TERREMOTO en la RADIO. BLAS HERRERO ha puesto a Onda Cero contra las cuerdas

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BLAS HERRERO, el asturiano que ha puesto a Onda Cero contra las cuerdas, comenzó como representante de marcas de leche. Un fino olfato para estar en el sitio y el momento justos y sus contactos en el PSOE de Guerra le sirvieron para hacer carrerón en la radio


Por JUAN LUIS GALIACHO

Sus compañeros le llaman el Sarasola asturiano y, ciertamente, está a punto de convertirse en uno de los empresarios más ricos, no ya del Principado, sino de toda España. Lo será si finalmente Onda Cero, propiedad de Antena 3 (y, por ende, del grupo Planeta), le abona los 185 millones de euros por incumplimiento del contrato de la cesión de emisoras para la puesta en marcha de la cadena de radio Kiss FM, cuyo contencioso se acaba de dirimir en un laudo arbitral.

Pero aunque su nombre y su rostro tronchado por un pobladísimo mostacho sólo han empezado a hacerse familiares para la mayoría en los últimos tiempos, Blas Herrero Fernández lleva bastantes años junto a los círculos de poder. Sirviendo primero a los intereses de su partido y más tarde a los suyos propios, Blas Herrero, persona muy próxima a la vieja guardia del PSOE asturiano, fue el mayor beneficiado por el Gobierno de Felipe González en las concesiones de radios de FM que se otorgaron entre 1989 y 1992.

Por entonces, los dirigentes socialistas, encabezados por Alfonso Guerra, habían seleccionado un grupo de personas de máxima confianza para controlar las nuevas concesiones radiofónicas que iban a otorgar. Blas Herrero formaba parte de la llamada Operación Arco Iris, diseñada en la primavera de 1989 en el despacho de José María Calviño, ex director general de RTVE, y que tenía por objeto crear una gran cadena de radio al servicio del PSOE.

Se daba la circunstancia de que a las 153 emisoras que tenía que conceder el Gobierno central se unían otras 198 que correspondían a siete comunidades autónomas, de las que el PSOE tenía controladas cinco. Era una oportunidad que no había que dejar pasar y así también lo entendió el entonces secretario de finanzas del PSOE, Guillermo Galeote, inculpado en el caso Filesa, y que puso todo el dinero que había en la llamada «caja común de la izquierda» al servicio de la causa.

Tres fueron los nombres elegidos para esta operación: el publicista Angel Cambronero, el periodista y abogado Jordi García Candau, ex director general de RTVE y ahora director general de la televisión publica castellano-manchega, y el empresario asturiano Blas Herrero.

Todo el mapa radiofónico se gestionaba y dibujaba desde la sede de Filesa, situada en la calle Barquillo de Madrid, y el diputado Carlos Navarro, uno de los cerebros de la trama Filesa para financiación del PSOE, encargó al economista Alberto Flores que llevara la contabilidad de las emisoras de Blas Herrero, unidas en torno a una sociedad denominada Radio Blanca.

Entre julio y diciembre de 1989 se concedieron en España 223 emisoras de FM, y muchas de ellas fueron a parar a manos de Herrero y los suyos. Inicialmente, el candidato del PSOE para dirigir todo este emporio era Jordi García Candau, que había sido director general de la emisora pública Radio Cadena Española. Pero su posterior nombramiento como director general de RTVE dejó a Herrero como única cabeza visible de toda la Operación Arco Iris.

El asturiano se presentó al concurso con cinco sociedades diferentes.Y obtuvo concesiones tan golosas como las emisoras de Valencia o Vigo, la más preciada de cuantas se dieron en Galicia, otorgada por el gobierno socialista de Fernando González Laxe tan sólo 24 horas antes de las elecciones autonómicas que dieron el triunfo a Fraga.

Para entonces, Blas Herrero contaba con el apoyo sin fisuras del aparato guerrista. Su amistad, que sigue existiendo, con la vieja guardia del PSOE asturiano era su tarjeta de presentación y entrada.

Herrero mantenía una estrecha relación con el que fuera presidente del Principado de Asturias Juan Luis Rodríguez Vigil -quien dimitió en 1993 a consecuencia del Petromocho, un escándalo relacionado con la supuesta inversión de 100.000 millones de pesetas de un grupo árabe en el Principado-.

EL CLAN ASTURIANO

Pero también con otros miembros de lo que en el PSOE se dio en llamar el clan asturiano: el alcalde de Oviedo, Antonio Masip Hidalgo, y los ministros asturianos del Gobierno González, Luis Martínez Noval (Trabajo) y Gustavo Suárez Pertierra (Defensa).

Tales vínculos eran el principal aval de Herrero más que su fuerza empresarial, por entonces no muy importante. Poseía un grupo de sociedades, sin peso relevante y con resultados negativos, en sectores diversos: tratamiento y envase de productos lácteos -los comercializados con la marca Ram-; concesionarios en Gijón y Avilés de las firmas automovilísticas Opel y Saab, algunos de cuyos coches iban a parar a dirigentes del PSOE; una sociedad de comercio exterior…

Su relación con el sector inmobiliario la mantenía a través de su suegro, el constructor de Siero José Vallina Llorián, quien apoyó financieramente sus primeros pinitos empresariales en el sector lácteo, en el que, dados sus escasos recursos iniciales, había comenzado como mero representante de marcas.

Fue a través de la leche como Herrero hizo amistad con el hoy presidente de Telefónica, César Alierta, su valedor actual en tanto en cuanto fue él quien dio luz verde al acuerdo de la discordia entre la entonces propiedad de Telefónica Onda Cero y Radio Blanca.Firmado en 2001, el pacto establecía que Herrero cedía 70 emisoras bajo la marca Kiss FM a cambio de 18 euros por oyente. Kiss FM, una emisora musical, arrancó en abril de 2002 y hoy, en uno de los crecimientos más espectaculares de la historia de la radio, es seguida por 1.366.000 oyentes.

Alierta dirigía Tabacalera, la empresa que llevaba toda la gestión de las empresas alimentarias del desaparecido INI. Herrero, como persona encargada por el Gobierno socialista del Principado, negoció con Alierta la adquisición de algunas filiales de la empresa pública asturiana Lactaria Española (LESA). Estos contactos sirvieron para entablar cierta amistad. Cada vez que Alierta viajaba a Asturias intentaba cenar con Herrero.

La relación, sin embargo, se ha enfriado, por no decir que se ha roto. Como muchas otras. La vida de Herrero, según afirman quienes le conocen, es un constante ir y venir del amor al odio: Luis Del Olmo, José María García, Francisco Alvarez Cascos…Dicen que sus amigos sólo lo son mientras le favorezcan.

Su ascenso en el sector lácteo le proporcionó contactos privilegiados, pero aspiraba a más, y pronto dejaría las vacas. La ONCE estaba pujando fuerte para crear una de las grandes emisoras de España -lo que acabaría siendo Onda Cero-. Y ahí volvió a aparecer Herrero, quien ya contaba con 49 emisoras, las cuales emiten la programación de Onda Cero desde su nacimiento.

Hay quien dice que esas emisoras no eran suyas. Según Alberto Flores, imputado en el caso Filesa, «eran del partido. Herrero sólo figuraba como testaferro y no puso una sola peseta». Asegura tener documentación que lo prueba, pero el caso es que Herrero siguió acumulando emisoras hasta llegar al casi centenar que posee hoy.

JUGAR A VARIAS BANDAS

Como buen superviviente, no sólo se ha arrimado al PSOE. Jugador empedernido -estuvo interesado en instalar un casino en el Hotel Reconquista de Oviedo-, le gusta hacerlo a todas las bandas.Es una cuestión de afinidades puntuales. El pasado 4 de febrero (cuando todos daban por ganador al PP) acudió al homenaje en Oviedo a Francisco Alvarez Cascos. Y es miembro del patronato de la Fundación Padre Arrupe, vinculada a la familia Rato-Figaredo y Salazar Simpson.

No olvida, sin embargo, a viejos amigos como el industrial Francisco Rodríguez, propietario de la firma Industrias Lácteas Asturianas-Reny Picot. Con él y otro viejo conocido, el ex alcalde socialista Masip, realiza viajes de placer cuando el tiempo se lo permite.

Este puente de San José, Blas Herrero ha preferido descansar en su Asturias natal. No ha querido hablar con CRONICA: «Yo ya he ganado, ahora que hablen los demás». El 30 de marzo, el consejo de administración de Antena 3 tomará la decisión: la quiebra, el pago o el liderazgo de Blas Herrero, un asturiano que sí ha sabido sacar radiomocho.