El cinismo de la Caixa: responsabiliza a la Iglesia católica de la violencia contra la mujer

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En un libro distribuido gratis por todas las oficinas de esta entidad y elaborado por su Obra Social, cuyos máximos dirigentes son Isidre Fainé y Josep F. de Conrado, la catedrática Inés Alberdi dice que la religión "ampara la idea de superioridad masculina"

La Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona (conocida como La Caixa) acaba de distribuir gratuitamente, por todas sus oficinas, un libro de 128 páginas titulado Violencia: tolerancia cero y elaborado por la Obra Social de esta entidad. Toda la primera parte del volumen es un largo texto en el que la catedrática de Sociología Inés Alberdi asegura, en tono demagógico, que el problema de la violencia tiene su origen en la sociedad patriarcal. Y llega a acusar a la Iglesia católica de ser responsable de esta lacra social. «La religión ampara la idea de la superioridad masculina. Las religiones que se han desarrollado en las sociedades occidentales incorporan la idea de inferioridad de las mujeres y justifican la violencia contra ellas», asegura esta profesora. En otro de los puntos, dice que «la doctrina y las normas que la Iglesia católica ha dedicado al matrimonio y a las relaciones entre hombres y mujeres están en consonancia con la misoginia inicial de los textos sagrados».

El libro está firmado por el director ejecutivo de la Obra Social y director general de la Fundación La Caixa, Josep F. de Conrado, quien anuncia, en una presentación inicial, la puesta en marcha de un programa contra la violencia. Cabe recordar que Isidre Fainé, director general de esta caja de ahorros, tiene también una clara responsabilidad en la edición de este trabajo, en este caso también como director general de la Comisión de Obras Sociales de la entidad. El volumen se divide en dos grandes apartados: el de Inés Alberdi, titulado Cómo reconocer y cómo erradicar la violencia contra las mujeres, y otro firmado por el conocido psiquiatra Luis Rojas Marcos bajo el epígrafe Semillas y antídotos de la violencia en la intimidad. Los ataques a la Iglesia católica, al judaísmo y a todos los creyentes están concentrados sobre todo en uno de los capítulos de la primera parte.

Inés Alberdi, tras una introducción en la que propone reflexiones a partir de los grandes interrogantes actuales sobre la violencia contra las mujeres, ofrece un primer aperitivo de su peculiar tesis afirmando que «hay datos suficientes para decir que la violencia contra las mujeres es una pauta cultural de las sociedades patriarcales». En otro párrafo, la catedrática subraya que esa violencia «está íntimamente relacionada con el control de la sexualidad femenina», y añade que «esta calificación extrema del comportamiento sexual no ha existido en referencia a los hombres, cuyas actividades sexuales no suponían ninguna deshonra ni para ellos ni para sus familias». Por otro lado, califica también de «ideológica» la violencia contra la mujer, y lo explica asegurando que «las creencias patriarcales han preparado a las mujeres, durante siglos, para la aceptación del dominio masculino y de la violencia inherente». Y concluye estas argumentaciones destacando que «la violencia no es un comportamiento natural, sino una actitud aprendida mediante la socialización».

Católicos, cristianos judíos… ¡Todos los creyentes!

Pero el cúmulo de insultos a los creyentes llega entre las páginas 31 y 33 del libro. Tras las primeras frases referidas al hecho religioso a nivel global, Inés Alberdi pone nombre y apellido a las acusaciones: «tradición judeocristiana». Concretamente dice que, desde esta realidad histórica, «se insiste en las características de superioridad del hombre, al mismo tiempo que se refuerza sistemáticamente la idea de inferioridad y dependencia de las mujeres». A continuación, apunta que «la sociedad occidental se hizo todavía más patriarcal con la extensión de las religiones monoteístas como la judía y la cristiana». Curiosamente, no menciona el Islam. «Con la creencia en un solo dios, masculino y todopoderoso, las mujeres desaparecen de los templos y de los ritos y sacrificios religiosos, espacio en el que habían tenido un cierto protagonismo».

Otra omisión grave es que, a la hora de poner ejemplos, la catedrática sólo habla de Eva, asociada al pecado, y no de María, la madre de Jesús, presentada siempre como el gran referente de la teología y el mensaje cristiano defensor de la feminidad, la maternidad y los derechos de la mujer. «Los símbolos asociados a la feminidad se degradan y, progresivamente, van relacionándose con el mal, la destrucción y el pecado. La encarnación inicial del pecado es Eva, la primera mujer, que provoca la expulsión del paraíso del resto de los mortales. Por culpa de Eva, Adán y todos sus hijos resultan condenados», explica.

Refiriéndose al Antiguo Testamento, Inés Alberdi recuerda que, en este texto común de judíos y cristianos, «se narran numerosas historias de sumisión y de inferioridad femenina, aunque es sobre todo a través de las interpretaciones de los textos sagrados como se va elaborando una doctrina que cada vez separa más a los hombres de las mujeres, niega todo el valor a lo que es específicamente femenino y presenta a las mujeres como portadoras de peligros y tentaciones de pecado».

La Iglesia católica se convierte en el objetivo principal de los ataques cuando acusa a la institución fundada por Jesucristo de promover el odio a las mujeres. Y pone un ejemplo: «Esposa te doy, que no esclava», dice el sacerdote al hombre en el rito del matrimonio católico. La simple mención de la esclavitud en el momento del matrimonio conlleva una imagen de subordinación para la mujer». Unas líneas más abajo, la socióloga afirma convencida que «la declaración ritual del matrimonio católico, con la connotación de propiedad que transmite respecto de la esposa, establece una remarcable desigualdad entre los cónyuges».

No se acaban aquí las ofensas a la Iglesia y a los cristianos. En otro parágrafo, recuerda a San Pablo para decir que defiende la esclavitud: «El campo semántico en que se mueve el ritual del matrimonio cristiano es el de la autoridad del marido y la subordinación de la mujer, el del amo y la esclava, el del poder y la sujeción. La epístola de San Pablo que se lee durante la ceremonia del matrimonio reitera la posición subordinada de la mujer: Estén las casadas sujetas a sus maridos, e insiste, por si acaso alguien no lo hubiera oído bien, en que igual que la Iglesia está sujeta a Cristo, las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo». A continuación, cita otra frase del apóstol en la que afirma que «cada uno de vosotros tiene que amar a su mujer como a sí mismo, y la mujer debe temer y amar a su esposo». En este sentido, Inés Alberdi dice que «lo primero y más necesario es el miedo: primero que tema a su mrido, y luego que lo ame». Cabe recordar, como inciso, que muchas traducciones bíblicas, siguiendo el sentido más profundo de las cartas paulinas, traducen con las palabras «respeto» y «respetar» lo que esta socióloga recoge como «temor» y «temer».

Influencia y reacción

Y en otro de los parágrafos, llega la particular conclusión de Inés Alberdi. «La doctrina cristiana ha mantenido estas ideas durante siglos. La religión ha influido especialmente en la vida cotidiana de la gente y en las relaciones entre sexos en la vida privada», asegura. Y para intentar contextualizar sus afirmaciones, la profesora sentencia que, «a las mujeres que se quejaban al confesor del trato que recibían de su marido, les recomendaban aceptarlo como un sufrimiento enviado por Dios y verlo como la propia ascensión al calvario. Tenían que rezar para que su marido cambiase, pro también tenían que aceptar la voluntad de Dios».


Estos ataques provocarán, sin duda, la indignación de los miles de clientes e impositores de La Caixa que son cristianos, así como de otros muchos ciudadanos que tienen puesta su confianza cada día en esta entidad de ahorros y que, incluso aunque no sean creyentes, verán mal que la Obra Social haya distribuido gratuitamente el libro.