Esperanza y lucha

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La esperanza no es una actitud infantil, todo lo contrario, es la virtud del que cree que las cosas pueden cambiar y lucha por ello

Las sociedades enriquecidas y satisfechas generalmente tienen poca esperanza. Por ello, entre otras cosas, su índice de natalidad es bajo y su tasa de suicidios, alta.


Hoy los pobres, los explotados, los perseguidos por la justicia son fuente de esperanza. Ellos necesitan que el mundo cambie. Ellos más que nadie necesitan la solidaridad y por eso muchos la viven. Y son ellos los que pueden ayudar a los pueblos enriquecidos a que rompan las cadenas del consumo, del hedonismo, y del individualismo. Roberto Sabiano nos cuenta que frente a una sociedad dominada por la mafia han sido los inmigrantes africanos los que valientemente se han enfrentando a los capos, mientras muchos italianos guardan silencio. Eso es un ejemplo más de que en los pobres, tal como sucedió hace más de dos milenios, nace la esperanza.


El materialismo que invade nuestra sociedad se puede vencer con generosidad de espíritu; el individualismo con espíritu de cooperación entre todos; el hedonismo que nos insatisface con entrega solidaria a un ideal de justicia. Probemos otras formas de vida, unamos nuestros esfuerzos a aquellos que ya han empezado este camino y sin duda empezaremos a experimentar que las cosas cambian, de verdad.