Un año acampado ante La Moncloa

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El Servicio Urgente de Limpieza del Ayuntamiento de Madrid retiró ayer «por razones de salubridad y seguridad» algunos de los objetos que ha acumulado el colombiano Segundo Quiñones durante el año que lleva instalado a las puertas del Palacio de la Moncloa para que no le quiten su casa.

Fuente: EFE

Quiñones – ”vicepresidente de la Asociación de Familias Hipotecadas, Embargadas y Afectadas por Abusos Bancarios de Elche (Alicante)” – lleva desde el 20 de abril del 2009 a las puertas de La Moncloa para que le reciba el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Quiñones recorrió a pie los cuatrocientos kilómetros que separan Elche de Madrid para «exigir al Gobierno unas hipotecas justas» y la paralización de los embargos a los desempleados.

La prensa nos informaba el sábado de que el SELUR (Servicio Urgente de limpieza del Ayuntamiento de Madrid) retiró “por salubridad” algunos objetos acumulados por manifestante de Moncloa. Segundo Quiñones, doy fe, es persona limpia y cuidadosa con su precario alojamiento y alrededores, que barre y limpia asiduamente. Lo cuida de manera excelente dadas las circunstancias que se ve obligado a pasar. Segundo lucha contra la injusticia, pacíficamente, como un valiente; reclama como debería hacerlo un verdadero socialista, y no como otros con más medios. En ese espejo deberían mirarse Zapatero y los presuntos sindicatos de clase. Explica Horacio García Pacios (Presidente de ARENCI en León y Castilla, trabajador social)

«¡Me juego la vida, pero no me pienso ir!»

POR TATIANA G. RIVAS 24-04-10

Se pone fin a la «acampada protesta» de Segundo Quiñones frente al Palacio de La Moncloa.

Un agente local, con muy poco talante, le avisó de su retirada en el día de hoy: «Las órdenes vienen de arriba», le explicó sin más. Eso sí, con gran entereza, Segundo advirtió de que su lucha continuaría: «Estoy dispuesto a jugarme la vida, aquí o en el otro lado del puente, pero no me pienso ir de La Moncloa».

Justo el 20 de abril, Segundo cumplió un año apostado frente a la residencia del presidente del Gobierno. Vino andando desde Elche para solicitar una cita con José Luis Rodríguez Zapatero. Su intención era pedirle una solución para él y los casi 4,5 millones de parados que hay en este momento en el país. En su caso, su situación de desempleo le ha llevado perder su casa por impagos, pero su gran problema no es ése, sino la hipoteca de ese bien que aún tendría que pagar; un obstáculo para salir adelante. «Solo quiero llegar a un acuerdo para que me quiten la hipoteca de una casa que no tendría», dice desesperanzado.

Este hombre ha soportado frío, lluvia, soledad, delirios, dos huelgas de hambre, ha combatido durante este año contra tres subastas de su casa, y ha subsistido con el alimento que le ha proporcionado la caridad humana. Hoy quieren poner fin a su pelea, pero la calle no ha quitado las fuerzas a este colombiano. Además de conservar el buen humor mantiene su honor, de lo poco que le queda.

«No me han recibido pese a entregar a diario un escrito para que me atienda el presidente. Lo único que me han ofrecido es que me acoja al retorno voluntario a mi país, cuando estoy casado con una mujer española y tengo un hijo español. Me dijeron que esperaban a que me aburriera y me marchara, pero no llegará ese momento», manifestaba seguro de sí mismo.

Ahora, antes de que acabe su andadura, al menos en la parte del puente más cercana al palacio, Segundo quiere saber cuál es el motivo por el que se le echa. «No me voy a amedrantar. Ése es el Partido Socialista que defiende al obrero. Estos no defienden a nadie, sino sus propios intereses», pronunciaba alterado.

¿Albergue o desalojo?

Segundo no es un indigente, es una persona sin recursos que busca respuestas. Ayer, a las 20.15 de la tarde se las dieron, aunque no las que esperaba. Solicitando privacidad en la vía pública a los medios de comunicación -«si no nos dejáis a solas, me voy y no le digo a este hombre lo que le tengo que decir», advirtió una de las operarias del Samur Social-, procedieron a ofrecer a Segundo un albergue. «Después de un año sin ayudarme, ahora vienen para esto», pronunciaba encendido. Después de rechazarlo, llegó la noticia del desalojo.

Hoy les esperará encadenados, pero sin poner resistencia. «No quiero que me manden a comisaría. Si me dicen que me quite, me quito, pero me voy a otro lado del puente», concluyó.

El Servicio Urgente de Limpieza (Selur) del Ayuntamiento de Madrid han retirado esta mañana, «por razones de salubridad y seguridad» algunos de los objetos que ha acumulado el colombiano Segundo Quiñones durante el año que lleva instalado a las puertas del Palacio de la Moncloa para que no le quiten su casa.

Sin embargo, fuentes municipales han asegurado que lo que han hecho hoy los agentes y los miembros del Selur ha sido solicitar a Quiñones que identificara sus enseres personales y comunicarle que el resto de objetos, que se encontraban desperdigados por la zona, serían retirados por los servicios de limpieza, por motivos de salubridad.

Entre esos objetos había una tienda de campaña y una caseta que continua en el mismo lugar y donde el manifestante ha guardado sus pertenencias personales, en tanto que el resto de los objetos han sido retirados por los efectivos municipales que han adecentado la zona.

Mientras tanto, Santiago Quiñones -vicepresidente de la Asociación de Familias Hipotecadas, Embargadas y Afectadas por Abusos Bancarios de Elche (Alicante)- continúa apostado a las puertas del Palacio de la Moncloa para que le reciba el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

400 KMS A PIE DESDE ELCHE

Quiñones llegó a este lugar después de recorrer a pie los cuatrocientos kilómetros que separan Elche de Madrid para, según él mismo explicó, «exigir al Gobierno unas hipotecas justas», la paralización de los embargos y, sobre todo, que «no sigan masacrando a los padres de familia» que, como él, sufren el desempleo y, por ende, la falta de dinero para pagar su cuota mensual.

Según fuentes municipales, el procedimiento que se ha seguido esta mañana con este colombiano es el mismo que se sigue con cualquier otra persona o personas que hacen un «uso privativo de un espacio público» independientemente de donde éste se encuentre.