Suicidios de repatriados desde España a Guinea Bissau

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La coordinadora del Área de Cooperación de la asociación canaria ATAMAN, Verónica Rodríguez, ha alertado sobre los casos de suicidio de ciudadanos africanos repatriados desde España a Guinea Bissau,…

…una problemática que por razones culturales, no se suele producir en el continente y que ahora las autoridades comienzan a incluir entre sus preocupaciones.


Rodríguez, recién llegada de Guinea Bissau, donde ATAMAN ha presentado una exposición sobre inmigración a Europa realizada por los fotógrafos Gabriel Tizón y Juan Medina, se reunió allí con autoridades locales, ONG, asociaciones y familiares, que coincidieron en poner el acento sobre la situación que atraviesan los repatriados.


Según ha explicado la responsable de ATAMAN, tanto el ministro de Asuntos Exteriores del país africano como el Director de Fronteras manifestaron en el encuentro que «su preocupación máxima ahora no es ya tanto la inmigración clandestina, sino los repatriados, porque está habiendo muchos casos de suicidios de chicos jóvenes».


«En África, el suicidio no es algo que estuviera pasando, podíamos saber de la persistencia de enfermedades o de la desnutrición, pero el tema del suicidio es más de la cultura occidental que de la suya y en el Norte se vincula a cuestiones como la depresión (…) En África no hay tiempo para deprimirse porque hay que buscar soluciones«, apuntó Rodríguez.


Aunque las autoridades locales «intentan compensar a estas personas con medidas como devolverles el pasaporte o darles cierta comprensión civil», Rodríguez explica que «están muy fracturadas por dentro y les resulta muy difícil volver a insertarse en su sociedad y retomar su identidad» porque «en ese lugar no hay proyecto de vida y en el otro lado de la orilla, donde estaban los sueños, han padecido al menos 40 días de intenamiento forzoso en un centro, han sufrido malos tratos, abusos y finalmente, una patada de vuelta a su país».


«Es muy difícil explicarle a una persona así que no ha fracasado y que lo que ha ocurrido es culpa del sistema», prosiguió la responsable de ATAMAN, tras apuntar que cuando uno es repatriado se enfrenta además a la «vergüenza» por no conseguir el objetivo y a la «decepción» en su entorno por haber gastado en el viaje el poco dinero que familiares y amigos habían podido reunir.


Cuando no queda otra salida


ATAMAN visitó varias aldeas en la zona costera del país, lugares preferentes de salida de embarcaciones rumbo a Europa y constató las graves carencias de la región. En una de estas aldeas, de la zona norte «habían perdido la cosecha de arroz y llevaban tres días sin comer; las mujeres que quieren estudiar sólo pueden hacerlo de noche porque por el día hay que trabajar, el problema es que allí no hay luz eléctrica» y el único maestro que acude a la región «camina 14 kilómetros diarios para poder dar clase».


«Es desesperante para cualquier padre no poder alimentar a sus hijos. Ellos sólo quieren eso, cuidar de las cosechas y salir adelante» pero a veces no queda otra salida que la emigración y se hace en patera porque, aunque es «más caro» que un billete de avión a Canarias, no se puede viajar legalmente sin un visado «y España no lo concede», apostilló Rodríguez.


En medio de este panorama, las madres que han visto marchar a jóvenes rumbo a Europa. «Allí hay un montón de madres que no saben que sus hijos murieron en el mar y esperan que vuelvan algún día», declaró Rodríguez, quien se entrevistó con varias mujeres y encontró dos realidades enfrentadas, la de quienes albergan la esperanza de que su padre, hijo, hermano o marido emigrado viva mejor en Europa y la de quienes «creen que murieron en el mar y, ahora no salen a pescar porque sienten la llamada de los fallecidos desde el agua».