces olvidamos nuestra responsabilidad y cerramos los ojos ante la explotación de estos niños que no tienen derecho ni a jugar, ni a estudiar, ni a soñar. Ni siquiera tienen el calor de una familia. ¡Cada niño marginado, abandonado por su familia, sin escolarización, sin atención médica, es un grito! Un grito que se eleva a Dios y acusa al sistema que los adultos hemos construido. Un niño abandonado es culpa nuestra”.

Unámonos a la lucha que, desde hace más de 25 años, lleva el Movimiento Cultural Cristiano para seguir haciendo del 16 de abril el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil. Desde estas páginas, seguiremos denunciando uno de los mayores crímenes que se producen hoy en el mundo hasta que no quede un sólo niño esclavo.

Editorial de la revista Autogestión