El PSOE: ¿habrá una tercera vez?

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Un militante socialista histórico definió el socialismo como una actitud moral ante la vida. Aquellos que pagaron, incluso con la vida, por ser socialistas se avergonzarían profundamente al ver como las siglas que impulsaron su ideal han caído en manos de unos vulgares rufianes de la política.

El PSOE certificó su muerte como organización militante cuando tras la Guerra Civil abandonó la promoción de nuevas generaciones militantes y prefirió la placidez del exilio esperando a que escampara. En la Transición, los cheques alemanes atrajeron a un puñado de arribistas al partido que, en los trece años de gobierno de Felipe González, dieron buena cuenta del ya escaso prestigio del PSOE. Paro, corrupción y consolidación de una nueva casta de poder económica fueron los legados del felipismo.

Solo en un partido sin atisbo de militancia ha podido darse un fenómeno como el de Zapatero. Sin profesión, sin vida militante, sin experiencia de lucha y sin más bagaje que una vida parlamentaria sin relieve, el hombre que ha capitaneado la segunda estancia del PSOE en el gobierno de nuestro país ha hecho méritos para ser considerado el político más nefasto de la historia de nuestra democracia. Allá donde ha puesto las zarpas, ha dejado una huella que costará borrar.

Cuando Zapatero estaba en la oposición prometió nada menos que hacer un ministerio para la juventud. Cuando salió de la Moncloa la juventud española es la campeona del paro, la precariedad y con el futuro más sombrío de Europa. Poco antes de dejar el poder les regaló una ley que permite hacer contratos en prácticas hasta los treinta años haciendo más rígidas sus cadenas. Dijo querer servir a los más desafortunados pero se ha ensañado con los inmigrantes mediante la explotación, las leyes represivas y considerarles como una amenaza para la seguridad nacional. Tenía una sonrisa feliz y prometió diálogo ha sido implacable con quien no pensaba como él y en su segunda legislatura solo ha recibido a banqueros y grandes empresarios. En temas tan delicados  como la familia, la protección de la vida, etc., se ha mostrado especialmente intolerante.

El PSOE no es más que una máquina electoral. Volverán más tarde o más temprano con un  nuevo figurín de cartel. ¿Aprenderemos los españoles de la experiencia o volveremos a tropezar por tercera vez en la misma piedra?.