La Iglesia católica se ha posicionado tradicionalmente como un actor político en favor de la paz en la República Democrática del Congo
El único que, al contrario que poder y oposición, había mantenido hasta ahora su autoridad moral al no estar en la carrera por el reparto del pastel de unos puestos gubernamentales muy bien remunerados, que dan acceso a todo tipo de prebendas. Una postura en las antípodas de las de una clase política ávida de poder, desprestigiada, considerada corrupta e infestada de exlíderes de grupos armados a quienes se ha premiado por sus crímenes con escaños en el Parlamento.
El 8 mes de diciembre, la Conferencia Episcopal Congoleña (CENCO) inició una mediación entre el sanedrín del presidente Kabila y el grueso de la oposición del país, encarnado en la plataforma “Rassemblement des Forces Acquises au Changement” (Agrupación de Fuerzas Comprometidas con el Cambio”), un diálogo dirigido a obtener un acuerdo que permitiera una alternancia en el poder pacífica y evitara el baño de sangre que se preveía de cara al 19 de diciembre, cuando acababa el segundo y, por imperativo constitucional, último mandato de Kabila.
Arguyendo no tener dinero ni tiempo para actualizar el censo electoral, el Gobierno congoleño no había celebrado las elecciones legislativas ni presidenciales previstas para noviembre, en las que se debería haber elegido al sucesor de Kabila. Esta maniobra tenía un único propósito para la mayor parte de la oposición del país y buena parte de la población: perpetuar al impopular presidente congoleño en el poder más allá del final de su segundo mandato, so pretexto de que en ausencia de sucesor, el jefe de Estado debía permanecer en su puesto.
El mandato de Kabila concluyó y gracias en parte a un amenazante despliegue policial y militar, el levantamiento popular masivo que se temía no se produjo. El baño de sangre se quedó en los 40 muertos que denunció Naciones Unidas. El 31 de diciembre, en virtud del diálogo de los obispos, poder y oposición firmaron un acuerdo que prevé la organización de elecciones en diciembre de 2017 y el compromiso de Kabila de no presentarse a esos comicios.
Iglesia perseguida
Pasinya, Arzobispo de Kinshasa, hizo un llamado de alerta por el resurgimiento de la violencia anticristiana en República Democrática del Congo. El prelado informó a Ayuda a la Iglesia Necesitada un ataque incendiario contra el Seminario mayor de Malole e identificó a los autores como un grupo de maleantes que también han intimidado a las religiosas Carmelitas en Kanaga.
El purpurado describió la situación de la población local como marcada por «el resurgimiento del miedo, de la ira y la inseguridad». En medio del ambiente cargado de tensiones, la Iglesia Católica ha resultado ser un objetivo frecuente de hechos de violencia, como el reciente acto de profanación de la parroquia de St. Dominic en Limete, donde un grupo de jóvenes atacó el Sagrario, el altar y las bancas e intentaron iniciar un incendio.
Para el Cardenal Pasinya, estos hechos demuestran que la Iglesia «está siendo objetivo deliberado para sabotear su misión de paz y reconciliación».
Fuente: El Confidencial, Guadium Press