La difteria acorrala a los hambrientos en Venezuela

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El principal hospital de Ciudad Guayana, en el este de Venezuela, sólo admite en sus urgencias pediátricas desde el 28 de septiembre posibles casos de difteria, una enfermedad que ha reaparecido en el país después de 24 años

Las causas son múltiples en una situación que ejemplifica la compleja realidad actual de Venezuela.

Entre ellas, la crisis económica que sufre el país y que se refleja en hospitales y falta de medicamentos, pero también los problemas que nacen en la conflictiva zona de minas en el este del país.

Además de por su riqueza minera y sus bellezas naturales, como el Salto Ángel o el monte Roraima, desde hace varias semanas el estado más grande de Venezuela es conocido también por esa enfermedad que se creía controlada.

La difteria es una enfermedad tan peligrosa como fácil de evitar y de curar. La causa una bacteria que se encuentra en boca, garganta y nariz y se contagia por vía aérea a través de la saliva, la tos o un estornudo.

Los síntomas son parecidos a los de una gripe o una amigdalitis: problemas para respirar, dolor de garganta. Pero si avanza, puede dañar el tejido del corazón, ocluir las vías respiratorias y provocar la muerte.

La tasa de mortalidad es de uno de cada diez en adultos y de uno de cada cinco en niños, los más vulnerables. Las autoridades sólo reconocen dos casos y rechazan el alarmismo y el “psicoterror” de los medios.

“Si tú te vacunas, no te tiene que dar la enfermedad”, explica alguno de los médicos del hospital de Guaiparo. Esa es también la principal explicación oficial.

“Todos los casos en niños es porque no han sido vacunados”, dijo el 11 de octubre, según los medios locales, la directora de Epidemiología del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), Miriam Morales, durante un foro que llevaba por título: “Situación actual de la difteria en atención a la alerta epidemiológica”.

El gobierno de Venezuela presume de su sistema de salud gratuito, pero los hospitales se han convertido en víctimas de la grave crisis económica del país. Médicos y medios locales e internacionales han denunciado la situación de precariedad y la falta de insumos.

Pese a negar públicamente la gravedad del brote, el gobierno activó a finales de septiembre una campaña urgente de vacunación y decidió que el hospital de Guaiparo sólo admitiera a niños sospechosos de tener la enfermedad para evitar posibles contagios a otros.