Existen unos 100 millones de menores en todo el mundo atrapados en redes de explotación sexual. Cada año viajan a América Latina entre 30.000 y 35.000 ciudadanos españoles con el único objetivo de mantener relaciones sexuales con niños y niñas. Existen niños explotados porque existen hombres y mujeres dispuestos a pagar para utilizarlos como objetos de placer sexual´. En nuestro país el problema es un tema tabú,asegura ECPAT a pesar de la existencia de 5.000 menores explotados.
Organismos como la Organización Internacional del Trabajo reconocen como una de las peores formas de trabajo y explotación infantil el uso y el reclutamiento de menores de edad para el ejercicio de la prostitución y la pornografía. La normativa de la OIT obliga a los Estados a adoptar medidas para la prohibición y la eliminación de este tipo de explotación, pero lejos de erradicar el problema, la situación se agrava cada vez más.
Según organizaciones como Intervida y Save the Children, cada año un millón de niñas y niños ingresan en la industria sexual, aunque al tratarse de un fenómeno clandestino las cifras todavía pueden aumentar. «El comercio de menores y el turismo sexual aumentan de manera alarmante», afirman desde Intervida, que señala la pobreza como un «elemento decisivo» para la entrada de los pequeños en el comercio sexual.
«Muchos niños se ven empujados a sobrevivir en las calles, y en ocasiones, acuden a la prostitución para contribuir a la economía familiar. Además, en los últimos años la explotación sexual infantil ha aumentado, por la creencia errónea de que el contacto con un menor disminuye las posibilidades de contraer la enfermedad», explica la ONG. A esta situación se añade la impunidad de la que gozan los adultos que introducen a los menores en este mercado en ciertos países y el miedo y la «vergüenza» que impide a los menores solicitar ayuda.
La educación, fundamental para erradicar el problema
Ante esta situación, organizaciones como Fundación Intervida denuncian que la explotación sexual infantil «no es un fenómeno exclusivo de los países más pobres», sino que se da en todo el planeta. En Estados Unidos, por ejemplo, las cifras hablan de 300.000 menores utilizados en redes pornográficas, y en la India, otros 400.000 menores son víctimas de la industria del sexo. En los países industrializados, además, predomina la demanda de pornografía y el turismo sexual infantil, mientras que en las regiones más pobres tiene lugar la explotación laboral y sexual de menores.
En la actualidad, Tailandia y Vietnam forman «los paraísos mundiales del sexo por excelencia», señala Intervida, que advierte de casos en que los pequeños son explotados sexualmente a cambio de artículos de consumo.
Para poner fin a esta situación, numerosas entidades y ONG presionan a los gobiernos y a organismos internacionales para que adopten las leyes existentes sobre el tema. Desde estas organizaciones, además, defienden la puesta en marcha de proyectos educativos y de sensibilización, tanto en los países del Norte como en las comunidades del Sur.
LA PORNOGRAFIA EN ESPAÑA
¿Cómo puede un individuo convertirse en agresor sexual y asesino de jóvenes? Y lo preocupante es que no son casos infrecuentes, los delitos de violaciones y agresiones sexuales, según el último informe del Fiscal General aumentaron el curso pasado en un 10%. Parece que nuestros hijos ya no pueden ir tranquilos por la calle sin ser acechados por agresores en potencia. «La pornografía es la teoría, la violación la práctica» decia Victoria Guillik en su libro Relato de una madre. Analicemos algunas realidades con sus datos.
De la industria pornográfica a la explotación sexual sólo hay un paso. La pornografía mueve cada año 60.000 millones de euros en el mundo, unos 250 millones de personas en el mundo son consumidores de pornografía según datos de la revista FORBES.
La industria del cine y el vídeo es la que mayores beneficios obtiene dentro del mercado del sexo: en Estados Unidos se ruedan cada año 13.000 películas porno y en Europa, unas 1.500, lo cual provoca que las productoras alcancen alrededor del 40 por ciento de beneficio por película.
En España, durante el año 2000, el Ministerio de Cultura clasificó 1.028 títulos como «X» frente a las 1.480 películas que recibieron la calificación de «Para todos los públicos». En cuanto a los usuarios de la pornografía en nuestro país, 850.000 personas consumen este tipo de productos, de los que el 45 por ciento son consumidores habituales.
Pero donde más se ha disparado el consumo de pornografía en los últimos años ha sido en Internet. Los internautas españoles son los ciudadanos que visitan más páginas de contenido sexual: según el anuario eEspaña 2001, realizado por Retevisión, el 38 por ciento de los cibernautas españoles navega por webs de contenido pornográfico.
Según Josep Antón Arrebola, secretario general del Consorcio ECPAT España (www.acim.es/ecpat) -dedicado a combatir la explotación sexual infantil-, «cuanta más pornografía se consume, más aumenta el deseo de seguir consumiéndola, lo que refleja la presencia de alguna dificultad importante para mantener una vida sexual normal, porque el consumidor de pornografía utiliza esos materiales como sustitutivos».
El sexólogo Ferran Trullols, asegura que «poco a poco la persona va perdiendo sensibilidad, por lo cual debe aumentar sus estímulos, que cada vez son menos personales y más genitalizados. Al final se produce una búsqueda incesante de nuevas experiencias, que nunca llegan a satisfacer del todo, lo que la convierte en adicta a la pornografía».
Si los adictos a la pornografía se quedaran ahí, si no afectara a otras personas, pero…. la pornografía y los abusos a menores son causa y efecto.
Como en todas las adicciones, el consumidor de pornografía necesita cada vez dosis mayores para que su cuerpo y su mente reciban el mismo estímulo que al principio. El adicto tiene la necesidad de experimentar nuevas sensaciones. Además, esta actitud puede degenerar en delitos como la pornografía infantil y el abuso a menores.
Según Arrebola, «la pornografía infantil, con sus elementos adictivos, tan sólo constituye un sustituto temporal del abuso físico, y además fomenta el deseo en el consumidor de pasar a la acción y protagonizar en el mundo real aquello que le venía proporcionando el placer sexual hasta ahora».
Actualmente, la explotación sexual comercial infantil (ESCI) es cuantitativamente la tercera industria ilegal a escala mundial, después del tráfico de armas y el tráfico de drogas. Según Arrebola, «existen unos 100 millones de menores en todo el mundo atrapados en redes de explotación sexual», de los cuales se calcula que 5.000 se encuentran en España. Estos abusos aumentan con el llamado «turismo sexual», una práctica muy común que algunos ciudadanos del Primer Mundo practican en países de Latinoamérica y Asia. «Entre 30.000 y 35.000 ciudadanos españoles viajan cada año a América Latina con el exclusivo propósito de tener relaciones sexuales con menores», asegura Josep Anton Arrebola.
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