Niñas en peligro por la vacuna infantil contra el papiloma

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Las farmacéuticas imponen una vacuna agresiva contra la salud de las niñas.

La monja Teresa Forcades, que se hizo famosa en 2012 al abanderar una campaña para impedir que la vacuna contra la gripe A fuera obligatoria, ha abierto ahora una página web para publicar los documentos y vídeos que produce, entre ellos uno en el que pide que se retire la vacuna infantil contra el papiloma. La monja benedictina, que es doctora en medicina, ha colgado en esta página un documento en el que pide que «se retire inmediatamente la vacuna del calendario de vacunaciones infantiles en España y se depuren responsabilidades «a las autoridades sanitarias, a las compañías farmacéuticas y a los médicos que corresponda».

En el escrito, titulado «Una reflexión y una propuesta en relación a la vacuna del virus del papiloma humano», la religiosa cuenta cómo el 8 de septiembre de 2012 murió en Asturias una niña de 13 años tras recibir la segunda dosis de la vacuna. La monja argumenta que, pese a que el riesgo de morir a causa de la vacuna del papiloma es menor que el riesgo de morir a causa del cáncer de cuello de útero, «hay una diferencia esencial: las que mueren o se quedan inválidas de por vida debido a la vacuna son chicas jóvenes y sanas que mueren por culpa de una intervención de salud pública recomendada por las autoridades sanitarias; las que mueren por cáncer de cuello de útero son mujeres mayores que si tuvieran acceso al test de Papanicolau seguramente no morirían». Forcades considera que «no tiene ningún sentido exponerse a una invalidez permanente o la muerte a una niña sana para prevenir un cáncer que se puede prevenir con una intervención inocua»

La religiosa recuerda en su reflexión que en el año 2007 la compañía farmacéutica que fabrica la vacuna Gardasil (Merck) fue condenada por un tribunal penal en EE.UU. por haber escondido información de vital importancia en relación a la seguridad de su medicamento Vioxx. «Este medicamento causó infarto de miocardio o embolia cerebral a más de 30.000 personas, antes de que finalmente fuera retirado del mercado», remarca. «Y ninguno de los responsables de este delito fue a la cárcel, pese a la multa multimillonaria».

Teresa Forcades exige que se retire inmediatamente la vacuna del papiloma del calendario de vacunaciones infantiles en España y se pidan responsabilidades a las autoridades sanitarias, a las compañías farmacéuticas y los médicos que corresponda. Pide además que el personal sanitario encargado de administrar la vacuna informe correctamente a los padres de los peligros de esta vacuna. «Mi recomendación es que ningún padre ni madre dé su consentimiento para que su hija sea vacunada del papiloma. Si la niña ya ha recibido la primera dosis, que no le pongan la segunda, si ya ha recibido la segunda, que no le pongan la tercera».

También, en caso de que la niña ya haya sido vacunada, la monja asegura a los padres que «los efectos secundarios de tipo autoinmune se pueden presentar muchos meses después de la administración de la última dosis», alertándoles para que reaccionen de inmediato ante síntomas neurológicos «porque hay tratamiento y la niña se puede salvar.

A los padres que, «a pesar de todo», quieran poner esta vacuna a sus hijas, la religiosa les alerta para que se aseguren antes que las niñas no están infectadas con el VPH-16/18, ya que en el caso de que lo estén, «la vacuna puede hacer que el riesgo de cáncer de cuello de útero aumente».

Se estima que en España hay aproximadamente más de dos millones de mujeres, infectadas por el virus del papiloma humano en España. En mayo de 2012, el Instituto Catalán de Oncología (ICO) publicaba los resultados de un estudio epidemiológico en el que se señalaba que el cambio de los hábitos sexuales, en especial el inicio cada vez más temprano de las relaciones, había hecho aumentar las infecciones del VPH. Ese mismo mes, se publicaba que uno de cada cuatro cánceres de garganta en España estaba causado por el virus del papiloma humano (VPH). Era la conclusión de un estudio conjunto de los hospitales madrileños La Princesa, Puerta de Hierro, Ramón y Cajal y Doce de Octubre, que apuntaba que su pronóstico es mejor que el provocado por el alcohol y el tabaco, porque responde mejor a la quimioterapia y a la radioterapia.

 

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