La Iglesia en Polonia recordó a través de sus redes sociales a Stanislawa Leszczynska, una católica en proceso de canonización que arriesgando su vida ayudó a nacer más de 3.000 bebés en el campo de concentración de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial.
La cuenta oficial de la Conferencia de Obispos de Polonia recordó el nacimiento de esta valiente católica polaca. “Las matronas en Polonia celebran hoy su fiesta: el 8 de mayo, aniversario del nacimiento de Bl. Stanislawa Leszczynska, una mujer que durante la Segunda Guerra Mundial dio a luz en el campo de concentración de Auschwitz a más de 3.000 bebés”, expresó en su cuenta de Twitter.
Leszczynska nació el 8 de mayo de 1896 en Polonia dentro de un matrimonio católico. En 1922, años en los que las mujeres solían dar a luz en sus casas, se recibió de matrona (partera) en la Universidad de Varsovia.
En 1916 se casó con Bronislaw Leszczynski, con quien tuvo dos hijos y una hija. Sin embargo, fue separada de los varones de su familia cuando Alemania invadió Polonia en 1943.
Tras ser capturada por los nazis, es enviada junto a su hija al campo de concentración en Auschwitz, donde permaneció por casi dos años, y donde nunca pensó que ejercería su oficio; menos aún en deplorables condiciones en las que se hallaban las prisioneras.
Las condiciones en las que se encontraban los campos de Auschwitz no eran las mejores para dar a luz, tanto por falta de limpieza como de equipos médicos. Incluso el lugar más cálido era junto a las calderas de la fábrica.
Como parte de las prácticas de los nazis, las mujeres que quedaban embarazadas eran asesinadas, pues consideraban que los bebés eran “inútiles” y retrasaban las labores de las madres en el campo de concentración.
Así, los bebés que lograban nacer eran ahogados en barriles o tirados a la basura, mientras que aquellos que tenían apariencia aria (rubios y de ojos azules), eran enviados a orfanatos de Alemania para ser adoptados.
Por ese motivo, “Mutti” (Madre) como apodaron a Stanslawa en el campo, tuvo que improvisar una “sala de maternidad” en las barracas que se encontraban junto a las calderas, que estaban infestadas de toda clase de insectos y humedad. Sin embargo, ese lugar se convirtió en la salvación de miles de madres y niños por nacer. La profunda fe católica de la matrona la llevó a bautizar a cada recién nacido con la señal de la cruz en la frente.
Sin embargo, la escasez de alimentos hacía que las madres padecieran de desnutrición y otras enfermedades, y por ende, sus hijos recién nacidos podían morir por las mismas causas; pero gracias a los cuidados que Leszczynska brindaba a las mujeres embarazadas hizo que todas dieran a luz a sus hijos y se recuperasen para continuar con “el trabajo” en Auschwitz.
El crecimiento de la natalidad y la recuperación de las madres, a pesar de las condiciones inhumanas a las que eran sometidas, llamó la atención de Joseph Mengele, el médico nazi conocido como “el ángel de la muerte” y que lideraba el grupo que decidía quiénes eran ejecutados en las cámaras de gas y con quiénes se realizaría experimentos mortales.
El médico alemán, miembro de la SS (“Schutz-Staffel” escuadras de protección del régimen nazi) le dio la orden de asesinar a todo niño que naciera vivo en el parto. Ante ello, la polaca se negó a participar en el infanticidio diciendo: “No, ni ahora ni nunca”.
Su valentía la llevó a continuar con su labor, desafiando la orden infanticida de Mengele, quien no tomó represalia alguna contra ella.
“Mutti” estuvo en Auschwitz hasta su liberación por las tropas soviéticas el 26 de enero de 1945, y pudo reunirse con sus hijos, que estaban prisioneros en Austria.
Leszczynska falleció en 1974 y su causa de canonización se ha introducido en la Diócesis de Lodz. Varias personas aseguran haber recibido su intercesión, especialmente en problemas de parto y la ven como una posible patrona de la causa provida.
FUENTE ACI Prensa