Vamos hacia una sociedad de la renta básica, marihuana legal y ocio gratuito

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«En el 2007 comenzó una crisis sistémica, semejante a la depresión que comenzó en 1929»

«Esta es una crisis estructuralmente semejante a la depresión de los años 30, y aún estamos en ella»

«La actual política monetaria para reducir la inflación es muy ineficiente, muy lenta, muy dolorosa»

Entrevista al economista Santiago Niño Becerra. Extracto de hosteltur.com

En 2007 comenzó «una crisis sistémica estructuralmente semejante a la depresión de los años 30 y aún estamos en ella», según advierte el economista Santiago Niño Becerra, quien acaba de publicar el libro Futuro, ¿qué futuro? Claves para sobrevivir más allá de la pandemia (editorial Ariel). En esta entrevista, charlamos con él acerca del momento en que nos encontramos ahora.

Dice usted en su libro que la pandemia del coronavirus se incrustó en una crisis que comenzó hace 15 años. Pero desde un punto de vista de la ortodoxia económica, las recesiones corresponden a trimestres con PIB en negativo y por tanto, teóricamente, la crisis acabó, al menos en España en el 2014… ¿Qué tipo de crisis estamos viviendo entonces?

En el 2007, tal y como yo lo veo, comenzó una crisis sistémica, semejante a la depresión que comenzó en 1929. Esa depresión acabó en 1947 y tuvo distintas manifestaciones: primero hundimiento; luego el presidente Roosevelt empezó una carrera de obra pública que en el 1937 acabó y volvió a caer la economía… Y la Segunda Guerra Mundial fue la solución definitiva a aquella depresión.

Para mí, aquella crisis 1929-1947 fue la crisis de agotamiento de un modelo que ya dio de sí todo lo que podía dar, porque después la Primera Guerra Mundial la productividad aumentó muchísimo, etcétera.

P. ¿Entonces qué ocurrió en 2007?

Ese año comienza una crisis sistémica por agotamiento del modelo y que ha tenido distintas manifestaciones.

La primera fue financiera y le siguió una crisis de deuda, en otra fase vino el agotamiento de las inyecciones financieras en el 2018… Luego llegó el virus, un cisne Negro que dio un golpe de gracia a algo que hasta ese momento se mantenía más o menos sano, me refiero a las cadenas logísticas. Pero en cualquier caso la pandemia se añadió a todo lo anterior y ha puesto en marcha una inflación, la tercera manifestación de la crisis.

Es verdad que la ortodoxia habla de PIB negativo para referirse a las crisis, pero eso también está cambiando. Ahora ya se asume que cuando una economía tiene dos o más trimestres de crecimientos muy bajos, aún siendo positivos pero insuficientes para hacer frente a fenómenos como la inflación o el déficit elevado, se puede hablar de recesión como tal.

Pero vamos, tal y como lo veo, esta es una crisis estructuralmente semejante a la depresión de los años 30 y aún estamos en ella.

«No podemos seguir con inflaciones del 10% o del 6%. El Banco de Inglaterra ya habla de inflaciones para finales de año del 13% en el Reino Unido. Es una auténtica exageración»

P. Los bancos centrales tratan de controlar esa inflación aumentando los tipos de interés… ¿Servirán esas medidas?

Creo que la actual política monetaria para reducir la inflación es muy ineficiente, muy lenta, muy dolorosa, y que los efectos se van a ver al cabo de año y medio. Pero no podemos seguir con inflaciones del 10% o del 6%. El Banco de Inglaterra ya habla de inflaciones para finales de año del 13% en el Reino Unido. Es una auténtica exageración.

Es un hecho que, como la inflación es de oferta, la demanda tiene que reducirse. Por tanto yo sería más partidario de aumentar impuestos como el IVA, no tocar los tipos, dar subvenciones fiscales a colectivos concretos vulnerables específicos y a sectores estratégicos, y perseguir el fraude fiscal. Yo sería más partidario de eso, no tocaría tipos.

En su libro se refiere en diversas ocasiones a los oligopolios formados por grandes corporaciones, que cada vez son más potentes. También hace referencia a La Ley Sherman Antitrust, de 1890, la primera medida del gobierno federal estadounidense para limitar los monopolios

P. ¿Cree que hoy en día a las autoridades de la competencia les falta coraje para poner límites a las gigantescas corporaciones, tal como hicieron a finales del siglo XIX?

No es un tema de coraje, es un tema de poder. Es cierto que la Standard Oil Trust de Rockefeller era un monstruo en Estados Unidos a finales del siglo XIX y que llegó a controlar el 95% del de la producción y distribución de petróleo en Estados Unidos, pero en términos globales, hoy esa compañía sería un enano.

En cambio, en la actualidad los poderes públicos y autoridades de la competencia son incapaces de hacer frente al poder que tienen estas grandes corporaciones. Por ejemplo, piense usted que prácticamente el 75% del transporte de fletes en el mundo lo controlan cuatro empresas. No hay ningún gobierno que pueda hacer frente a eso.

P. ¿Los oligopolios tecnológicos también se están extendiendo, no?

También. Cuando pensamos en Amazon pensamos en comprar cositas, pero piense usted que Amazon es el principal proveedor de nube. Entra esta compañía, Microsoft, Apple y un par más están controlando la mayoría de la nube.

Es decir, las corporaciones han alcanzado hoy un poder global que ninguna empresa en el pasado lo tuvo. Ante esa situación, no hay absolutamente ningún gobierno ni autoridad que les puedan hacer frente, ni siquiera la Unión Europea, que tiene un organismo de vigilancia de la competencia

Es cierto que a esas grandes empresas se les han impuesto multas que parecen muy llamativas, pero si las compara con sus cifras de negocio, son ridículas.

«Las definiciones de clase media fueron verdad hasta los años 1980-1990. Hoy ya no son ciertas»

Hablemos de la clase media. Dice en su libro que se está empobreciendo. ¿Pero qué sería exactamente la clase media?

Si usted ordena de mayor a menor la renta -el dinero que tiene la gente- y lo divide en cinco partes, al 20% más alto históricamente se la ha denominado clase alta. Al segundo, tercer y cuarto 20%, clase media; y al quinto 20%, se le llama clase baja.

Por eso encontraríamos la llamada “clase media-alta”, la “clase media-media” y la “clase media-baja”.

Esto fue verdad hasta los años 1980-1990. Hoy en día esto ya no es cierto.

En la actualidad, cuando el 1% de la población controla el 50% de la renta a nivel mundial o cuando el 1% de la población en Estados Unidos controla el 34% de la riqueza, esta clasificación ya ha dejado de ser verdad.

P. ¿Entonces, qué es clase media?

Creo que la definición iría más bien por temas cualitativos, más que cuantitativos. Es decir, clase medía englobaría a personas que pueden ser propietarios de una vivienda; que no tienen deudas o con un nivel de deuda perfectamente asumible con sus ingresos; con un estándar de consumo con un cierto desahogo; que tienen un empleo con contrato indefinido y a tiempo completo; familias donde trabajan los dos miembros…

En países como España, hoy en día es muy difícil establecer por niveles de renta lo que es clase media, cuando por ejemplo el salario más frecuente en nuestro país está en 18.000 euros. Y cuando el 14% de la población que trabaja es pobre.

«La clase media es un invento de los años 1950, o sea, de cuando acabó la Segunda Guerra Mundial»

En cualquier caso, ¿esa clase media que acaba de describir con esos indicadores cualitativos cree que se está reduciendo en España?

Sí, sí, claramente. En todas partes, no solamente en España. Esto tiene una explicación: la clase media es un invento de los años 1950, o sea, de cuando acabó la Segunda Guerra Mundial.

Es verdad que se ha hablado de la clase media alemana, francesa y británica anterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero entonces se trataba de un colectivo formado por profesionales, funcionarios de medio y alto nivel…. Así que era una clase media simbólica.

El concepto de clase media que hoy conocemos se crea después de la Segunda Guerra Mundial al combinar pleno empleo, salto del trabajo, salarios crecientes, modelo de protección social, etcétera. Esa clase media fue inventada por necesidad, es decir, se necesitaba un colchón entre una clase alta muy reducida y una masa poblacional sumida en la pobreza o en la miseria de resultas de la Segunda Guerra Mundial.

Además, el concepto de clase media es muy keynesiano, es decir: poner a trabajar a todo el mundo, pagarles un salario, que consuman, que paguen impuestos, protegerles… Eso es la clase media y durante prácticamente tres o cuatro décadas fue necesaria. Hoy ya no lo es.

P. ¿Por qué?

Al margen de que la economía está evolucionando hacia la reducción de la clase media, ya está dejando de ser necesaria porque la tecnología cada vez más es capaz de sustituir más tareas que realizaba esa clase media.

«Vamos hacia lo que yo llamo el trinomio social. Es decir: renta básica, marihuana legal y ocio gratuito o prácticamente gratuito»

En su libro comenta usted que cuando el coronavirus haya pasado, “la normalidad consistirá vivir en una sociedad sesgada, con un desempleo estructural significativo y sobre todo, un subempleo muy elevado como consecuencia de una demanda de trabajo según necesidad”. Pero ahora, y a pesar de que ya tenemos bastante paro estructural, escuchamos que faltan trabajadores en varios sectores económicos…

Esto es un tema que nunca se ha explicado suficientemente. Y en esto, el virus en parte ha tenido que ver. Sea por los ERTES en Europa o por los subsidios de desempleo especiales en Estados Unidos, trabajadores que estaban en tareas precarias han visto que estaban viviendo muy mal, con tareas muy penosas, y ahora están buscando otros empleos. En su país o fuera. Las empresas dicen “nos faltan trabajadores”… A ver, págueles algo más. Es cierto que faltan profesiones muy concretas, pero yo no generalizaría diciendo que faltan profesionales, habría que analizar caso por caso.

P. Y quizá analizar también los salarios…

Evidentemente, las condiciones de trabajo.

Si en el futuro vamos a esa sociedad con mayores capas de población activa sin empleo, que no serán necesarias para generar PIB debido a los avances tecnológicos ¿Cree que esto comportará mayor conflictividad social?

No lo creo. Es más, creo que vamos hacia lo que yo llamo el trinomio social. Es decir: renta básica, marihuana legal y ocio gratuito o prácticamente gratuito.

Hace una década nadie asumía la renta básica. Hoy cada vez se están haciendo más experimentos con la renta básica y hay más técnicos y políticos, sobre todo, que la aceptan. La marihuana pura y simplemente calma. Y se necesitará ocio para llenar el tiempo de esas personas. Es muy significativo que Netflix haya anunciado que va a hacer un canal con un poco de publicidad para reducir el precio.

Pues me recuerda un poco al «Panem et circenses» de los romanos…

Sí, claro. Bueno, aquello era mucho más reducido. Se limitaba a Roma y solamente repartían trigo y había juegos. No se repartía dinero. Pero estaría en esta línea, aunque esto del trinomio social es mucho más complejo, evidentemente.

¿En todo caso, cómo se pagaría esa renta básica, esa marihuana para que estemos todos más calmados y ese ocio?

La marihuana no será gratis, de hecho estará sujeta al pago de impuestos como el tabaco. En cuanto a la renta básica, el doctor Daniel Raventós y su equipo han hecho varias simulaciones para España, para Cataluña, Euskadi… Y hoy una renta básica ya sería pagable, ya sería financiable, a base de reestructurar fiscalmente los impuestos y absorbiendo subsidios que actualmente se están dando y ordenándolos. Es decir, que la renta básica se ponga en marcha o no, deja de ser un tema económico. Porque sería financiable. Es un tema político.

Darle a alguien una renta básica significa decirle, “Oye, como ya no eres necesario para nada, toma esta cantidad de dinero y no molestes”… 

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