En los procesos de Nuremberg, muchos de los encausados, especialmente los jueces nazis, alegaban que cumplían y obedecían la ley. Sin embargo, eso no les libró de ser condenados por crímenes contra la humanidad.
El que una ley aprobada en el parlamento legalice el aborto y lo defina como un ‘derecho’ no disminuye en nada su inmoralidad. La cuestión del aborto no es anecdótica, hay que situarla en el marco de una cultura global contra la vida.
El aborto de hecho no es sino el asesinato de un ser humano, de una persona. No se puede ocultar lo que está demostrado de modo objetivo por la ciencia, y que no es otra cosa que desde el momento de la concepción comienza la existencia de un ser humano único. Desde la concepción, la persona posee su identidad y su dignidad y las mantiene invariablemente de forma continua. No es parte del cuerpo de la madre, es un ser humano distinto.
El drama de más 112.000 abortos oficiales al año en España supone algo vergonzoso. ¿Cuáles son las causas del aborto? La más importante es que el aborto es planificado por el actual sistema político-económico tanto en el plano nacional como internacional para mantener la supremacía económica y política de los poderosos. Así vemos cómo muchas mujeres inmigrantes, expulsadas de sus países por el hambre, están sufriendo en España una explotación salvaje que es un verdadero atentado contra su maternidad. Por eso, es una trágica contradicción y una hipocresía condenar el aborto y defender el capitalismo. Tampoco se puede maquillar el aborto como progreso.
El auténtico progreso supone la defensa integral de la vida humana y su dignidad; supone la lucha por la justicia frente a la explotación y el poder. El aborto no es progresista. No hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo por nacer. Éste es el derecho de propiedad más absoluto, despótico y tirano concebible, más incluso que el derecho del amo sobre el esclavo.
Una sociedad que legitima, explícita o implícitamente, el aborto es una sociedad totalitaria, que afirma el poder absoluto de unos seres humanos sobre otros hasta el punto de llegar a autoproclamarse dueños de la vida. El niño que va a nacer es el ser más débil, necesitado y pobre; no tiene nada, ni siquiera la capacidad de defenderse y pedir auxilio.
Por ello debemos luchar firmemente para que desaparezca un régimen explotador y totalitario como el actual que no respeta la dignidad de la persona. Tenemos que trabajar para hacer que el vientre de la madre sea lo que debe ser: el lugar más seguro y protegido. Y que la sociedad entera lo sea también, antes y después de nacer .