Menores inmigrantes abandonados en Melilla

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Las cifras que manejan las autoridades de Melilla estiman que casi un centenar de menores migrantes no acompañados -la mayoría marroquíes de entre 10 y 17 años- duermen en las calles de la ciudad, y, según fuentes de la Concejalía de Bienestar Social, en 2016 entraron en la ciudad autónoma cerca de 1.800 menores sin compañía de padres o familiares, según cifras no oficiales

Estos números se reflejan en el informe «Rechazo y Abandono. Situación de los niños que duermen en las calles de Melilla», realizado por la Cátedra Santander de Derecho y Menores, la Oficina de Compromiso Solidario (Comillas Solidaria) y la Clínica Jurídica de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, y que ha sido presentado hoy en la universidad en el marco de las Jornadas sobre Menores «Infancia en Melilla».

El informe destaca que este fenómeno en el que los menores migrantes duermen en las calles se remonta a 1995 y que no todos los menores son inscritos en el registro de Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) tal y como establece el Protocolo de 2014.

El informe subraya que estos menores son trasladados al Centro Residencial Educativo Fuerte La Purísima donde «existen unas condiciones de hacinamiento que provoca que los menores carezcan de las garantías que la ley prevé», según Violeta Assiego, coordinadora del estudio y especialista en Derechos Humanos. «El desbordamiento de La Purísima impide y dificulta que se ofrezca una intervención individualizada y se ofrezcan actividades socioeducativas, se escolarice a todos los menores, se les facilite la tarjeta sanitaria y se gestiones su documentación», asegura.

Ante esta situación, los menores se fugan del centro y duermen en las calles. «Una vez salen de Melilla se desconoce el número y paradero de muchos de los menores de edad que se cuelan en los barcos dirección a la Península», asegura Assiego. Según Isabel Díez, una de las estudiantes autoras del trabajo, los menores intentan sobrevivir en las escolleras expuestos a ser víctimas de abusos sexuales. «Llegan a los barcos a nado y en una sola noche pueden intentar tres o cuatro veces llegar a uno y esconderse», dijo Díez.

Fuente: Periodista Digital e ICAI