El obispo Moro Briz y don Baldomero Jiménez Duque favorecieron este encuentro entre seminaristas y luchadores por la justicia. No es extraño que fuera en Ávila donde se promovieran aquel hermoso compromiso cristiano que fueron las tiendas Copin allá en los años 60.
Un colegio de Ávila se ha hecho famoso por acoger a menores inmigrantes procedentes de Canarias. El sacerdote responsable de este centro es Juan Trujillano. Lo que pocos saben es que este sacerdote era amigo de Rovirosa. No queremos decir que se deba a Rovirosa lo que se debe a Jesucristo. Decimos solamente que -entre otras muchas cosas- don Juan era amigo de Rovirosa. Y es que el Seminario de Ávila fue especialmente favorable a que los seminaristas escucharan a aquel obrero de la HOAC, a aquel místico hoy en proceso de beatificación.
El obispo Moro Briz y don Baldomero Jiménez Duque favorecieron este encuentro entre seminaristas y luchadores por la justicia. No es extraño que fuera en Ávila donde se promovieran aquel hermoso compromiso cristiano que fueron las tiendas Copin allá en los años 60.
Al entonces joven Juan Trujillano le llamaron la atención de Rovirosa muchas cosas, entre las cuales señalo: «Rovirosa era lo que la gente llama imprudente. Era desconcertante». «Estaba empeñado en una lectura de la Escritura desde abajo». «Lo importante para él era que Dios me amaba a pesar de ser su enemigo. Y entonces era imposible corresponderle porque él no es nuestro enemigo. No queda más salida que amarle en los enemigos».