El hambre los azota

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2,6 millones de hondureños padecen hambre. En algunos sitios, la dieta ahora es a base de una planta conocida como «chipilín», al no haber nada más para comer.

Unidad Investigativa de EL HERALDO (Tegucigalpa)


El hambre se ha dueñado de Honduras. Su negra sombra recorre el país de norte a sur y de este a oeste. En los rostros y en los endebles cuerpos de centenares de niños, mujeres, hombres y ancianos se ve reflejada. La mayoría de ellos desconocen las cifras frías que hablan sobre el hambre y que los envuelven; sin embargo, día a día las viven en carne propia. La pobreza y la falta de un verdadero soporte gubernamental los condenan.


La miseria y el hambre parece estar generalizadas en los 298 municipios del territorio nacional, pero 80 de ellos se encuentran bajo la línea extrema. Están asfixiados por el hambre. Su huella está marcada a flor de piel, es evidente. La pobreza y el abandono se respiran por doquier.


Según el más reciente informe, elaborado en marzo de 2008 por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la pobreza global en el país azota al 60.2 por ciento del total de la población (alrededor de 4.3 millones de hondureños); mientras que la pobreza extrema asfixia al 35.9 por ciento (cerca de 2.6 millones de compatriotas).


Las cifras encierran un estancamiento en los índices de desarrollo del país, estos siguen siendo extremadamente bajos, en comparación al resto de las naciones de la región latinoamericana. La situación que se traduce en limitantes en el nivel de vida de la población y por un significativo atraso en el nivel socioeconómico. Los elevados niveles de desnutrición, los bajos índices educativos, la crítica condición de salud de la población, la falta de fomento a la inversión y hasta las fuertes tasas de desempleo son solo algunas de las de las aristas que componen ese círculo vicioso llamado pobreza.


Este rezago ha provocado que Honduras se ubique en el segundo lugar de los países de la región en tener menos logros en su desarrollo, según lo indica el más reciente Informe de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).


A partir de 2001, los cambios en el índice de desarrollo han sido bastante lentos. En un período de cuatro años, a penas se logró pasar del 0.660 a un 0.664, indica el documento. Las reducciones porcentuales de la pobreza en cada año han sido en apenas uno o dos punto, situación que refleja un desaceleramiento en las estrategias para reducir la pobreza y el hambre.
Bajo este contexto, el país dista mucho de lograr uno de los principales Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que es reducir a un 37.4 la pobreza y a un 27.1 la pobreza extrema para 2015.


También señala que apenas 11 de los 298 municipios de Honduras reportan un índice de desarrollo medio-alto. La cifra evidencia el atraso en el que permanece sumido el país.


La situación es crítica. Basta con volver la mirada a los pueblos más recónditos del país para darse cuenta de la miseria en la que viven sus pobladores. Frutas silvestres, maíz y en algunas ocasiones café es la dieta salteada de estos compatriotas. En otros sitios, el plato del día lo ocupa una planta que ha tenido que formar parte de la dieta alimenticia de decenas de compatriotas radicados en el sur de la República. En el peor de los casos, sencillamente no hay qué comer.


Los departamentos de Copán, Lempira, Intibucá y La Paz son los que presentan los mayores niveles de pobreza, de hambruna y de desnutrición. En ellos se concentran los 80 municipios más pobres.


Los índices de desnutrición y de mortalidad materna e infantil en estos sitios son altamente elevados. El IDH, elaborado por el PNUD, muestra que la tasa de desnutrición global en estos municipios alcanza el 67.2 en niños menores de cinco años. De ahí que no sea extraño ver centenares de niños con escuálidos cuerpos, con su abdomen inflamado y con una escasa cabellera decolorada en rubio.


Las inequidades son latentes. Según el informe sobre los ODM, elaborado por el PNUD, para 2004 (el dato más reciente) en el país, el 20.7 por ciento de la población sobrevive con menos de 1 dólar por día, es decir, alrededor de 19 lempiras; lo que indica que acumulan al mes apenas un promedio de 570 lempiras, solo el 17 por ciento del salario mínimo actual, que ronda en los 3,400 lempiras.


La cifra representa únicamente el 11 por ciento del costo total de la canasta básica familiar. Una quinta parte de la población total vive con menos de 1 dólar al día. La disminución de este porcentaje muestra un proceso lento. Su más evidente estancamiento se evidenció en la medición hecha en el período 1999-2004. En este período de cinco años, el promedio se mantuvo en inamovible en el 20.7 por ciento.