Votar en conciencia, contra la banalidad del mal (voto “útil”)

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Las manipulaciones del voto del español medio, hasta los últimos días de campaña, se van a suceder en este “marketing del voto” que dura y durará varios meses, desde la moción de censura, prácticamente un año.

Una de las herramientas para aglutinar voto es la de presionar a los ciudadanos con el voto útil. Se argumenta que la Ley d`Hont -que ningún partido en el gobierno ha querido cambiar-  favorece al opositor, “si se dispersa el voto de mi corriente, o de mi ala electoral, o de mi océano sociopolítico” afirman.

Es cierto que aglutinar el voto de millones, sí puede traer un cambio (sobre todo de gobierno) y así ha ocurrido tantas veces. Lo malo es que estos cambios no han sido siempre para mejor, ni mucho menos. El voto de las mayorías no supone siempre acierto.

El pueblo se equivoca muy a menudo al votar (sobre todo cuando se le induce a ser masa). Incluso podemos ir a ejemplos extremos, si no, recordemos a Mussolini, a Hitler, a Perón, a Alberto Fujimori, a Hugo Chávez, y a tantos otros dictadores y golpistas elegidos democráticamente.

Hay que señalar que optar por el voto útil cada cuatro años, no ha supuesto un cambio de fondo, en un país como el nuestro en los últimos años de democracia, incluso con mayorías absolutas.

Los grandes problemas de la sociedad no se han solucionado, incluso se han enquistado o transformado en otros más complejos de resolver. Por ejemplo, algunos que son transcendentales como la solidaridad con los pobres de la tierra, la justicia en el mundo del trabajo, la defensa de la vida…han quedado rezagados de forma permanente y consciente de la agenda política. Quizás porque la gran manipulación consiste en pensar que el reformismo que plantean algunos partidos desde la democracia formal, sin salirse del marco cultural y político del neocapitalismo, sea la solución a nuestros problemas.

En el redil de lo útil

Recordemos que el «voto útil» es aquél que se basa, no en la preferencia directa del elector, sino en una estimación acerca de lo que van a hacer los demás votantes. Pero, ¿quién hace esta estimación?, ¿quién maneja la opinión publicada? ¿quién maneja los focos que aglutinan los votos, sacando de la chistera viejas corruptelas, haciendo entrevistas a unos si y a otros no, diciendo verdades a medias…etc?

El caso típico es el del elector que desestima el voto en blanco, aunque piense que es la respuesta adecuada ante la ausencia de partidos que defiendan sus ideales; y en consecuencia, prefiere votar a un partido, aunque no le parezca tan bueno, porque supone un mal menor para la sociedad, y a corto plazo soluciona los problemas… ¿estamos seguros?

A este principio apelan muchos partidos, que vienen a decir al electorado: «Votad por nosotros porque, aunque no convergemos con tus ideales, tenemos posibilidad de ganar, de obtener una fuerza que haga presión institucional, y la alternativa posible es aún peor que nosotros»

El voto útil es la forma definitiva de embridar al pueblo, por el único agujero por el que respiran las democracias formales cada 4 años, las elecciones.

Sin embargo el voto en conciencia, supone unir política y moral, es un grito en medio de la corriente que arrastra los votos y las cuestiones de fondo. El voto en conciencia es hacer frente a la polarización que no deja ver las verdaderas causas de la ruptura política y social en España, de la insolidaridad con los últimos de la tierra, del desprecio a la vida humana y a la familia; es el voto del que quiere plantearse la política a largo plazo. El resto es engañar al pueblo.

Carta a Solidaridadnet

De Juan Rodríguez