El ’annus horribilis’ de la industria farmacéutica, 12 meses salpicados de escándalos que han sacudido los cimientos de uno de los sectores más rentables del planeta, no podía cerrarse sin que ’The Lancet’ enviara un último mensaje a las distintas partes involucradas en el desarrollo, aprobación y comercialización de los nuevos medicamentos. En su última edición, la revista médica elige la revisión que puso en evidencia la ocultación de datos sobre el riesgo de suicidio entre los menores que consumen antidepresivos como el estudio más importante publicado en 2004.
Fuente: Periodista digital
CARLOS MARTÍNEZ
El Mundo
El «annus horribilis» de la industria farmacéutica, 12 meses salpicados de escándalos que han sacudido los cimientos de uno de los sectores más rentables del planeta, no podía cerrarse sin que «The Lancet» enviara un último mensaje a las distintas partes involucradas en el desarrollo, aprobación y comercialización de los nuevos medicamentos. En su última edición, la revista médica elige la revisión que puso en evidencia la ocultación de datos sobre el riesgo de suicidio entre los menores que consumen antidepresivos como el estudio más importante publicado en 2004.
«No fue sólo el estudio del año», escribe Richard Horton, director de la revista más crítica con los fabricantes de medicamentos. «Fue también parte de la historia del año, una historia de datos ocultos, de directrices erróneas a los médicos, de graves amenazas a la reputación de una compañía farmacéutica (GlaxoSmithkline), de una demanda en Nueva York resuelta fuera de los juzgados por 2,5 millones de dólares y del aumento de la presión por la publicación internacional de un registro accesible de los ensayos clínicos aleatorios», añade Horton.
El trabajo lo publicó en abril la revista médica británica. Un grupo de investigadores dirigidos por Craig J. Whittington, del University College de Londres, evaluó los resultados obtenidos por distintos ensayos médicos que analizaban la eficacia de los inhibidores de la recaptación selectiva de la serotonina, los modernos antidepresivos, en pacientes entre cinco y 18 años.
En sus conclusiones, la revisión muestra que la evidencia en la que se basaba hasta entonces la práctica clínica en este campo se fundamentaba en unos pocos estudios cuyos resultados no se sostenían cuando en el análisis se incluían otros trabajos que, a diferencia de los anteriores, no habían sido difundidos por ninguna publicación médica. La larga controversia médica sobre los posibles riesgos de los nuevos antidepresivos se basaba en datos parciales, es decir, era un fraude.
«Sus resultados [de los autores de la revisión] ilustran un abuso de la confianza depositada por los pacientes en sus médicos. También representan un abuso de la confianza depositada por los voluntarios de los ensayos médicos en los sistemas médico y farmacéutico», rezaba el editorial sobre la investigación, titulado gráficamente «Investigación deprimente».
Fue el inicio de un escándalo que en junio adquirió una dimensión única cuando el fiscal del Estado de Nueva York, Eliot Spitzer, demandó a GlaxoSmithkline (GSK) por ocultar datos negativos sobre uno de los medicamentos analizados, paroxetina, de nombre comercial Paxil. Spitzer basó su denuncia en tres estudios realizados por el laboratorio, de un total de cinco, en los que el medicamento obtuvo resultados similares o incluso inferiores a un placebo en el tratamiento de la depresión en menores de 18 años.
Tres de los trabajos también mostraban el doble de probabilidades de suicidio entre los jóvenes. En uno de ellos, que no se publicó, el 7,7% de los menores mostró comportamientos o pensamientos suicidas, comparados con el 3% del grupo placebo.
El caso se cerró finalmente con un acuerdo por el que el laboratorio se comprometió a pagar 2,5 millones de dólares, pero puso en marcha una dinámica de revisión de los mecanismos de aprobación y control de los medicamentos cuyas consecuencias para la industria todavía no están claras.
A principios de septiembre, el mes en el que se retiró Vioxx del mercado y las críticas contra los fabricantes de medicamentos se volvieron especialmente duras, 13 revistas médicas publicaron un editorial conjunto en donde anunciaron un nuevo requisito en la selección de estudios: cualquier ensayo que quiera ser publicado tendrá que haber sido inscrito en un registro antes o durante el proceso de selección de pacientes. El manifiesto es otro de los 18 trabajos seleccionados por «The Lancet» como uno de los estudios más destacados de 2004, siete de ellos publicados en la revista dirigida por Richard Horton.
Aparte de la investigacón sobre los antidepresivos, la revista británica menciona especialmente dos de ellos: un trabajo sobre la influencia del tabaco en la tasa de mortalidad a partir del análisis durante 50 años de los médicos británicos y un gigantesco estudio epidemiológico, con datos de 52 países, sobre los factores de riesgo coronario. En su lista sobre los principales hitos de 2004, «Science» menciona otros avances. A juicio de «The Lancet», cualquiera de ellos queda en segundo plano ante «una de las revisiones sistemáticas más impresionantes e influyentes de los últimos años», el inicio del «annus horribilis» del sector farmacéutico.