Woza: mujeres de Zimbabue levantaos

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Dos mujeres, dos luchadoras sin miedo, a pesar de haber sido arrestadas decenas de veces y encabezar las listas de personas non gratas de su país. Su pecado: la defensa de los derechos humanos en Zimbabue.

Bulawayo es la segunda ciudad de Zimbabue y epicentro de las protestas contra el régimen dictatorial de Robert Mugabe.

Allí se encontraron un día, en la iglesia, estas dos mujeres, Jennifer Williams y Magodonga Mahlang. Era el único lugar donde podían reunirse. En ellas cuajó una relación que ha permanecido indestructible hasta hoy. Su pasión común es WOZA (Mujeres de Zimbabue, levantaos, por sus siglas en inglés), un movimiento que cuenta ya con 85.000 miembros en su país. Su aventura, codo con codo, comenzó en 2003, cuando decidieron oponerse a la continua política de represión establecida por el presidente Mugabe, y buscaron una manera de infundir coraje a sus conciudadanas.

‘Levantaos’, por la educación y la sanidad

Los que lucharon por la independencia de Zimbabue lo hicieron por un país donde se garantizaran derechos básicos a la población, como la enseñanza primaria universal o la sanidad gratuita para las madres. En 1990, una década después de ser alcanzada, Zimbabue era uno de los países africanos con mejores niveles educativos. Hoy los niños deben entregar un dólar americano al profesor si quieren asistir a clase porque este no percibe un salario suficiente para vivir. Los padres no cuentan con ese dinero en casa y sus hijos abandonan la escuela. Por eso, este año, WOZA ha puesto sus ojos en una campaña por la educación gratuita. “Convocaremos movilizaciones masivas de desobediencia civil con diferentes protestas o sentadas hasta que el Gobierno nos escuche”, asegura Williams. Lo mismo hicieron para exigir un suministro eléctrico más barato. Gracias a sus acciones, el recibo de la luz se redujo un 45% entre 2006 y 2012.

Un país como Zimbabue, con ingentes recursos naturales y con fabulosas reservas de diamantes no ofrece, sin embargo, unos servicios mínimos a sus habitantes.

La sanidad tampoco está mejor. “La situación de los hospitales es alarmante. La mujer que va a dar a luz debe llevar el agua, las sábanas, las medicinas… Allí no encuentra ni tan siquiera algodón para las curas. Y, sin embargo, el director ejecutivo de la compañía sanitaria que asegura a los empleados del Gobierno recibe un sueldo mensual de 235.000 dólares (sic), mientras que los miembros de su equipo se quedan sin cobrar. Es algo asombroso”, “un funcionario del ayuntamiento de Harare cobra 35 dólares al mes.

Amandlakufa o la fuerza de dar la vida

WOZA desde sus inicios, escoge la vía de la no violencia, en la tradición de Gandhi o Martin Luther King. “Cuando la policía llega a nuestras manifestaciones, nos dejamos detener pero, nunca paramos de hablar”, explica Williams.

En 2006 los hombres (que ahora representan un 10% de los asociados), llamaron a la puerta del movimiento. “Su presencia en la organización es muy importante para transformar la mentalidad de otros hombres en la comunidad”.

Para referirse al alma de WOZA, aluden a un término zulú, amandlakufa. Se trata del poder que subyace en dar la vida por alguien. “Nosotras creemos en el poder del amor, como opuesto al amor por el poder. El amor puede a la ambición. Los políticos aman el poder, nosotros deseamos amar. El nuestro es un amor que cuesta, sacrificado, como el de una madre hacia un hijo, al que también tiene que disciplinar”. “La violencia –añade Mahlangu–, genera más violencia, pero la no violencia tiene más fuerza a la larga”.

“En el movimiento quisimos, desde el comienzo, mantener nuestra autonomía y no vincularnos a ningún partido para poder exigir responsabilidades a todos los políticos, de cualquier signo. A ellos eso no les gusta, y de ahí que tengamos que pagar un alto precio por la independencia, incluso hasta llegar a sentir el peso de la soledad, pero seguimos fieles a ella”, comenta Jennifer Williams. También reconoce que las clases medias zimbabuenses en teoría, les apoyan, pero cuando ven que por salir a la calle se puede ir a la cárcel (cerca de 3.000 miembros del movimiento han sido arrestados), se echan atrás.

Un cristiano nunca tira la toalla

Williams y Mahlangu son creyentes. Esta última comenta que su vida se sustenta en tres pilares, su comunidad –es decir WOZA–, la Iglesia y su labor en defensa de los derechos humanos. “Esa es mi vida, estas tres realidades me sostienen. Siempre traté de combinar el trabajo por los derechos humanos con mis creencias como católica”. Mahlangu : “Cuando me veo sin fuerzas y con deseos de abandonarlo todo, pienso en los miles de miembros de WOZA que han puesto su confianza en mí y me digo `No puedes defraudarles´. Son ya mi familia”. Williams, católica también como Mahlangu, reconoce que pide continuamente al Espíritu Santo que la ilumine en su lucha.

Sueñan con hacer llegar la voz de WOZA a cada esquina del país. Mahlangu da gracias de haber encontrado este movimiento, porque si no “quién sabe, quizá me hubiese enrolado en otro grupo y tendría ahora las manos manchadas de sangre”. WOZA, se ha convertido en una plataforma para que la gente exprese sus deseos y los políticos lleguen a sentir la presión de la calle, el poder de la gente.

En cuanto a la reconciliación ambas coinciden. “Esta no puede existir sin justicia. Queremos saber qué ha ocurrido con los cuerpos de las 20.000 personas asesinadas por Mugabe en los años 1981 y 1982. En 2008, durante el periodo electoral, también desapareció mucha gente y aún no sabemos nada. Queremos una explicación”, afirma Williams.

La comunidad internacional

Reconocen que han recibido apoyo por parte de la comunidad internacional y de diversas entidades que trabajan en la causa de los derechos humanos. Muchas veces otros han alzado sus voces por ellas cuando se encontraban encarceladas o en dificultades.

El trayecto que estas dos mujeres emprendieron hace más de diez años es duro y las dificultades parecen no cesar, pero la felicidad que se trasluce en sus rostros mientras conversan, manifiesta el sentido de sus vidas entregadas por completo a la construcción de la justicia

Autor: P. Rafael Armada
Fuente: Mundo Negro