Venezuela no vota «régimen», abstención del 72,6%

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El chavismo se hizo hace unos días con el control de los municipios de Venezuela en unas elecciones locales sin oposición y con una bajísima participación ciudadana. La abstención alcanzó el 72,6%, según datos oficiales.

El régimen se queda sin contrapoderes en las instituciones, con la excepción de la Asamblea Nacional, despojada de sus funciones desde 2017. El chavismo se hizo con el control de los municipios venezolanos en unas elecciones locales celebradas sin oposición y en medio del desinterés general de la población. La abstención, según los datos preliminares del Consejo Nacional Electoral (CNE), alcanzó el 72,6% del censo. Esta es la traducción de la devastadora crisis económica y el deterioro del país. El régimen se queda así solo al frente de todas las instituciones, prácticamente sin contrapoder, con la excepción de la Asamblea Nacional opositora despojada de facto de sus funciones en 2017.

El gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo el dominio casi absoluto de las corporaciones municipales, conformadas por más de 2.400 concejales. La estimación oficial, a falta de conocer los resultados definitivos, le otorga cerca del 90% de las cámaras locales.

La deriva del Gobierno de Nicolás Maduro ha dejado en los últimos años dos herencias a los venezolanos. En primer lugar, una fractura social profunda, aparentemente insanable. En segundo lugar, un imparable desapego encarnado tanto por los sectores populares que auparon al expresidente Hugo Chávez, más preocupados por abastecerse, como por los simpatizantes de la oposición, ahora menguantes por un éxodo multitudinario, que viven de espaldas a las autoridades. Los principales partidos críticos con el chavismo, en su mayoría inhabilitados, rechazaron además estos comicios por carecer de garantías.

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Así lo hicieron también en las presidenciales de mayo, provocando una abstención histórica de casi el 54%. En los comicios municipales de 2013 la participación alcanzó el 58%, más del doble que la del domingo, aunque en esa ocasión también se escogieron los alcaldes. El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, dejó claro además que se cerraba un ciclo. “El panorama electoral queda despejado. No tenemos más elecciones hasta dentro de tres años”, advirtió, mientras los líderes opositores hablaron de “farsa”.

La rutina instalada en el país ofrece, al menos en Caracas, una fotografía de dos grandes bloques sociales. De un lado se encuentran las bases del régimen, que a pesar de las constantes quejas por una crisis económica sin precedentes y una hiperinflación sin freno, siguen manifestando su apoyo al PSUV.

Los resultados de los comicios, en cualquier caso, no iban a suponer ninguna sorpresa, debido a que fuerzas políticas como Voluntad Popular o Primero Justicia, las formaciones de Leopoldo López y Henrique Capriles, se niegan a aceptar una confrontación electoral con unas reglas del juego fijadas por el régimen. Precisamente en ese espectro se encuentra otro gran bloque social, el de los opositores que ya no creen en la participación electoral y en muchos casos ni siquiera en la posibilidad de entablar un diálogo, después de varios intentos frustrados.

En ambos casos, la apatía o el rechazo de amplios sectores de la sociedad empañaron la enésima victoria del chavismo. Con ella Maduro pretende preparar el terreno para su toma de posesión del próximo 10 de enero. Ese día se iniciará un nuevo mandato después de ganar unas presidenciales rechazadas por la inmensa mayoría de la comunidad internacional.

Sin embargo, bastaba un recorrido por distintos municipios y sectores de Caracas, de Altamira a Petare, del municipio de Chacao, histórico bastión opositor, a Sucre, para comprobar que los caraqueños estaban más pendientes de otros asuntos que de elegir a sus concejales. Al menos siete colegios electorales, del Andrés Bello al Jesús Arocha, lucían semivacíos, con raquíticas colas de votantes.

A eso se añade la circunstancia de que se trataba de unas elecciones cuestionadas una vez más por las principales instancias internacionales, de Washington a Bruselas. Con todo, Maduro y Cabello, no mostraron ninguna preocupación. “Venezuela demuestra, nuevamente ante el mundo, su vocación democrática”, destacó el mandatario. El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente despreció, en cambio, que la Unión Europea emita nuevas sanciones. “En verdad nos resbala, no nos importa absolutamente nada de lo que diga la UE”, dijo al ser preguntado al respecto.

Fuente: El Pais, Agencias