Un MILITANTE OBRERO y la DOCTRINA SOCIAL de la IGLESIA . Por Julián Gómez del Castillo

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Hoy el magisterio de la Iglesia molesta -basta mirar la postura ante la inmigración, guerras, aborto, etc. y el comportamiento de los dos pies del imperialismo en la política española: PSOE y democristianos- y sigue hablando. Ni las manipulaciones de la Doctrina Social de la Iglesia, ni su silencio planificado, conseguirán lo que pretenden…La solidaridad no pasa en nuestra sociedad del ejercicio de la limosna individualista, lo que es una clara degradación de la solidaridad obrera histórica y de la solidaridad que enseña el magisterio pontificio.


Lo peor que le puede caer encima a la Doctrina Social de la Iglesia, es ser tratada como una «moda», algo que ahora parece bien o mal, pero que mañana ya nadie se va a acordar de ella. Esto, que claramente sucedió con Juan XXIII y su llamamiento al diálogo, no es tan posible como entonces, pero también es posible que suceda con Juan Pablo II. Bástenos observar para ello el silencio caído sobre la Sollicitudo reí socialis, aun en los centros de formación eclesiástica. Queremos hacer una llamada desde aquí para que eso no sea así, lo que nos obligaría a todos a comprometernos a ser divulgadores de ella, especialmente a través de los hechos, ya que creemos que el servilismo existente por la economía de mercado, tras el hundimiento del socialismo estatista marxista, levantará a esta embrutecedora y opresora forma de organizar la vida económica de los hombres en la perpetuación de la esclavitud.

1. La persona solidaria, eje de la Doctrina Social de la Iglesia

Si algo le debe quedar a un militante obrero después de más de cincuenta años de vida laboral y otros tantos en la vida militante de su clase, es la valoración de la solidaridad como la realidad más entusiasmante que ha vivido en su vida y que, al mismo tiempo, es capaz de sobrepasar todo tipo de explotación, tanto de la derecha como de la izquierda oficiales. No me ofrece duda que desde León XIII a Juan Pablo II hay todo un proceso creciente hacia el descubrimiento en profundidad de esto que acabo de decir, y que, a partir de ahora, nadie hablará de solidaridad sin tener en cuenta el magisterio de Juan Pablo II. Pero veamos rápidamente tres actitudes ante la solidaridad:

a) La de la clase obrera hasta 1914. El descubrimiento del proletariado, naciente en el siglo XIX, de dos grandes verdades: que los problemas de cada uno eran semejantes en sus causas y que la ayuda entre ellos, dada la miseria de su vida, llevaba a compartir hasta lo necesario, fue la base de la vivencia de la solidaridad por un importante sector de futuro para la humanidad. Se había incrustado en las colectividades humanas la vivencia social de la solidaridad, una nueva sociedad era posible. Los pobres de la tierra del naciente industrialismo abrían la puerta a la esperanza humana, aunque destacados eclesiásticos de nuestros días manifiesten su ignorancia en el tema, que la sitúan en la Nicaragua de Ortega.

b) Partiendo León XIII de la afirmación de la persona humana como eje de la Doctrina Social de la Iglesia, llega en Juan Pablo II la afirmación de que la solidaridad es no sólo la característica de una vida humana, sino la imagen y semejanza de esa vida por la de Dios Trinidad, de solidaridad perfecta. Es por su profundidad teológica y su respeto sagrado a la vida de los débiles, por lo que Juan Pablo II ha llegado a afirmar que solidaridad es compartir hasta lo que se necesita para vivir.

Total identidad del Papa y de la historia de la clase obrera pobre. Es la persona solidaria la que es imagen de Dios, y una vez más Dios ha hablado por los pequeños y la Iglesia ha reconocido la voz de Dios en los pequeños.

c) Pero ¿qué es solidaridad para la sociedad española actual? Para responder, bástenos echar mano de los últimos estudios sociológicos sobre nuestra juventud o sobre nuestra población en general. Ambos nos dan como conclusión que vivimos un proceso creciente de insolidaridad, o dicho de otra manera, de individualismo. Y es evidente que el individualismo es la antítesis de la solidaridad. Si es verdad lo que dicen nuestros sociólogos, y creo que lo es, la solidaridad no pasa en nuestra sociedad del ejercicio de la limosna individualista, lo que es una clara degradación de la solidaridad obrera histórica y de la solidaridad que enseña el magisterio pontificio.

2. El destino universal de los bienes

Si la persona solidaria es la querida por Dios como imagen suya, el destino universal de los bienes es el plan de Dios sobre todos los bienes, lo que sitúa a los cristianos católicos frente a todo sistema que impida, por su propia naturaleza, que ese hecho se produzca. Y ya nadie discute que este principio fue formulado ya por León XIII y que el resto de los Papas del siglo XX lo han ido afirmando y desarrollando, hasta llegar a Juan Pablo II. Dios es el único propietario sustantivo de todos los bienes, y los creó para el hombre, para todos los hombres. Pero ¿se cumple esto en nuestra sociedad?

1. En la Quadragesimo anno, de Pío XI, nos encontramos con la denuncia de que existía, ya entonces, un imperialismo internacional del dinero, es decir, un sistema económico contra el destino universal de los bienes; Juan Pablo II, en diversos documentos, pero especialmente en la SRS, se extenderá en analizar este imperialismo. Ahora bástenos a nosotros plantear unos cuantos hechos que demuestran su existencia, más corrosiva que nunca en la historia:

– Tres cuartas partes de la humanidad viven diariamente dentro de algún grado de hambre. Y el proceso no está en descenso sino en ascenso.

– Una cuarta parte de la humanidad vive en la abundancia. Como recuerda Juan Pablo II, se repite, a niveles universales, la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro.

No tenemos tiempo para referirnos a las explicaciones ignominiosas de este hecho por parte de las sociedades donde se come todos los días. Todas ellas insultan a los hambrientos como causantes de su propio hambre.

2. Para Juan Pablo II, SRS, el expolio del hemisferio Norte al hemisferio Sur se produce por cuatro causas estructurales de dimensiones universales en las que también participa España:

– Las finanzas internacionales, organizadas no bajo el principio de las necesidades humanas, sino del expolio de los poderosos sobre los débiles; aunque un destacado financiero católico, a la hora de plantearse la deuda externa, no vea más solución que la de seguir expoliando.

– El comercio internacional, en el que los países enriquecidos marcan los precios de lo que compran y los de lo que venden, con lo que hacen negocio de ida y vuelta.

– La tecnología, de la que 3.700 millones de personas de nuestro mundo viven en la más absoluta dependencia; pero ya hemos quitado al Tercer Mundo ese 50 por 100 de investigadores que trabajan en Estados Unidos.

– Los organismos internacionales, fieles servidores de quien ganó la II Guerra Mundial, como se demuestra desde la situación de la alimentación en el mundo hasta la reciente Guerra.

3. También los cristianos podemos contribuir a ese expolio, además de aceptando y sosteniendo esos cauces de expolio -ya lo hacemos-, con:

– la manipulación y el silencio sobre la Doctrina Social de la Iglesia,

– colaborando en la fabricación de empobrecidos a velocidades supersónicas y, por otra parte, organizando asistencialismo que, sociológicamente, oculte lo primero. Basta con echar un vistazo a lo que el Primer Mundo saca del Tercero y a lo que éste recibe de aquél. Un militante cristiano nos decía en el Tercer Mundo: Di a los de tu tierra que no nos ayuden, que bastaría con que no nos robaran.

3. Un nuevo orden internacional, clama el Papa

Ya sabemos que también la ONU ha clamado por un nuevo orden internacional hace más de treinta años, pero no ha dado un solo paso hacia él y, a juzgar por su último documento sobre el tema, tan silenciado por la prensa española, no tiene nada que ver con el sostenido por el magisterio eclesial.

Y no clama por él ahora. Cuando en 1891, León XIII clamaba que desapareciera aquella situación, que imponía a millones de personas una condición que difería poco de la de los esclavos, estaba planteando un nuevo orden internacional.

¿Qué diríamos de la situación de hoy, cuando los millones de personas aplastadas por la miseria se han multiplicado? Nuestra sociedad ni se plantea, al menos, la acción contra las causas de la mayor masacre de la historia humana.

Pero, aunque a muchos cristianos nos disguste, el magisterio ha hablado y seguirá hablando. La incultura o el sectarismo de nuestros medios de comunicación, de nuestros políticos -también los democristianos-, de todos los detentadores del poder, no podrán silenciar al magisterio pontificio.

Hace más de treinta años un ilustre doctor en Teología, español, me decía: En materia social, la Iglesia ya ha dicho todo lo que tenía que decir. Pero la Iglesia le llevó la contraria. Hoy el magisterio de la Iglesia molesta -basta mirar la postura ante la inmigración, guerras, aborto, etc. y el comportamiento de los dos pies del imperialismo en la política española: PSOE y democristianos- y sigue hablando. Ni las manipulaciones de la Doctrina Social de la Iglesia, ni su silencio planificado, conseguirán lo que pretenden.

Damos gracias por habérsenos invitado a esta reflexión en voz alta que nos ha permitido, una vez más, denunciar, por fidelidad a la Iglesia y servicio a mis hermanos, al imperialismo que asesina a millones de personas anualmente, sin que a ello se le llame guerra. Espero que mi voz haya sido eco de la del magisterio de la Iglesia.

Julián Gómez del Castillo es militante obrero cristiano. Del grupo fundador de la HOAC, ZYX y del Movimiento Cultural Cristiano.


Publicado en la Revista Id y Evangelizad de febrero de 2004.