XIX JORNADAS «D. Felipe López»

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El pasado día 22 de enero celebramos una vez más la buena noticia que fue D. Felipe en la vida de tantas personas de la diócesis de Burgos y del resto de España. Él había recibido esa buena noticia del Evangelio, la encarnó, la vivió, y al vivirla la transmitió con su testimonio: el Evangelio de la verdadera alegría, el Evangelio de la vida. Por eso años después de su muerte es evidente que sigue vivo.

A ese don de la vida se dedicaban este año las jornadas, para las cuales tuvimos la impagable colaboración de D. Mario Iceta, obispo de Bilbao, quien dirigió el seminario matinal, presidió la eucaristía e impartió la conferencia final. Estaban organizadas por el Movimiento Cultural Cristiano con a colaboración de las Delegaciones de Apostolado Seglar, Pastoral de la Salud y Familia y Vida, así como la Facultad de Teología donde tuvieron lugar.

En el seminario de la mañana, Mons Iceta planteó las claves de los Sínodos sobre la familia abordando cuestiones claves como la dimensión social de la familia, sometida hoy a una gran crisis cultural, la fragilidad de los vínculos, lel miedo al compromiso, el emotivismo, la ideología de género, etc. Frente a este ambiente, el matrimonio entre hombre y mujer sigue siendo un bien que responde al deseo profundo del corazón humano.

En este sentido, Mons. Iceta señaló que los sínodos están planteando una pastoral basada en la escucha y el acompañamiento a las familias heridas, desde la misericordia, que implica saber plantear «la verdad con amor».  Es un reto para la Iglesia actual.

Tras la Eucaristía se celebró la conferencia en la que D. Mario desgranó, con gran capacidad de síntesis, la antropología cristiana de la vida que ilumina lo que la ciencia va corroborando. La vida es un don, y la vida humana sigue siendo la mayor originalidad de la creación. Cada ser humano es irremplazable. La persona se revela en la experiencia del amor, y sólo se es persona cuando acogemos al otro en nosotros mismos.

No puede caber duda de que el embrión es plenamente humano. Lo demuestra y ratifica la ciencia de la embriología: un ser con su propia carga genética, Hablar de pre-embrión es una ideologización interesada para justificar lo injustificable.

A continuación resumió cómo la vida es un don de amor recíproco, por eso la importancia insoslayable del matrimonio y la familia, como ámbito donde vivir la vocación a amar. No hay sexualidad auténtica sin amor, porque ésta es el lenguaje, la dimensión corporal del amor

Finalmente aportó las claves que la Iglesia aporta para actuar ante el drama del  aborto. Aunque el número total de abortos parece haber bajado ha aumentado el número de embarazos que acaban en aborto (1 de cada 5), sin que sea posible cuantificar los abortos producidos por las píldoras de emergencia.  Recordó los efectos probados y dramáticos del síndrome post aborto, así como el mensaje acogedor a la vez que auténtico y sanador de San Juan Pablo II a las mujeres que abortan.

El camino para evitar este drama del aborto pasa por: 1) ofrecer una educación afectiva en el amor, no sólo dar información sobre relaciones sexuales «seguras»; 2) Acoger y proteger la maternidad; 3) Proteger jurídicamente al no nacido y 4) Ayudar y acompañar a la mujer que ha abortado.

En el diálogo se profundizó en la idea de que los padres naturalmente expanden su mirada más allá de sus hijos, al descubrir que deben hacer el mundo más acogedor, más justo para sus hijos y para los demás.